La alegría que salta la lógica

Autor: Padre Tomás Rodriguez

 

Entre las parábolas que llegan más íntimamente al corazón del hombre son las parábolas de la misericordia, del perdón que Dios nos proporciona: La de la dracma perdida, la oveja perdida, el hijo pródigo.

En las tres se alega algo que se había perdido y una vez que se ha recuperado proporciona una gran alegría.

Para estimar una cosa hay que conocerla antes, ya que no se puede amar lo que no se conoce. En las tres  parábolas  antes mencionadas una vez que se había encontrado lo que estaba perdido, ocasiona una gran alegría, pues, cuando algo de valor se pierde, el recuperarlo es motivo de gran alegría.

El valor que tiene el hombre Dios lo conoce, ya que somos sus criaturas, y, sobre todo, porque estamos hechos a su imagen y semejanza. El valor real del hombre lo conocemos por el precio que Cristo dio al pagar con su muerte por nuestro rescate. De ahí que entendamos desde el plano de Dios la alegría que le ocasionaba el hallazgo de lo que había perdido, se refleja en las tres parábolas la alegría de Dios al encontrar a un pecador. Esta es la gran paradoja: El hombre pecador es la gran alegría de Dios.

Esta alegría salta los causes de la lógica humana. Como todos los hombres somos pecadores, con la única diferencia de que unos se reconocen como tales y otros no; de ahí que sean los primeros los que proporcionan esa alegría a Dios por el retorno y no los otros, quienes no se reconocen como pecadores, porque la soberbia les impide conocerse a ellos personalmente.

Esta es la gran historia de la humanidad: La búsqueda con terquedad por  parte de Dios del hombre empeñado en extraviarse. Pero la misericordia de Dios, que es una traducción del amor que tiene hacia el pecador, salta todos los obstáculos, con tal de poder hacer feliz al hombre engañado por la apariencia de felicidad y alegría que le apartaban del amor y amigad de Dios.

Nosotros, aunque pecadores, por no conocernos, no nos valoramos, de ahí que nos choque la manera normal y continua de actuar Dios-Amor: Buscar al hombre pecador, al hombre perdido.