Las flores de la alegría

Autor: Padre Tomás Rodriguez

 

Nos empeñamos las personas en ver el lado negativo y penoso de la vida ¿Por qué será?

Somos víctimas de la noticias, casi siempre tristes y luctuosas, de los medios de comunicación. Si nos llama la atención lo triste ¿Será porque escasea la felicidad y bienestar y sobreabundan las desgracias?

Sacamos a relucir lo desagradable de la vida, por ejemplo, los matrimonios rotos, separados, etc... ¿Cuántos conocemos que están unidos y se llevan bien?. Hemos oído que el bien no mete ruido, será por eso por lo que nos parece todo, o al menos la mayoría, un desastre. No vamos a negar la existencia de hechos luctuosos y desavenencias, pero ¿Por qué no nos fijamos en tantos hechos agradables como hay?

La óptica de ver el mundo bajo el prisma del pesimismo nos acarrea graves males para nosotros y para los otros: nos lleva a la crítica, murmuración, desesperación y pesimismo; nos incapacita para ver lo bueno del mundo y de las personas.

Nuestro deseo de ser realistas nos lleva a aceptar lo bueno y lo malo, que existe en la vida, pero reconociendo esta dualidad ¿Por qué prisma queremos ver? ¿Por el prisma oscuro que recalca las tintas sobre lo desagradable o, por el contrario, por al lenta del optimismo, que nos hace ver lo bueno y positivo de todo lo que nos rodea?. Cuando hablamos de la belleza de la rosa, somos conscientes que tiene espinas, pero nadie se acerca a ella por las espinas, sino por los pétalos, por el aroma, y esto es lo que predomina sobre los pinchos, que esconde bajo las hojas de su tallo.

Nuestra vida no puede ser deshojada como una margarita para  quedarnos con el sí o el no del último pétalo, según la suerte que tengamos. La vida no hemos de descuartizarla, sino verla en conjunto, así nos daremos cuenta que lo negativo, triste, desahuciado queda oculto por lo bueno, positivo y bello, que la vida en sí encierra.

No todas las flores tiene la misma belleza, ni el mismo aroma, pero todas son bonitas como cada una de las vidas, porque éstas encierran mucho bien repartido en amor entre semejantes, en fidelidad de muchos matrimonios, en lealtad de palabras  empeñadas, en honradez del cumplimiento del deber, en amistad entre personas sinceras, en relaciones íntimas con Dios por la gracia, en generosidad para prestar una ayuda, en valentía para defender las ideas, en simpatías para quien se encuentra aislado, en consuelos como bálsamo para muchos sufrimientos y lágrimas. Hay personas que como flores se abren para hacer la vida de los otros más agradable.