La alegría es conquista del corazón

Autor: Padre Tomás Rodriguez

 

Catalogamos muchas veces a las personas por algo externo, valuable a simple vista, pero no somos justos, ya que a veces no depende de nosotros el poseer más o menos dotes, es algo natural con lo que hemos nacido.

Lo importante del hombre se cuece y sale del corazón, ya decía Jesús en el Evangelio que lo que sale del corazón del hombre es lo que le puede dañar.

Somos injustos al valorar sólo por el exterior a las personas, por eso muchísimas veces nos equivocamos. Lo grande, noble y deleznable anida en el corazón del hombre, también allí se fragua la conquista de la verdadera alegría, que tras duros trabajos ocultos la mayoría de las veces llega a conseguir con su esfuerzo lo que sólo Dios conoce y él puede disfrutar.

La causa de la falta de paz, bienestar y alegría se debe a que en el corazón del hombre está ausente el amor, y en  su lugar reina el egoísmo, materialismo y otros muchos sucedáneos de la auténtica alegría.

Cuando la raíz de nuestro corazón está viciada, entonces las apariencias de paz, felicidad y alegría no responden a una realidad, sino sencillamente se nos presentan así para engañarnos y engañar a los demás.

Muchas veces, a la manera del hijo pródigo del Evangelio, vamos en busca de una felicidad lejos del lugar en donde vivimos, y resulta que hay que hacer el viaje al interior del corazón para descubrir allí el filón de la auténtica paz y alegría.

Todos podemos estar alegres, ya que depende de nosotros el guiarnos por los criterios morales del Evangelio; no todos podemos sacar buenas calificaciones en conocimientos, pero sí podemos sacarlas en disponibilidad y amor hacia los demás, fuente de la verdadera alegría.

El hombre ha hecho grandes conquistas científicas, técnicas; lo que hace unas años sólo se soñaba en conseguir, resulta que ahora lo tenemos a nuestro alcance y para ellos hemos hecho grandes salidas al exterior de nosotros, pero no hemos buceado en nuestro interior para encontrar allí lo que anhelamos y por fuera no podemos conseguir: La auténtica alegría.