¡Feliz soledad!

Autor: Padre Tomás Rodriguez

 

A simple vista parecen incompatibles estas dos palabras, pues, la gente en el bullicio, en la aglomeración da la impresión de que es feliz y está alegre. Esto es apariencia en la mayoría de los casos, pues,  en aras de la verdad tendrán que reconocer que , cuando se encuentran solos, una vez apagadas las luces de neón, y alejados los que casualmente o por conveniencia le rodean, en la mayoría de los casos se sienten abatidos y tristes.

¿Cómo se puede compaginar la felicidad de la que daban una gran impresión y el sentimiento de vaciedad y fracaso al sentirse solos?

Esta es una señal más de que muchos  viven de apariencia, de dar buena impresión, que al no corresponder a una realidad lo lamamos vivir con hipocresía.

El hombre moderno tiene miedo a quedarse solo, no porque tema  a un mal que le pueda acaecer vendo del exterior, sino porque tiene miedo a profundizar en su interior, en donde pueda ponerse en sintonía con Dios, que nos habla en el silencio, ya que por percibir el susurro de su voz, no se necesita el ruido y las estridencias.

Mucha gente le tiene miedo a ese Dios desconocido para él, y  en vez de refugiarse en la soledad para un diálogo íntimo, huye de Él y se enfanga en el bullicio exterior.

No todas actúan de la forma descrita anteriormente, hay quienes sin considerar la soledad  como aislamiento, abandono o tristeza, la buscan como clima apropiado para profundizar en sus vidas, para ahondar en el lenguaje sin palabras, como es el lenguaje del amor, con Dios que habla en el silencio, y para lanzarse a la conquista de los grandes ideales.

El hombre tiene una dimensión social, que le exige para su realización el relacionarse con los demás, peor no es lo mismo el estar entre la gente, que el vivir con la gente. Cada encuentro con los demás debe de dejar en nosotros un buen sabor, pues, no debemos aislarnos, sino prestar nuestra colaboración; no podemos envidarnos, sino ayudarnos; no tenemos que odiarnos, sino amarnos.

¡Cuánto nos preocupamos por aparentar, tener, estar en... y qué poco valoramos el ser, el realizarnos!, esto lo conseguimos en la soledad, por eso, ¡Feliz soledad!, que me hace no solitario sino solidario.