El encuentro con Dios es alegre

Autor: Padre Tomás Rodriguez

 

Las personas que se relacionan entre sí, cuando lo hacen movidas por el amor, se sienten alegres y felices, porque todo encuentro personal en estas circunstancias es siempre enriquecedor. En la medida en que se aman más las personas más felicidad y alegría encuentran, y no siempre le pueden agradar, pero sí siempre beneficiar:

ü Las corrección en sí molesta, pero si se sabe recibir es fructuosa. La Sagrada Escritura nos dice: “Bienaventurados aquellos  a los que Dios corrige” (Jb. 5, 17)

ü El encuentro reconciliador es placentero: “Bienaventurado a quien Dios perdona” (Sal. 32,12). “Bienaventurado el hombre que el Señor instruye y reprende por su luz” (Sal. 94,12)

ü Nuestra relación con Dios, cuando El ocupa en nuestra vida su lugar, nos llena:

·   “Bienaventurados aquellos, cuyo Dios es el Señor” (Sal. 33,12)

·   “Bienaventurados los que se refugian en El” (Sal. 34,9)

·   “Bienaventurado quien pone en El su fe” (Sal. 32, 12)

·   “Bienaventurado quien pone en El su esperanza, porque El los ayuda” (Sal. 146,5)

·   “Bienaventurados los que temen al Señor, caminando por sus sendas” (Sal. 128,1)

ü La alegría se desborda, cuando el gran bien que habíamos perdido, nos lo proporciona Dios con el perdón de nuestros pecados.

Cualquier encuentro interpersonal es agradable, siempre que las personas afectadas se dejen guiar por el móvil del amor. El primer efecto del amor es la alegría, dice Santo Tomás de Aquino. ¡Qué grande será nuestra alegría al relacionarnos con Dios! El es la persona que más ama, pues, su definición es Amor (1 Jn 4,8).

La certeza del amor de Dios nos da la confianza suficiente para acercarnos a El sin temor de ningún tipo, pues, nos ama El primero, no espera a que nosotros le amemos, somos ante Dios deudores insolventes.

Un fruto del amor es la paz y la alegría por eso todo encuentro con Dios tiene que ser alegre, porque nos enseña a amar.