El Bautista y la alegria

Autor: Padre Tomás Rodriguez

 

1. Juan sellado con la alegría.

Juan, precursor del Mesías, fue marcado con el sello de la alegría. Así lo anunció el Arcángel Gabriel a su padre Zacarías, cuando le comunicó que su oración había sido escuchada. Esto será motivo de alegría y regocijo para los dos esposos, pues, a pesar de su avanzada edad no por eso dejaban de tener un complejo, por no haber tenido descendencia.
La alegría y gozo para los dos esposos es grande no sólo por el oprobio que se les quita de encima, sino también por el miembro que va engrosar la familia.
Esta alegría traspasa los límites familiares y alcanza a vecinos y parientes, el arcángel ya lo había dicho: “Será para ti motivo de gozo y alegría, y muchos se gozarán de su nacimiento” (Lc. 1,14).
Todos aquellos judíos que se enteraron del acontecimiento y estaban deseosos de la venida del Mesías, se alegraron, porque veían la mano de Dios en todo ello.

2. Juan se alegra con Jesús.

A Juan le vemos alegre, cuando antes de su nacimiento siente la presencia de Jesús al saludar María a Isabel; ésta nota la alegría que a su hijo le proporciona la presencia del Salvador, pues, llena de júbilo dice a voz en grito que la criatura saltó de alegría en su seno (Lc. 1, 45).

3. Juan se alegra de Jesús.

Juan se alegrará, cuando sus discípulos le notifiquen que la gente sigue a Jesús. el les ha advertido que no es el Mesías, sino el precursor, por eso está contento y se alegra de que la gente siga a Jesús.
El se tiene “como el amigo del Esposo” que le asiste, oye su voz y se goza, ya que esa es su razón de ser, y de esta manera su “alegría ha llegado al colmo” (Jn. 3,30).
Juan palpita de alegría en esa armonía del silencio que le envuelve, al ver cómo Jesús crece y él mengua, esto es ya un anuncio del silencio de su prisión y de su muerte.