Alegría de participar de la misa

Autor: Padre Tomás Rodriguez

 

Si se nos exige una alegría al ir a la Eucaristía, no puede desaparecer al participar de ella. Dos razones hay: El encuentro con la Palabra y con el Sacramento.

 

1.        Encuentro con la Palabra.

Cualquier persona falla en su vida, porque no sabe o porque no quiere.

Como todos tenemos que aprender en la vida, hemos de ser lo suficientemente humildes para acercarnos a quien nos puede orientar.

En el orden de la salvación tenemos algo indefectible: La Palabra de Dios, que es luz, guía, norma y juez de nuestra vida. Si queremos  agradar a Dios, tenemos que conocer su voluntad claramente contenida en su Palabra.

El contacto con la palabra de dios nos da un mayor conocimiento de Él, y esto nos acarrea una verdadera alegría, nos dice Madre Teresa de Calcuta: “Mi mayor alegría ha sido conocer a Cristo naturalmente”.

La aclamación al terminar de escuchar la lectura del texto sagrado “Te alabamos, Señor” es un signo y expresión de alegría que proporciona a nuestros corazones la semilla de la Palabra que se ha proclamado.

Lo que  es incompatible con la alegría es el aburrimiento, cuando nosotros oímos esa Palabra, pero no le damos buena acogida, es lógico que tenga un efecto contrario al que le corresponde, pero no por la naturaleza de la Palabra de Dios, sino por la disposición del que escucha.

En la proclamación de la Palabra  se nos anuncia la Historia de la Salvación, que a todos nos atañe, ya que sigue siendo actual y es algo nuestro, conocemos la progresiva revelación que Dios nos hace de Sí mismo.

¡Qué decir del Evangelio, cuyo significado es “Noticia Alegre”! Cristo se hizo en todo semejante a nosotros menos en el pecado. Se nos muestra profundamente humano, pasando por sed, hambre, fatiga, tristeza, sorpresa, admiración, ternura y piedad, en una palabra conoció nuestras alegrías y tristezas.

Nuestra vida es juzgada por el Evangelio, ¡Qué alegría cuando nuestros criterios coinciden con los suyos! ¡Qué oportunidad el poder corregirlos, cuando no coinciden! En uno y otro caso es motivo de alegría.

 

2.       Encuentro con el Sacramento.

 

El signo con el que Cristo ha querido que celebrásemos el acto cumbre de nuestra salvación es muy significativo: Un banquete.

El comer y beber juntos es señal de amistad y por lo tanto de alegría.

Cuando un grupo de personas se reúnen para comer juntos, siempre tienen un motivo, éste suele ser un acontecimiento, algo importante.

Los creyentes en Cristo, cuando se juntan para celebrar el mayor acontecimiento de la Historia por parte de quien lo motivó y por las consecuencias que de él emanan, son invitados a la mesa de la Eucaristía.

Cristo tuvo muy presente el significado del comer y beber juntos. El lo practicó muchas veces, bien porque lo invitaban amigos, bien porque Él mismo se autoinvitaba para tener un mayor acercamiento a quien externamente estaba muy apartado, como en le caso de Zaqueo.

El aceptar una invitación para comer es compartir con los sentimientos, preocupaciones de quien invita.

La participación plena de la Eucaristía es por la comunión, pues, el aceptar una invitación para comer es compartir con los sentimientos, preocupaciones de quien invita.

La participación plena de la Eucaristía es por la comunión, pues, al aceptar una invitación para una comida no es para estar sólo presente, sino para comer.

El gesto utilizado por Cristo para hacernos comprender la comunión de vida, el perdón, la solidaridad, la alegría, la salvación que Dios ofrece a los hombres es el de comer y beber juntos en la Eucaristía.

La presencia real eucarística por medio de la consagración es motivo de alegría para los creyentes, pues, es una nueva manera de estar presente, distinta de otras, pero con una fuerza de realidad que no lo pone en duda, desconfiando en este caso de sus sentidos, que le traicionan, ya que  cree no sólo lo que ve, sino lo contrario lo que está viendo.

La amistad lleva siempre a la unión, causando ésta una gran alegría para los amigos. ¿Cuál será nuestra alegría al unirnos tan íntimamente a Cristo por la comunión?

En esta parte de la Eucaristía tenemos varias aclamaciones, expresión de nuestra alabanza y señal de nuestra alegría v.gr. en el prefacio “llenos de alegría”, después de la consagración, el “amén” antes del padrenuestro, la confesión de humildad antes de la comunión. Al fe nos hace estar alegres y contentos al poder reactualizar los grandes misterios de nuestra salvación, siempre que celebramos la Eucaristía.

 

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