Alegría al confiar en alguien

Autor: Padre Tomás Rodriguez

 

El progreso no va siempre unido a la felicidad y alegría de las personas, muchas veces produce todo lo contrario: Soledad, tristeza, etc...

Sigue siendo verdad aquel dicho “Nunca me encuentro tan solo como cuando estoy rodeado de mucha gente”. Es fácil mirarse uno a sí mismo y a la gente que nos rodea ¿Cuántas veces se añora a una persona que nos dedique un poco de su tiempo para escucharnos!

c Es más fácil al padre dejarle al hijo las llaves del coche y darle una propina para que se divierta, que dedicarle unos minutos para escucharle.

c Es más cómodo al hijo no estar a solas con sus pares, pues, pueden salir conversaciones que no le agraden, que buscar un tiempo para hablar de persona a persona.

c Es menos complicado al profesor poner una nota por los conocimientos que ha expuesto el alumno, que interesarse por su situación persona, factor importantísimo en el rendimiento escolar.

c Es más común pasarse una horas de diversión con otras personas hablando vaguedades, que afrontar el problema personal con quien nos puede ayudar.

La superficialidad  del mundo invade la manera de pensar, vestir, actuar, etc..., también afecta al trato personal, y esto es muy importante, pues, en la medida en que nos relacionamos con los demás, así nos vamos realizando como personas.

Son innumerables las personas que no tienen a nadie en quien confiar totalmente, por eso se sienten vacías, indecisas, su vida es algo árido, insoportable.

No es cuestión de desahogarse con el primero que encontramos, pues, esto puede acarrear un mayor desasosiego, ya que nuestra intimidad hemos sólo de comunicarla a quien nos inspire plena confianza, al mismo tiempo que ella responda con el sincero consejo y el prudente silencio de lo que le hemos confiado.

No podemos esperar a la puerta de casa a que alguien nos brinde esa tan necesitada confianza, somos nosotros, los interesados, quienes tenemos que ir a su búsqueda; si tenemos la dicha de encontrarla, entonces toda aridez y soldad que invadía nuestro espíritu, se convertirá en alegría por haber encontrado a alguien, a quien confiar nuestra intimidad, con quien compartir mis problemas, para quien yo soy importante, pues, me da lago suyo, personal, su tiempo, no por oficio, sino por amor.

¡Ojalá todos puedan disfrutar de la alegría de confiar en alguien!.

 

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