La conversión*

Autor: Thalia Ehrlich Garduño

 

 

   Mirando el contenido de la nueva evangelización conviene tomar en cuenta que el Antiguo y el Nuevo Testamento son inseparables.  

    El contenido fundamental del Antiguo Testamento se resume en el mensaje de Juan Bautista: “Convertíos.”

    Para llegar a Jesús, se tiene que responder al llamado del Precursor. Jesús asume como suya la predicación de Juan: “Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc. 1,15).

 

    La palabra griega “convertirse” (metanoeo, cambiar de opinión; metanoia, conversión) significa:

v     Cambiar de modo de pensar

v     Poner en tela de Juicio, analizar la propia forma de vivir y el modo común  de vivir

v     Dejar que Dios guíe nuestra vida

v     No dejarse llevar por lo que opinen o piensen los demás.

 

    Convertirse significa:

v     Dejar de vivir como vive toda gente

v     Dejar de actuar como los demás

v     Dejar de justificarse por actos equivocados o malos, nada más porque todo mundo lo hace

v     Debemos ver nuestra vida como la mira Dios

 

    Así que:

v     Tratar de hacer el bien, aunque parezca incomodo

v     No estar pendiente del lo que piensa la mayoría de la gente, sino de lo que piensa Dios

v     Buscar y encontrar un nuevo estilo de vida, una vida nueva

 

    Esto no es ‘moralismo’ (El que es moralista pretende ser recto por sí mismo, sin que lo ayude Dios).

    La persona que disminuye al Cristianismo a la moralidad se pierde de la esencia del mensaje de Jesús: el don de una nueva amistad, el don de la comunión con Cristo y, por tanto con Dios.

 

    Cuando alguien se convierte a Jesús no desea ser autónomo moralmente, no pretende edificar con sus propias fuerzas su propia bondad.

    La conversión significa lo contrario: dejar de ser autosuficiente, aceptar la necesidad de las demás personas y de Dios, de su perdón y de su amistad.

 

    La vida sin convertirse es auto justificación (yo no soy peor que los demás). La conversión es la humildad de entregarse al Amor del otro, Amor que se transforma en la medida y el criterio de mi propia vida.  

 

    Debemos tomar en cuenta que la conversión es social.

    Pero ante todo es un acto personal.

v     Yo renuncio a “vivir como todos”

v     Y encuentro en Dios mi responsabilidad personal

 

    Lo personal lleva a lo social, a algo profundo, más interno. El ‘yo’ se une con el ‘tú’ profundamente y así llega a ser un ‘nosotros.’

    Si el estilo de vida en el mundo peligra la personalidad de vivir mi propia vida sino la de los otros, en la conversión debe de hacerse un nuevo ‘nosotros’ en donde caminemos con Dios.  

    El Evangelio se vive no sólo se dice con palabras. El Evangelio crea vida y crea comunidad para caminar juntos. Si conversión es solamente personal está incompleta, necesita de lo social, cada persona debe hacer comunidad con los demás para que la conversión de todos sea completa.

 

*Parte de una conferencia sobre la Evangelización del Cardenal Joseph Ratzinger, hoy Papa Benedicto XVI, 10 diciembre, 2000