Las Cuatro Estaciones de la Navidad

Autora: Sheila Morataya-Fleishman

Fuente: encuentra.com (con autorización de la autora)

 

 

Sheila Morataya nos ofrece cuatro puntos de reflexión para adentrarnos mejor en el sentido de Adviento y Navidad, y recibir con más cariño al Niño Jesús.

La navidad es esa época que tu y yo esperamos y celebramos con ansias cada año. Sin embargo, aparte de los regalos, fiestas y luces en los centros comerciales, el verdadero significado de la navidad se esconde en ese re-encuentro que tu y yo tenemos con cada uno de los miembros de la sagrada familia. Es el re-descubrimiento del divino niño Jesús. Si, celebramos un año más la navidad, el momento tan esperada por tantos en el mundo, es también la invitación que Dios te hace a manifestar el amor verdadero que en realidad no tiene nada que ver con dar regalos y preparar fiestas elaboradas. Son 12 días previos de ejercicios espirituales que te pueden llevar a pedir perdón a alguien; de ascética del corazón, que puede obligarte a visitar a los enfermos en los hospitales; días en los que es preciso hacer una revisión profunda en la propia conciencia para encontrarte si has amado a lo largo del año como Jesús lo pide. Creo que hay cuatro estaciones que pueden ayudarte a profundizar en su mensaje y llamado para tu vida.


El viaje a Belén Lucas 2:1-5

“Por aquel tiempo, el emperador Augusto ordenó que se hiciera un censo de todo el mundo. Este primer censo fue hecho siendo Cirenio gobernador de Siria. Todos tenía que ir a inscribirse a su propio pueblo. Por esto, José salió del pueblo de Nazaret, de la region de Galilea, y se fue a Belén, en Judea, donde había nacido el rey David, porque José era descendiente de David. Fue allá a inscribirse, junto con María, que estaba comprometida para casarse con él y se encontraba en cinta”.


José llevando a María con el niño en su vientre. José buscando formas de protegerle a los dos. José atento, fiel, noble y generoso. José volcado en su mujer y en el niño Salvador del Mundo por nacer. ¡Que hermoso pasaje de la escritura! Este es tiempo de adviento, Dios Padre, te hace la invitación a seguir de cerca a José y sus actitudes antes de que el más esperado de los nacimientos suceda. ¿Cómo estas protegiendo este sagrado tiempo de apertura del corazón a Dios de las luces y materialismo que hay en el mundo?

Es que el tiempo de Navidad tan esperado por todos para celebrar fiestas, dar y recibir regalos puede perder su verdadero y profundo sentido si no estás atenta desde el comienzo al llamado del regalo de Dios para tu vida. Jesús, su nacimiento es el verdadero regalo. José es el instrumento para que este regalo llegue a las manos de cada uno, María su madre es la esclava del amor que se olvida de sí misma para dárselo al mundo. Tu puedes reflejarte en la figura de José y de María caminando junto a ellos hacia Belén. Tu hogar, ¿refleja la decoración sencilla de que el Niño va a nacer? ¿Lo saben tus hijos y esperan con emoción su nacimiento? 


La Navidad Lucas 2:6-7

“Y sucedió que mientras estaban en Belén, le llegó a María el tiempo de dar a luz. Y allí nació su primer hijo, y lo envolvió en pañales y lo acostó en el establo, porque no había alojamiento para ellos en el mesón”.

La pobreza material de la sagrada familia puede que haya sido el mayor obstáculo para que les abrieran las puertas de alguna casa. Trata de visualizar a esta pareja santa por un momento. Millas y millas de viaje a pie, José cansado y con la barba crecida; María cubierta con humildes vestidos, me imagino que al mirarla estarías descubriendo a la humildad y sencillez misma, esas virtudes que las mujeres de hoy muchas veces confundimos con pobreza, cuando en realidad son ellas las que te ayudan a ser grande y eterna. Sin embargo, José y María tocaron, insistieron, rogaron y una y otra vez. Sin embargo el orgullo humano cerraba las puertas en sus santos rostros. ¡El establo! Debe haber pensado José, -vamos y esperemos ahí- a los animales no les importara que estemos en su territorio-. Y ahí, en medio de animales sin inteligencia, con ese olor a establo que ni a ti ni a mí nos agrada, nace Nuestro Rey. El envoltorio es sencillo, una simple frazada que no alcanza a ser tan gruesa para protegerle del terrible frío. Llora, llora una y otra vez buscando el amor de José y María. Ellos ya se han ofrendado al amor mismo. Y tú, ¿vas a darle tu amor al niño? ¿Crees que podrías visitar un establo? Recibirás entonces el más hermoso de los regalos, el amor sublime de Cristo que no puede compararse al amor humano. Que sacia, que llena, que realiza, que abraza y que no cansa.


La Adoración San Mateo 2:10-11

“Cuando los sabios vieron la estrella, se alegraron mucho. Luego entraron en la casa, y vieron al niño con María, su madre; y arrodillándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y le ofrecieron oro, incienso y mirra”..

La escritura Santa se refiere a los Reyes Magos como los sabios. Es que para poder ver lo que puede hacer Jesús por tu vida se necesita ese tipo de sabiduría sobrenatural. La que te lleva a no quedarte con los ojos pegados en la tierra. Es la sabiduría que como mujer reconoce que sin el soplo del amor divino no eres nada, que le necesitas todos los días de la vida para vivir como hija de Dios y para amar como verdadera discípula de Jesús. ¿Has visto la estrella?, ¿Meditas en su significado para tu vida?. Los regalos de los reyes eran de un enorme valor y significado para su tiempo, ¿Qué regalo le llevas tú al niño este año?. Yo quisiera llevarle pobreza de espíritu, inteligencia obediente, amor sin límites. Creo que esos regalos representarían oro, incienso y mirra, ¡Ah! E irán envueltos en ese gran regalo que te da a ti y a mí después de la vida. Tú corazón, ¡Que cofre más hermoso!

La huída a Egipto San Mateo 2:13-15

“Cuando ya los sabios se habían ido, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José, y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”.

Escucha cómo tu ángel custodio te habla cada día de Navidad al oído. No permitas que la calle con árboles y luces te deslumbren. Carga al niño, aférralo a ti como solo una madre podría hacerlo. Y huye del mundo y la falsedad de sus regalos. No dejes que maten al niño que vino a dar la vida por ti, que llora insistentemente para que le des tu amor. Quiero pensar que aunque es el Rey de Reyes, nos necesita y espera tu respuesta generosa y la mía. Huye, huye y espera la Navidad con tu familia en la Iglesia, en el silencio de la liturgia. El niño, el niño, ¡que nos ha nacido!