Tocando vidas

Autor: Sergio Pérez Castañeda, Ensenada

 

El viejecito ocupaba el menor espacio que podía,
no quería ser notado ni quería ser una molestia,
su necesidad lo orillaba a esa situación.

Había quienes se sentían importunados por esa
mano arrugada que se extendía con una muda
petición de que se le depositara algo.

Y muchas veces lo único que recibió fue
una mirada desdeñosa.

Por tener que esperar a una persona, estacioné
mi automóvil cerca de él y así fue como tuve la
oportunidad de observar, como un anciano
mendingante tocaba la vida de los demás,
de manera sutil y discreta.

LLego junto a él , un niño apretando nerviosamente
una pequeña moneda, anticipando la sensación de
dar, dándole su única posesión y alejándose juguetonamente.

Pasó un apurado padre, que lo usó de ejemplo
de como se ven los robachicos , para intimidar 
inútilmente a su revoltoso vástago.

Llegó una viejecita, quien no solo le dio una
moneda , sino que también le obsequio el
calor de una palabras de comprensión y 
de animo , para que se cuidara del frío
que sin misericordia se hacia sentir.

Un jubilado, pasó junto a el y en su rostro
se leyó un agradecimiento a Dios, por
la familia que tenia y por el magro cheque
que cada mes recibía.

Pasó un policía, que se hizo el desentendido,
al ver el temor en los ojos de alguien completamente
inofensivo, que le recordó a su viejo, prosiguiendo
su camino imperturbable.

Pasaron como cincuenta personas y nadie le prestó
atención, sumergidas en sus propias necesidades.

Me baje del auto y me dirigí resueltamente a él,
me miró con desesperanza, por su mente paso
la eminente expulsión , pensando que yo era
el propietario del negocio donde él se
refugiaba.

! Señor ! .- le dije en voz alta, por si no oía bien,
! Hace frío y voy al restaurante , me permite que le invite algo ? !
Hizo el intento de negarse a aceptar, pero el frío reinante
le dio valor para decidirse......Un mate por favor ....

Cuando cumplí su pedido, recibí el gracias mas sincero
y conmovedor que he escuchado, me agradecía el
haberlo hecho sentir humano, por esa pequeña
atención que había tenido con él.

Dejó de sentirse en ese momento,
un estorbo, un anciano solitario,
un despojo que la sociedad
inhumana y fría, esperaba
impaciente su desaparición.

De repente fue un recuerdo traído a 
su estado actual y se sintió con vida,
joven y viril, util y amado.

pero lo que mas me impresiono no 
fue ese cambio, sino la sabiduría
de sus ojos.

! Porque el sabia que por una monedas ,
tocaba las vidas, con su triste ejemplo. !

Como se han de imaginar,
la persona que esperaba, ya me
estaba aguardando impaciente .

! Nunca volteó a ver al anciano,
y concluí que esa lección,
solo era para mi.!