"¡Un Niño nos ha nacido!"

Natividad del Señor 

Autor: Padre Sergio A. Cordova, L.C.

Fuente: catholic.net (con permiso del autor) 

 

           

¡Ha llegado la Navidad! El corazón de todos se regocija, los niños bailan de contento y festejan con alborozo los regalos traídos por el Niño Dios. Las luces brillan por doquier, el árbol, los adornos navideños, los aguinaldos, el turrón, el pavo y la champagne... ¡Estamos de fiesta! Y, sin embargo, muchas veces nos olvidamos, desgraciadamente, del motivo de nuestra fiesta. Celebramos un cumpleaños, y al agasajado, al Niño Jesús, lo abandonamos en un rincón de nuestra casa. 

Me acuerdo ahora de una bella historia. Se cuenta que en una ocasión la Virgen María tuvo un sueño. Y, al despertar, toda inquieta e intrigada, se lo contó a san José....: 
–“¿Sabes, José? Anoche tuve un sueño que no pude entender. Fue sobre la celebración del cumpleaños de nuestro Hijo. La gente se había preparado para ese día desde hacía varias semanas. Iban a las tiendas y todos andaban muy afanados comprando muchos regalos y decorando sus casas. Y sus vestidos eran muy elegantes. Pero, había algo muy extraño... porque los regalos no eran para nuestro Hijo. Los envolvían en un papel muy hermoso con moños, y los ponían debajo del árbol. ¡Sí! ¡Un árbol dentro de sus casas! De sus ramas colgaban bolitas de colores y adornos. En la cima del árbol había una figura, y creo que era un ángel. Realmente, ¡todo era hermoso! Todos parecían estar muy felices y muy emocionados por los regalos que darían y que recibirían de los demás... Pero, José, no tenían ningún regalo para nuestro Hijo. ¡No creo que no lo conocieran! Ni siquiera mencionaban Su nombre. ¿No es todo esto muy extraño, José, que la gente ponga tanto esfuerzo en celebrar el cumpleaños de alguien a quien no conocen? Yo creo que Jesús se sentiría como un intruso en su propia fiesta de cumpleaños. Todo era muy lindo y estaban todos muy ocupados por celebrar la fiesta. Pero, ¿sabes, José?, me dieron ganas de llorar porque nuestro Hijo era totalmente ignorado. ¡Qué triste para Jesús no poder participar en su propio cumpleaños!... Pero, bueno, estoy tranquila porque sólo fue un sueño. ¡Imagínate qué terrible para nuestro Hijo si esto fuera verdad!”... Y, tristemente, para muchísima gente en muchísimas partes del mundo, ¡esto es verdad! 

Todos nos regocijamos hoy por el nacimiento de Jesucristo en la tierra. “¡Un Niño nos ha nacido, un Hijo se nos ha dado!” –canta alegremente la Iglesia en la misa de Nochebuena, con las palabras del profeta Isaías. Sí, Jesús ha nacido, y en Él “ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres” –nos dice san Pablo en la lectura de la carta a Tito–. Y en el Evangelio escuchamos el mensaje jubiloso que el ángel anuncia a los pastores: “Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: ¡el Mesías, el Señor! Y aquí tenéis la señal: encontraréis a un Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. 
¡Dios se ha hecho hombre! ¡El Verbo eterno del Padre se ha hecho carne para redimirnos del pecado, para abrirnos las puertas del cielo y darnos la salvación!

Es un misterio insondable, incapaz de ser abarcado ni comprendido suficientemente por nuestra pobre y oscura razón humana. El Dios infinito se hace un ser pequeñísimo; el Dios eterno se hace hombre temporal y mortal; el Dios omnipotente se hace un niño frágil, impotente e indefenso; el Dios creador de todo cuanto existe y a quien no puede contener el universo entero, se hace una creatura capaz de ser contenida en el vientre de María y luego envuelta en pañales... ¡Sí, este Niño es Dios! Y nace en la más absoluta pobreza, en la más profunda humildad, silencio, desprendimiento, obediencia al Padre... ¿Por qué? Por amor a cada uno de nosotros. ¿Para qué? Para darnos la vida eterna. Como bellamente nos dice san Ireneo, “el Hijo de Dios se hizo hijo del Hombre para que el hombre llegara a ser hijo de Dios”.

Ojalá que en esta Navidad meditemos hondamente en el significado y en el sentido profundo de lo que estamos celebrando, y no nos ocurra como la historia del sueño de la Virgen María.