¿Se puede tener una familia ejemplar hoy en día?

Autor: Rosa Martha Abascal de Arton

 

Mucho se ha hablado y escrito sobre la familia, su papel en el mundo actual, 
su trascendencia, el rol del padre, de la madre, del matrimonio, pero hoy más que nunca, necesitamos ejemplos vivos que nos afirmen que esa familia ideal existe, que todavía es posible a pesar de los pesares tener una familia unida, una familia donde reina la paz, el respeto, la comprensión, el diálogo, el sacrificio, la entrega, el servicio, la esperanza, la congruencia, la responsabilidad, el testimonio... en una palabra el amor. 

Quiero dedicar este artículo a un matrimonio ejemplar: Lucía y Fernando. 
Cumplen este martes 9 años de casados. No me corresponde contar su historia, 
pero si puedo atestiguar que han pasado por momentos dificilísimos que han 
sacado adelante juntos con la ayuda de Dios. Han tenido también alegrías 
maravillosas y el tesoro, el regalo del cielo mas grande: sus dos preciosos hijos, María y Fernando, fruto y reflejo de su amor. 

Ambos han sabido cuidar y cultivar ese amor, esa visión de la vida que hizo que en su momento, un 29 de julio de 1994 unieran sus vidas ante Dios y ante los hombres. Con dificultades y tropiezos, con alegrías y tristezas, con lágrimas y risas, pero siempre viendo hacia su meta común. 

Por distintas circunstancias, por el vértigo con el que el mundo de hoy se maneja, es cada vez más difícil encontrar un ejemplo de vida. Tal vez es porque hemos olvidado el significado del amor, tal vez porque el egoísmo priva de uno o de ambos lados, o quizás porque las personas ya no piensan en casarse para toda la vida: está fuera de moda. 

Es maravilloso observar a una pareja joven, actual, exitosa, apoyando a sus hijos, educándolos y formándolos para que puedan valerse por si mismos, para 
que tengan valores, para que tengan una jerarquía en la vida que les permita decidir lo que es correcto y lo que no, en una palabra, para que tengan sentido de vida. Es fenomenal ser testigos de cómo dos personas se apoyan mutuamente de una manera tan desinteresada y comprometida, en las labores de la casa, en el trabajo, en la maestría, en su progreso como personas y como 
matrimonio. 

El día en que se lanzó Yo Influyo a los medios, hubo una anécdota que emocionó a todos los presentes, por la profundidad y trascendencia que ella tiene: Lucia y Fernando, siempre se han preocupado por que Maria, su hija mayor, ame a México, porque es la base para que ella pueda ser en un futuro una extraordinaria ciudadana. María hizo en su escuela una banderita de México, sus padres le enseñaron que cada que pasara enfrente de una bandera de México dijera ¡viva México!, es una chulada, se encoge el alma al escuchar a una niña de 3 años diciendo con todas sus fuerzas ¡Viva México!, María, es una ciudadana comprometida a tan corta edad, ¿qué será cuando crezca? 

Así como estos padres, esta familia que considero ejemplo de vida, están 
formando a sus hijos en la virtud del patriotismo, así les están inculcando otra serie de valores y virtudes que solamente un matrimonio, un padre y una madre comprometidos consigo mismos, con su cónyuge y con sus hijos, pueden transmitir, pues una familia es responsabilidad de padre y madre, de ambos, y si alguno falla, también está incompleta la educación, la afirmación personal y la seguridad de los hijos. 

¡Es tan fácil por ejemplo decir un “porque lo mando yo”!, sin embargo, la fuerza del razonamiento, de la enseñanza del porque, de los valores más profundos y fundamentales, son los que a fin de cuentas están haciendo que María y Fernando tengan las bases, las raíces para decidir a lo largo de su vida y hacer así uso responsable de su libertad. 

Desgraciadamente hay mucha gente que educa con base en amenazas, enojos 
y gritos. Sin embargo, así no se educa en la libertad. Lucía y Fernando están 
educando en la libertad. Basta ver la manera de ser de los niños el respeto y cariño que existe en esa familia, para poder decir con el alma llena de esperanza ¡si se puede! ¡ todavía se puede!
No hay amor más grande que el de Aquel que da la vida por sus amigos. Y esta 
es la profundidad del amor, AMOR con mayúsculas que se respira en esta familia, amor que los ha llevado a sublimar el dolor, amor que los ha consolidado como matrimonio, amor que los ha llevado a superar obstáculos casi invencibles, amor que que ha logrado que su familia se convierta en punto de referencia y testimonio para todos los que tenemos el honor de ser sus amigos
El dolor por amor, el sacrificio por amor, el servicio por amor, la entrega por amor, la negación por amor, consolida las relaciones humanas, las hace trascender, las lleva al infinito, a la eternidad, las sublima en Dios y al final del camino, se transforma ese dolor humano, en gozo espiritual, se transforma en una familia fuente de bendiciones para quien la rodea. 
¡Gracias amigos por su testimonio!, Felicidades y que Dios los bendiga eternamente.