Se casaron... "¿Y fueron muy felices?

Autor: Rosa Martha Abascal de Arton

 

Se casaron y fueron muy felices… un vertido espectacular, miradas románticas y seductoras; lujo, gala, derroche; la elite del mundo congregada en un evento; pasarela, diseñadores, joyas, coronas y brillantes; desfiles, adornos, luces; buenos vinos, excelentes viandas, flores exóticas y música celestial; una iglesia espectacular y una recepción regia en todos los sentidos…

 

“Te amo, guapa”  “…y prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, amarte y respetarte todos los días de mi vida”… se casaron y fueron muy felices…

 

Esta es la falsedad, la irrealidad del prototipo del Amor que la modernidad, el hedonismo, el individualismo proponen. Ya desde los cuentos de hadas, viene esto muy definido: “ se casaron y fueron muy felices”… como si con un “si” pronunciado ante Dios y ante los hombres, los obstáculos, las pruebas, la tentación, el dolor o el sufrimiento, no tuvieran ya cabida en la vida de los esposos.

 

Sin embargo, la realidad es completamente al revés, ese “si” ante el Altar, ya sea glamoroso o sencillo; lleno de reflectores o muy íntimo; extraordinariamente lujoso, o con falta de recursos; ese instante, ese “si acepto”, es solo el inicio de una lucha, de una etapa, de un camino definido para llegar a la meta, la felicidad temporal y la eterna.

 

El matrimonio, es la unión entre un hombre y una mujer para fundar una familia, con y por Amor, para ayudarse mutuamente y procrear nuevas personas a las cuales les transmitan los valores que les permitan trascender.

 

La familia, como institución, es la célula, la base, el fundamento de la sociedad. Si la familia se desintegra, la sociedad se desintegra. Es como el cáncer, si una célula tiene cáncer, todo el organismo, el ser humano, está enfermo, y esa célula puede contagiar a otras células si no se cura pronto.

 

Pero ésta célula social, la familia, no se enferma porque si, se enferma y se desintegra cada vez con más frecuencia, porque la vida matrimonial, la vida de pareja, la vida de familia, no es sencilla, y todo el entorno, invita a irse por el camino fácil… “se casaron y fueron muy felices”, es un bonito cuento de hadas, pero nada mas.

 

Hay muchos, muchísimos, innumerables factores que empujan a la persona a no luchar por la familia. La cultura “Light”, el “cero compromiso”, el “desechable”, ha permeado la vida del ser humano, pero no solo en sus hábitos de consumo, sino en la esencia de su estructura mental, de sus valores y de sus decisiones.

 

“No te preocupes amiga, si no funciona, pues me divorcio”… “No compadre, yo primero pruebo de todo a todo, no vaya siendo que no seamos plenamente compatibles”… ¿Casarme? NO… mira, vivir mis amorcitos, vivirlos en plenitud, ¡pero sin anillos ni papeles, eso le quita la emoción al asunto!”… “A mi no me gusta tener una catedral (esposa), sin mis capillitas (amantes), eso es lo que le da sabor a la vida”…

 

Pero toda esta nueva cultura de lo “desechable”, sería plenamente derrotada, anulada, aniquilada, si nos preocupáramos por inculcarnos e inculcarle a nuestros niños, Amor apasionado a sus convicciones.

 

El Amor, no es un sentimiento o sentimentalismo que “nace” y “muere”, como se dice últimamente. El Amor, es una forma de vivir, que se puede manifestar de diversas maneras, ante diferentes circunstancias, creencias, valores o personas; pero el Amor debe ser la esencia de nuestra vida y por lo tanto de nuestras acciones.

 

En este sentido, NO HAY en el mundo, una fuerza más grande que la que tiene un ser humano que defiende sus convicciones, ya que es capaz de dar la vida, la salud, la libertad, por defenderlas.

 

Así tenemos ejemplos de mártires y héroes, que han dado la vida por su fe, por su Patria, sin pensar en lo que ello conllevaba de dolor, negación o sacrificio. El Amor a la convicción movía a la persona a una entrega TOTAL y desinteresada.

 

Si cada uno de nosotros, amara en plenitud lo que la familia es en esencia, lo que significa para el desarrollo pleno de cada niño, de cada persona y por lo tanto para la salud de la sociedad y de la Patria, haríamos lo posible y lo imposible, para mantenerla sólida, sana y unida.

 

Lo que vale, cuesta. El Amar profundamente a la familia, no quitará ni un ápice de dificultades, problemas, sinsabores, decepciones, soledades, tentaciones, espejismos, dolor y sufrimiento, pero, ¿sabes?, todo tendrá un sentido, una fuerza, un por qué y un para qué.

 

La vista puesta en una meta: una familia sana, unida, sólida, para formar seres humanos estables, sanos, íntegros y que trasciendan en la construcción de la Patria a la que tanto amamos y por la que luchamos, será lo que nos haga salir victoriosos de toda batalla y al final de nuestra vida, de la gran guerra por y para el Amor.

 

Yo no quiero quedarme con el vació, el sin sentido de “se casaron y fueron muy felices”, pues es en la lucha, en el sudor, las lágrimas y la sangre, en el sacrificio, el dolor y la entrega, en donde se forja un ser humano valioso e íntegro. Es en los ideales, el tesón y la constancia, donde se fortalece la persona y se vuelve fructífera.

 

Es gracias a la lucha, como consecuencia de ella, como su fruto maravilloso e incomparable, que un ser humano, puede alcanzar la paz, la alegría y la limitada felicidad de éste mundo.

 

La vida no se acaba hasta que se acaba, y eso solo sucede con la muerte. El matrimonio es únicamente el inicio de un camino de lucha, de metas, de trabajo y de satisfacciones.

 

Enseñar a Amar a la familia, a luchar por ella, a valorar lo que implica Amar y madurar, lo que conlleva “familia”, es la única manera de mantener a la sociedad de hoy, sana, pujante, sólida, con empuje, con arrastre, con visión y trascendencia.

 

El día que cada persona Ame la esencia de “familia” al grado de llevarla impregnada en la piel y tatuada en el alma, dará su vida por la estabilidad y fortaleza de su familia, y de otras familias, sin importar las dificultades, retos o sufrimientos, pues la recompensa es tan grande, que nada se le puede comparar.

 

“Nadie tiene amor más grande, que el que da la vida por sus amigos”. Y cada uno de nosotros da vida en el sentido más profundo de la expresión, al cuidar, velar y proteger, la cuna del amor pleno, la cuna de la vida física y espiritual, la cuna de los hombres y mujeres que han hecho y harán historia, la cuna de aquellos que trascienden, TU CUNA: la familia.