Remedios contra la soledad en el matrimonio

Autor: Rosa Martha Abascal de Arton

 

Hace algún tiempo, escribí un artículo que se llamó “Soledad en el matrimonio”. En él, relaté circunstancias que llevan al alejamiento de la esposa y el esposo, invitando a hacer una profunda reflexión sobre uno de los asuntos de actualidad más fundamentales de nuestro mundo: el matrimonio como fuente de la familia, la familia como célula básica de la sociedad, las sociedades como formadoras de una nación, y las naciones conformadoras del mundo. 

Las respuestas de gente de toda América Latina y España, han reconfirmado, 
que ésta es quizás la preocupación más grande de cualquier matrimonio: 
como amarse hasta la muerte, como respetarse y ser fiel con tantas cosas que 
nos hacen ruido en este mundo materialista, individualista, egocéntrico, 
pragmático y hedonista. 

Como una respuesta a los cientos de mails sobre el tema, publiqué otro artículo, ahora haciendo referencia a un matrimonio ejemplar, Fernando y Lucía, que han sabido sortear problemas, dificultades, soledades, sublimando su amor, haciéndolo trascender y demostrando que si se puede, en esta época, en este mundo tener una familia que de testimonio de amor. 

Este sábado tuve el privilegio de asistir a un encuentro para matrimonios y 
llegué a las siguientes conclusiones, que quiero compartir con ustedes: para mantener vivo y fuerte el amor conyugal:
1. No debemos confundir enamoramiento, sentimentalismo fugaz, con amor: 
esencia de una relación, entrega, servicio, olvido de uno mismo, donación, 
sacrificio, dolor y al final felicidad interior, paz y alegría.
2. Dios creó a la mujer, no de la cabeza para que fuera superior, ni de los 
pies para que fuera inferior, sino de las costillas para que sea igual al 
hombre, cerca del corazón para que se amen con intensidad.
3. Comunica con sensibilidad aquello que sientas, pienses, tus miedos, dudas, dolores, alegrías, que puedan fortalecer tu matrimonio. Mantén una intensa y sólida comunicación con Dios, contigo mismo, con un amigo que te oriente, un director que te guíe para que vayas descubriendo en ti, todo lo que puedes mejorar y explotar para el servicio de tu familia.
4. Ama a tu cónyuge con sus virtudes y defectos, pues pueden ser una fuente 
de amor y comprensión, el amor no debes condicionarlo.
5. El amor no es frío y responsable, sino tierno y afectivo, No basta con “cumplir”, hay que “hacer todo por amor”, amando a Dios amamos a nuestro 
cónyuge, amando a nuestro cónyuge, amamos a Dios, es una relación 
íntimamente asociada.
6. Nunca ofendas a tu cónyuge ni pelees y menos enfrente de tus hijos o de 
extraños. El comentario hiriente o despreciativo, destruye el amor, fomenta 
el resentimiento, levanta muros entre los esposos, da un pésimo testimonio 
de matrimonio. Por el contrario fomenta el diálogo, la confianza, el intercambio de impresiones para llegar a un punto común, una meta compartida.
7. Se misericordioso, ten compasión de los defectos de tu cónyuge porque tu 
a tu vez necesitas piedad por tus múltiples defectos. Ayuda, orienta, da 
consejo, no juzgues, guía, da alternativas. Se conciente de tus defectos al 
mirar los de tu cónyuge.
8. Ejerce la corrección fraterna, para irse perfeccionando mutuamente, pero 
siempre con ternura, caridad, sin tomártela personal porque puedes agredir y 
en lugar de orientar provocar nuevos problemas. Nunca corrijas en público, 
pues ridiculizar a tu cónyuge, es acabar con tu matrimonio, es escupir al 
cielo.
9. Perdona, pues también debes ser perdonado. No “ofendas” al perdonar 
como quien hace un favor, no guardes resentimientos que te minan el alma, el 
amor y por lo tanto tu relación. Busca dar el primer paso hacia la reconciliación 
aunque “no sea justo”, ganas, creces como ser humano y como matrimonio 
al hacerlo. Nada hay más digno que perdonar y sufrir calladamente un trato 
injusto, pues te fortalece espiritualmente.
10. Se servicial con tu cónyuge, ayúdense mutuamente en todos los ámbitos y 
aspecto de la vida desinteresadamente. Busca dar gusto a tu cónyuge, siempre 
negociando, cediendo, comunicando, buscando conocer más para dar gusto 
aún sin que el cónyuge te lo pida Se puede decir que en este sentido, el 
matrimonio, salvo algunas excepciones, es un boomerang, mientras más das, 
más recibes. Da hasta que tus propias fuerzas te pongan un límite, si no recibes humanamente, recibirás de forma trascendente. Recuerda no llevar cuentas de lo que das.
11. Las metas materiales son meros instrumentos, buscar el dinero por el 
dinero, trabajar por “dar un mejor nivel de vida” olvidando la convivencia 
en familia, es un error enorme, pues también distorsiona la escala de valores de los hijos, al percibir lo monetario como trascendente.
12. La llegada de los hijos, debe FOTALECER la comunión, la vida en común, 
las metas, la comunicación de ambos cónyuges, pues los hijos son fruto del 
amor, no pueden convertirse en obstáculo del amor, es una terrible injusticia para con el esposo y para con los hijos permitirlo, solo te hago una pregunta, cuando tus hijos crezcan y hagan su vida, ¿con quien vas a seguir hasta que mueras? No se vale hacer a un lado tu matrimonio so pretexto de los hijos
13. Tengan una meta en común, vean al largo plazo en la misma dirección 
¿Qué buscan para los hijos? ¿cómo se ven en 10, 15, 20 años? ¿cómo 
quieren lograrlo? ¿Cómo van a educar a los hijos? Sin un plan de vida, un ser 
humano puede  perder el sentido de su vida. Sin un plan de vida matrimonial, 
el matrimonio puede perder sentido y por lo tanto desembocar en una 
separación. 
Este es desde mi punto de vista el cimiento de un buen matrimonio.
14. Definir, complementar, compartir, ser solidarios y subsidiarios en el 
rol que cada cónyuge tiene:
a. La mujer, esposa, madre, el corazón de la familia, el amor, la ternura, 
la formadora de seres humanos que amen, hagan felices a los demás, 
alcanzando así su propia felicidad.
b. El padre, fuerza, guía, formador de la voluntad, cabeza que sirve y que 
debe amar, entregando su vida por su familia
15. Si cada hombre y cada mujer, tiene una rica vida interior, podrá trasminarla, difundirla y hacer que se asimile en todos los aspectos de su 
vida, en todas las ramas de su vocación. Así, teniendo una relación de paz, 
amor con Dios, podrá hacerse lo mismo con el cónyuge, con la familia, con 
los amigos, impregnando la sociedad de amor, felicidad y trascendencia. 

Suena fácil, es difícil, pero para el amor no hay nada imposible. ¿Qué eres 
capaz de hacer por tu familia, tus hijos y tu Patria? Recuerda, que al fortalecer tu matrimonio fortaleces tu familia, fortaleces tu sociedad, fortaleces a tu Patria y al mundo entero, así de grande es el poder del Amor.