Los sentimientos… ¿y el carácter?

Autor: Rosa Martha Abascal de Arton

 

 

“…Más vale sufrir por la Verdad, a que la Verdad tenga que sufrir por mi” José María Escrivá de Balaguer (Surco, 567)

En un mundo en el cual el sufrir, el llorar, el dolor es temido, odiado y repudiado, ésta frase asusta y ahuyenta a más de uno, sin embargo, es la base y la fuete de estabilidad, equilibrio y proyección de vida a largo plazo.

Hoy en día, los medios de comunicación nos presentan a un ser humano “animalizado”. Los anuncios se dirigen a despertar los instintos pintando al mundo ideal como un lugar sin reglas, sin “tabúes”, sin límites, con un goce de una “libertad total”.

Jóvenes bailando desenfrenadamente, besándose con pasión, mirándose con deseo; venta de coches, desodorantes, cigarros, perfumes y hasta shampoo, usando a la mujer como objeto de consumo, como premio incluido, como el “plus” de un determinado producto.

El manejo de los sentimientos (odio, envidia, ira, deseo, querer…), de las emociones (sentimientos que invaden todo el ser de la persona) y pasiones (sentimientos que impulsan a actuar con una vehemencia y fuerza especial), es un tema fundamental para la formación de hombres y mujeres de carácter. Sin embargo, esta formación tiene algunas aristas. Hay quienes cometen diferentes errores con respecto a él y por lo mismo no solo no evitan un modelo de vida equivocado, sino que lo fomentan:

Negar el sentimiento, emoción o pasión. Es una reacción muy común en aquellos que se creen perfectos, incapaces de sentir nada que los perturbe, o los estoicos que prefieren no sentir nada. Esta actitud lleva a una negación de una característica humana: el sentir emociones y pasiones. Esto deshumaniza a la persona, evitando que trascienda y supere y sublime aquello que siente. 
Tratar de cambiar un sentimiento por otro. Es querer sentir bien siempre. Los sentimientos NO CAMBIAN. Yo no puedo decidir no sentir rechazo por aquel que me lastimó, no puedo decidir no sentir ira por aquella situación que me incomoda, porque los sentimientos (emociones y pasiones) tienen mucho de orgánico y están fuera del dominio absoluto de la voluntad. 
Procurar huir de las situaciones que despiertan un determinado sentimiento. Pudiera funcionar en algunos momentos, sin embargo, las emociones y las pasiones se presentan en los momentos y las circunstancias menos imaginadas: alguien te raspó el coche… y allí viene la ira; una chica te cerró el ojo y “se te alborotó la hormona”, en casa de un amigo estaba a gusto y comiste y bebiste de más… tu no te pusiste en la ocasión, sin embargo, la ocasión llegó a ti.

¿Cómo entonces afrontar el dominio, el señorío sobre mi propia vida si no soy capaz de negar, cambiar o eludir los sentimientos, emociones y pasiones?

La respuesta es el respeto al “ser persona” con todas las características que lo hacen “ser humano”: inteligencia, voluntad y libertad.

Suena fácil… sin embargo en una sociedad que plantea el consumo, el placer, el individualismo, el subjetivismo, el ego como parámetros de vida, el ejercicio pleno de “ser humano”, de “ser persona”, es realmente complicado y por momentos heroico.

El secreto es el equilibrio, la armonía entre sentimiento, inteligencia, voluntad para el ejercicio de la libertad plena.

La inteligencia a través de la experiencia, el estudio, el razonamiento, es capaz de conocer la verdad: la droga hace daño al cuerpo, a la mente y al espíritu. 
El sentimiento, emoción o pasión, puede seguir dos caminos 
Rechazo a la droga 
Deseo de consumir droga
La voluntad debe SUPERAR, trascender el sentimiento y guiarse por la inteligencia que le plantea el daño que hace la droga y debe DECIDIR no consumir droga 
Si el sentimiento está en el mismo sentido que la inteligencia, será un acto bueno sin una lucha intensa 
Si el sentimiento era el deseo de consumir droga, y la voluntad se guió por la inteligencia que sabía la verdad, superando el sentimiento, entonces el ser humano ha tenido una lucha que terminó en la victoria de lo humano, del SER PERSONA, sobre el ser “animal o instintivo”. Negar el dolor, la lucha, el desgarramiento, el cansancio que esto supuso, es tirar a la basura todo el mérito logrado. Más bien, el ofrecimiento y la entrega plena de esos sentimientos a Dios, hará de ésta decisión un acto más meritorio, más perfecto y a la vez más plenamente humano, conducente a alcanzar la felicidad y la paz espiritual de la persona.

Hay quien sostiene que para que una persona sea feliz, el sentimiento, la inteligencia y la voluntad deben ir en el mismo sentido, querer lo mismo. Sin embargo, históricamente y ya con Aristóteles, se plasmaba en ejemplos claros que NO HAY MAYOR ARMONIA, paz y plenitud, que la que siente, vive, razona y AMA un ser humano, que ha vencido en la lucha a un sentimiento contrario a la verdad:

Aquel drogadicto que decidió dejar la droga 
Aquel iracundo que venció su carácter y suavemente resolvió un problema 
Aquel hombre que deseaba con todo su ser a una mujer y decidió dominar ese impulso para conservar íntegra y sólida a su familia…

… a pesar de la lucha, el desgarramiento interno, con ese triunfo cada uno de ellos son “más persona”, conservando y fortaleciendo su carácter, su dignidad, su paz interior y por lo tanto la felicidad.

No cabe duda que todo esto implica lucha, dolor, cansancio físico y emocional, se necesita ser un gladiador, un luchador para ser más y mejor persona. Pero los resultados están a la vista, hombres y mujeres que han marcado la historia del mundo por su “ser más y mejores”, un Juan Pablo II, una Madre Teresa de Calcuta, madres y padres anónimos, heroicos en el cumplimiento de su misión, un Padre Damián que se negó a si mismo al grado de convivir 20 años en una isla con leprosos, un Padre Pío que antes de caer en la tentación en cualquiera de sus facetas prefería morir, para no traicionar su objetivo final.

Si todos abrazáramos con pasión, con vehemencia, con Amor esta frase de “más vale que yo sufra por la Verdad a que la Verdad sufra por mi…” a pesar de los errores humanos, de los fracasos, de las caídas, SIEMPRE nos levantaríamos fortalecidos, con la fe y la esperanza de ser gladiadores de la Verdad, defensores de la Verdad, por Amor a Dios, a nuestra Patria, a nuestra gente… la pregunta es: ¿tu estás dispuesto a dar tu vida por la Verdad?