La trascendencia de la vocación de ser mujer

Autor: Rosa Martha Abascal de Arton

 

En una plática a la que tuve la oportunidad de asistir, se planteó la enorme dificultad de este siglo XXI para educar y autoeducanaros en valores, virtudes, inteligencia, emociones, voluntad y sentimientos.

 

Un comentario parecía solucionar todo, y provocó la sonrisa de todos los hombres presentes: “ regresemos a la mujer a su casa” pues si la mujer es el corazón y la educadora del hogar, estando ella allí, todo funcionará de maravilla.

 

En un esfuerzo de análisis y objetividad, veremos que de cierto tiene la aseveración anterior.

 

1.    Hombre y mujer, son personas de igual dignidad, ambos tienen roles imprescindibles y complementarios en la sociedad, la familia y el trabajo.

2.    Parte de la esencia femenina, es que ella va a la totalidad del ser,  cuida, conserva, protege, nutre y favorece el desarrollo de quien esté a su lado. Es el modo natural de ser de la mujer, su gozo es compartir la vida de los seres humanos que la rodean, en las alegrías, pero sobre todo en la tristeza, empatizando, entendiendo, viviendo “en si” los problemas de otros para apoyarlos, darles ánimo, darles “vida” psicológica, afectiva, moral…

3.    Las características femeninas son indispensables para el desarrollo y maduración de una vida social sana, equilibrada y pujante. Desde la  antigüedad, grandes mujeres como Ruth, Débora, Judit, Esther, fueron piezas clave para su pueblo,  así como Isabel de Hungría, Isabel la Católica, Margaret Tatcher y la inefable Madre Teresa.

4.    La mujer en la familia, tiene una vocación fundamental, con ese poder y don de dar vida en el sentido más amplio, va formando, moldeando, cincelando, puliendo, el alma, la inteligencia, la voluntad, las emociones, las virtudes, los sentimientos, los defectos, de aquellos más próximos, más “suyos”, esa es su misión en la familia, y al cumplirla, está sirviendo a su sociedad y a su Patria, formando ciudadanos, personas íntegras.

5.    A lo largo de la historia, en diversas circunstancias, modos y momentos, la mujer ha asumido a la vez el rol familiar y el social o laboral. El caso de Isabel la Católica es palpable y extraordinario, al formar un hijo como Carlos V, y ser a la vez la reina de España, en un momento crucial de la historia mundial: el descubrimiento de América.

6.       Si tu que lees estas líneas, analizas a las mujeres que te rodean, encontrarás, que no necesariamente una mujer dedicada 100% al hogar, forma de la mejor manera a sus hijos y atiende bien al marido y a la casa. Así como una mujer que trabaja, no necesariamente tiene a sus hijos, marido y casa en el abandono, olvido y mala educación. Es más, hay muchas mujeres, que por necesidad o por gusto comparten ambas vidas en una armonía excepcional. Hay mujeres que viven encerradas por un falso “compromiso familiar”, por una comodidad y egoísmo exacerbados con desayunos sociales, clubes, spa´s, servicio que se hace cargo de la casa y los niños. También hay mujeres que se salen de casa huyendo de su responsabilidad, buscando una satisfacción egoísta y no un servicio genuino.

¿En donde está entonces el “secreto” de tener una familia integrada, equilibrada, con valores, exitosa espiritual, moral, laboral, intelectualmente en términos generales?

 

El estudio de grandes mujeres visionarias y defensoras de lo femenino, como Edith Stein, de hombres que han entendido y por lo tanto asumido la defensa de ese genio femenino como Karol Wojtyla y la experiencia fenomenológica de la sociedad actual, conducen  necesariamente a las siguientes conclusiones

 

1.      “La época histórica en la que con clara división, le correspondía a la mujer la tarea doméstica y al hombre la lucha por la vida, puede darse actualmente por concluida a causa de los cambios experimentados en la sociedad en los últimos años y decenios”[1][1]

2.      La actividad profesional de la mujer no es contraria a la naturaleza ni a la gracia divina, desde ningún punto de vista.[2][2]

3.    El orden natural lleva o debe llevar a una colaboración y complementación profunda entre el hombre y la mujer en todas las esferas, familiar, laboral,  social, uno desde su masculinidad, la otra desde su feminidad.

4.      “El límite está allí donde la actividad profesional comienza a obstaculizar la vida doméstica, el bien de la comunidad de vida y comunidad educativa formada por los padres e hijos. Incluso si en el hombre la actividad profesional alcanza tal grado que lo separa substancialmente de la vida familiar, contradice el orden natural”[3][3]

5.    Cuando la mujer se da cuenta de que ella es dadora de vida en el sentido más amplio, que es el corazón de la familia, que la familia es la célula de la sociedad, que al servir a la familia sirve a la sociedad, que su rol en la sociedad se puede compaginar con su rol familiar porque son dos ámbitos que se implican mutuamente, que para educar no basta con transmitir conocimientos, hablar de virtudes, sino que se debe, hoy más que nunca, atender la formación de la voluntad de los sentimientos, que esto se logra mediante el testimonio, la congruencia y el ejemplo, y que la mejor forma de dar testimonio es ACTUANDO aquellas virtudes que queremos inculcar: servicio, laboriosidad, estudio, lucha, fortaleza, templanza, perseverancia, paciencia, fe, arrojo, generosidad, alegría, esperanza y sobre todo AMOR a Dios a la Patria, a la familia, a los amigos, a los compañeros, a todo el que nos rodea… cuando la mujer asume estos principios, asumirá también la grandeza, la inmensidad, la infinitud de la misión que tiene, primero en su familia por ser su centro de vida y su vocación más directa, pero también de manera irrenunciable en la sociedad y la Patria a la que pertenece, dejando a su familia una mejor sociedad y dando a su Patria una célula sana y fuerte: su familia.

6.    Cuando el hombre conozca y reconozca la naturaleza y cualidades femeninas, asumiendo su responsabilidad “en “ la familia y no solo fuera de ella, la sociedad podrá estar realmente equilibrada y enriquecida con los valores femenino y masculino y la mujer podrá desarrollar sus potencialidades en plenitud

 

La solución SI está en regresar a la mujer a su casa, haciéndola consciente de la grandeza de su misión en ella, pero esa solución sería incompleta, si no regresáramos también a la mujer a la sociedad, en donde tiene tanto que aportar, no limitarla ni encerrarla ni acotarla, sino impulsarla aprovechando sus enormes potencialidades femeninas que enriquecen a la familia y a la sociedad.

 

Una amiga vivió una experiencia que reforzó esta visión y convicción sobre la trascendencia del papel de la mujer en la familia y en la sociedad. Estuvo a punto de dejar la labor profesional por circunstancias que no vienen al caso. Su hijo de 7 años, se le acercó muy angustiado y desconcertado diciéndole: “mamá, tu me has enseñado a luchar, a servir, a trabajar, a estudiar y a amar a mi Patria con tu trabajo y ejemplo, ¿Ahora quien me va a enseñar?”… se los dejo de tarea.



[1][1] Edith Stein, La mujer, su naturaleza y misión, Ed. Monte Carmelo, P 72

[2][2] Juan Pablo II “Mulieris dignitatem”

[3][3] Edith Stein, La mujer, su naturaleza y misión, Ed. Monte Carmelo p 74