La felicidad, una obligación

Autor: Rosa Martha Abascal de Arton

 

¿Te has sentido “infeliz”, poco amado, nada comprendido, en un hoyo del cual no puedes salir, con un futuro que no alcanzas a ver, con un presente que no quisieras vivir y un pasado que anhelarías corregir? 

La vida sigue, el tiempo avanza, el reloj no se detiene nunca, el sol sigue saliendo y la luna brillando, las estrellas iluminando la plácida noche, el canto de los pájaros sigue sonando, los bosques, las montañas, las flores, el inmenso mar, los nevados volcanes… todo sigue, todo vive, todo está allí y poco lo disfrutas. 

Un ángel de Dios me dijo hace tiempo, que la vida es como una enorme montaña que hay que escalar, está llena de zarzas, piedras, barrancos, alacranes, víboras, pero también tiene rosas, claveles, margaritas, hermosos riachuelos, maravillosos árboles y la cima… ¡la cima!, el premio, el logro de quien llega y no se vence, de aquel que al caer se levanta, que al ser derrotado retoma ánimo, que al ser anonadado, admira la belleza y la grandeza de su Creador, como el hijo Pródigo que regresa a su Padre. 

Tú tienes que escalar tu montaña. En la vida caerás no una, muchísimas veces, tal vez hasta pierdas la cuenta: errores, faltas, omisiones, muerte, desamor, fracasos, defectos, problemas… 

Tienes dos opciones ante ello: levantarte y seguir, o deprimirte y hundirte más. 

Si decides levantarte, el error será una oportunidad; la falta, una lección; la omisión, un futuro por corregir; la muerte, un paso a la vida; el desamor, la urgencia de poder servir; el fracaso, un camino para el éxito; los defectos, el punto de partida para tus virtudes; los problemas, solo lecciones… 

Ama, ama y vuelve a amar:

Ámate a ti mismo, valórate, agradece a Dios las cualidades que tienes y empéñate en mejorar tus defectos, recuerda que eres único, irrepetible e invaluable, eres un apersona que tiene mucho que dar, que servir, que amar. 
Ama a quienes te rodean, con todos los obstáculos que tengas, con las cualidades y defectos, con las limitaciones y las fortalezas de tu gente, tus amigos, tu familia, tus compañeros de trabajo 
Ama lo que haces, tu vocación, tu misión, tu trabajo, tus actividades, tu rutina, porque solo haciendo las cosas con amor y por amor, tienen sentido y podrás crecer y amar aún mas para ser más feliz.

Tienes la obligación de ser feliz, Dios te puso en este mundo con ese fin, y solo amando lo podrás lograr, porque solo por medio del amor podrás ver todas las oportunidades, ve el vaso de tu vida medio lleno, levantarte de la peor de las caídas, encontrarle sentido al sufrimiento. 

Ser feliz no implica no sufrir, implica que tu vida tenga sentido, fundamento, dirección, y que todo esté arropado por el amor en su más pura expresión, para que vivas amando, ames sirviendo y sirviendo hagas felices a otros porque tu mismo seas feliz, ama hasta que duela, ama hasta fundirte con lo amado, hasta ser el mismísimo amor encarnado. 

Un abrazo, un beso, una sonrisa, una caricia, una mirada, recargan una vida, le devuelven fuerza, sentido, inspiración, es como recargar pilas en el desierto, es el oasis, es el riachuelo que indica el camino a la cima. 

No te prives de dar amor, de manifestarlo de decirlo, no te niegues la oportunidad de darle vida a los demás… ¿hace cuanto no le dices a tu padre que le amas? ¿Hace cuanto no le das a tu mujer una flor? ¿Hace cuanto no le llamas a un amigo para decirle que le extrañas? ¿Hace cuanto no abrazas a tu hijo? ¿Hace cuanto no le dices a Dios “te amo”? 

Deja de sentirte infeliz, poco amado, vacío, hueco, sin sentido, incomprendido, sin futuro… entiende que en tus manos está tu vida. Tu vida está hecha para la felicidad, y solo serás feliz si te decides a serlo sirviendo y amando a ti mismo, a quienes te rodean y a tu misión.

¿Qué esperas para ser feliz?