¿Amar el deber?

Autor: Rosa Martha Abascal de Arton

 

¿Qué hacer ante  una situación familiar fría, en ocasiones desastrosa, en la cual te sientes punto menos que cero? Hace unos días, recibí un mail de un lector que preguntaba, como afrontar una situación así. El se considera padre ejemplar, esposo modelo, pero su mujer sufre de ataques de celos irracionales, no es cariñosa y reacciona con una violencia física y emocional que a él lo han lastimado mucho.

 

Hay según la "lógica humana" tres "SALIDAS":

 

1. El divorcio, separarse definitivamente de su esposa, renunciando a estar con ella y cumplir la promesa que hizo ante el altar de estar "en las buenas y en las malas"... con las subsecuentes consecuencias para sus hijas, de inestabilidad, inseguridad, falta de pautas y valores morales y familiares... un sin fin de secuelas que ya todos conocemos.

 

2. Una amante, que "cubra" el aspecto emocional, sentimental del "marido herido", autojustificándose porque su esposa es una "bruja", y dejándose determinar por las circunstancias sin asumir las riendas de su vida. En principio no estará "renunciando" a tener una familia estable, sin embargo, su actitud en casa, su estado moral y emocional impactarán necesariamente en la dinámica familiar. A mediano plazo, ya sea por que alguien "descubra el pastel" e informe a la familia sobre la amante, o porque el mismo a causa de la cruda moral o por desesperación y hartazgo de su doble vida, hablará sobre la amante, la familia acabará por desintegrarse de tajo, pues de hecho ya estaba casi disuelta a causa de esas vivencias.

 

3. Asumir las riendas de la propia vida, no dejarse llevar por las actitudes ni de la esposa, ni de las hijas, sino de un plan de vida firmemente defendido y llevado hasta sus últimas consecuencias, en una lucha por los valores en los que se cree.

 

Obviamente sobra decir, cual es no la salida, sino la solución a éste problema. Nadie ha dicho que asumir esta actitud sea fácil, es más, me atrevo a calificarla de heróica, pero solo en el heroismo, en una libertad guiada por la razón y por los valores y en consecuencia vivida con responsabilidad, se puede hallar estabilidad, amor pleno y por lo tanto felicidad.

 

Cuando se AMA el deber como un BIEN, este cobra una fuerza insólita, se es capaz de renunciar a uno mismo, a la tentación más poderosa, al sentimiento más profundo, pues el DEBER - BIEN, ocupa el primer lugar en la jerarquía personal de valores pues nos acerca a la perfección, a la felicidad, a la realización personal, a Dios y por lo tanto se actúa en consecuencia.

 

Se actúa, ya no como dijera Kant, cumpliendo con el deber por el deber mismo, sino que se AMA apasionadamente ese deber que nos lleva a la felicidad trascendete y se da, literalmente, la vida por el cumplimiento de ese deber, independientemente de otros sentimientos que seguirán existiendo y serán la cruz a cargar a lo largo de la vida.

 

Retomando el caso anterior, si este hombre, este esposo y padre de famlia, aprende a amar con pasión, con afición su deber. su vocación de esposo y padre de familia, adquirirá una fuerza extraordinaria para cumplir con su deber. El sentimiento de rencor, tristeza, vacío que seguirá habiendo y sientiendo por la actitud de su esposa, pasará a un segundo plano, dominará el AMOR por su misión y con ese AMOR, poseerá la felicidad trascendente y espiritual que lleva a la persona a la autorealización más profunda.

 

Este hombre, no se sentirá desgraciado cuando se sacrifique, se encontrará a gusto cumpliendo su deber, e incluso, excendiendose en su cumplimieto. Así, amará su deber con cuerpo y alma y sus afectos reforzarán la decisión de su voluntad. Convertirá el DEBER en un BIEN AMADO, llegando a ser una persona plena y feliz.

 

No es un camino sencillo, está lleno de piedras, caidas y levantadas, descalabros y triunfos. Es necesario tener crca como amigo, confidente y / o director espiritual, a alguien que nos conozca y que comprenda la dificultad de este camino, para que nos ayude a EDUCAR nuestra voluntad, acostumbrándola a AMAR nuestros deberes, que nos permita actuar con heroismo para acercarnos a DIOS - AMOR

 

Muchas veces, tal vez infinidad de veces, el cumplir con el deber sin sentir nada o sintiendo repugnancia, hará que tambalemos, pero si seguimos cumpliendo con ese deber, la voluntad se fortalecerá, amaremos cada vez más el BIEN y por lo tanto el DEBER, hasta que nuestros sentimientos den consistencia y pasión a la decisión de la voluntad, perfeccionándonos, y siendo a la vez más felices.

 

Si, es probable que vivir en la casa de éste hombre, sea un infierno, pero si él actúa con amor y decisión por sus hijas, por su familia y comienza una y otra vez a vencer obstáculos, a DARSE, cumpliendo con AMOR, verá resultados en sus hijas, y tal vez hasta en su esposa. Se sentirá orgulloso de ello, apreciará la hermosura de vivir amando hasta que duela, porque solo en el AMOR se es feliz, solo en Dios y los valores se es pleno, aunque se sufra... aunque duela...

 

Recuerdo una anécdota que marcó  la vida de muchas personas y que fue contada hace un par de años por el protagonista de la misma:

 

"Nunca tuve una buena relación con mi padre, pues era hosco, frío y se distanció aún más cuando decidí ser sacerdote. En cambio, Dios me bendijo con el mejor de los amigos, una persona en la cual confiaba, quería y era capaz de dar la vida por mi y yo por el. Un día me amanecí con la novedad de que mi padre, había sufrido un infarto. Mi amigo, inmediatamente tomó su coche para ir al hospital. De camino sufrió un accidente que lo tenía al borde de la muerte. POr un momento, el DEBER y el QUERER se enfrentaron horrible y violentamente dentro de mi... venció el DEBER y AME ese deber con un dolor que nunca había sentido, me quedé con mi padre. Por mi amigo ofrecí ese dolor que no deseo que nadie sienta. Pero era un dolor con paz, un dolor con amor, era un dolor con Dios, un dolor feliz, profundamente feliz. Mi padre murió y nunca me arrepentiré de haberlo acompañado hasta el fina, murió en paz. Mi amigo también murió unos días después, y se que ese dolor ofrecido por él, le hizo más bien que mi presencia física, el mismo me lo dijo. Se que esta decisión que tomé a mi me ha hecho más hombre, porque fui congruente, porque amé mi deber, y porque ese amor marcó la vida de mi padre, de mi amigo y la mía"

 

Amar el deber te hará el camino más ligero, te fortalecerá, te hará más persona, más pleno, más feliz, más AMANTE (amarás más y mejor a quien te rodea) y AMABLE (serás amado por todo aquel al que sirvas de una u otra forma), pues Dios estará en el centro de tu vida, ¿que esperas para empezar ya?