La Oración

Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.

Sitio Web: Un mensaje al corazón

 

Hoy queremos enseñarle a cultivar el hábito de la oración. No se trata de convertirlo en un fanático, sino en una persona equilibrada, que vive en armonía con todas las facetas de su ser y que sabe desarrollar todo para ser una persona completa.

La oración es el gran medio del encuentro con Dios y también un medio de recuperación emocional y mental que tiene usted siempre. Queremos que viva más intensamente la oración, como nos lo enseña Jesús en el Evangelio. Para eso, siga las siguientes normas:

1.- Acostúmbrese a aislarse durante diez o quince minutos diariamente.

2.- Relaje su cuerpo, su mente y su espíritu. El cuerpo es la parte material suya, la mente es el medio a través del cual usted piensa y analiza y el espíritu, el medio por el cual usted se comunica con Dios.

3.- Vacíe su mente de todo lo que le preocupa, no piense en sus problemas. Imagínese que usted está en un lugar apacible y repítase en ese momento las palabras: paz, paz, paz; me siento en paz; cada vez me siento más en paz. Usted se irá sintiendo en calma e irá relajando todo su cuerpo. Para relajar su cuerpo, acuéstese en el suelo y estire bien sus músculos. Respire hondo y relaje su cuerpo y su mente. Comience a transportar su espíritu al corazón de Dios. Piense en Jesús, siéntalo cerca de usted. Piense en Dios como su gran amigo, como un padre que lo recibe. Poco a poco su cuerpo, mente y espíritu en armonía total van profundizando dentro de su ser. Este ejercicio lo prepara para su encuentro con Dios y le ayuda a recuperar la paz que ha perdido durante el día.

4.- Comience un diálogo de amor con el Señor. Hágalo con sencillez, con naturalidad, contándole todo lo que pasa por su mente. No busque palabras solemnes, háblele en el lenguaje que usted usa diariamente. Dios lo comprende y a Él le encanta que le hable con el corazón. Le empezarán a suceder cosas increíbles y maravillosas. Dígale: ¡Oh Señor!, te entrego mi corazón; gracias por la vida, por tu amor, por tu perdón. Repítalas lentamente sintiéndose escuchado por Dios.

5.- Cuéntele sus preocupaciones; háblele como a un amigo y crea en verdad que Él está con usted oyéndolo, ayudándolo y llevando la carga con usted. Dios lo escucha y lo pacifica. Experimente todo esto, porque es verdad. Él es su socio, Él es su amigo y lo anima.

6.- Si usted quiere que Dios ayude a otras personas, ore con el convencimiento de que sus plegarias llegan en forma de bendición a ellas. Usted está siendo el puente por donde Dios derrama su amor y su protección. Convénzase y siéntase seguro de que hay una influencia positiva en esa persona si usted lo hace con una profunda fe. No permita la entrada de pensamientos y sentimientos negativos como el miedo, odio, rencor, frustración. Esto corta su comunicación con Dios.

7.- Ore también por las personas que no le simpatizan. Ore por las que le han tratado mal. Será de gran beneficio para todos y para usted, porque le ayudará a eliminar el rencor y el resentimiento. Rece por el mundo y el ambiente de pecado.

Escuche a Dios y acepte de buen grado su voluntad. Es indispensable que crea que sus plegarias tienen respuesta. Dice Jesús: "Todo cuanto orando pidieran, crean que lo recibirán y así se les dará". En la medida que ore, experimentará el poder de Dios. Y no se olvide que con Dios, ¡USTED ES INVENCIBLE!