La Familia ... Parte I y II

Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.

Sitio web: Un mensaje al corazón

 

 

La familia, constituida por el Señor, proporciona el clima adecuado para su propio crecimiento personal; para el crecimiento de todos. La familia es el medio más adecuado para que tengamos más sosiego y más paz. Es el medio para la convivencia sana, para compartir generosamente, para el reencuentro con nosotros mismos, con nuestro propio origen, para adquirir parte de la visión de la realidad y del mundo. La familia nos humaniza y nos ayuda a llevar con más fuerza las cruces de la vida y es el medio adecuado para el encuentro con el Señor. Eso es la familia, según Dios.

Pero, según Satanás, la familia es un infierno y debe ser un infierno, con peleas y gritos, batallas cámpales diariamente, donde se vive una especie de frialdad espantosa y donde muchos creen que su casa es simplemente un hotel, donde se va a comer y a dormir. Eso es lo que quiere el diablo, porque el diablo quiere lo contrario a lo que Dios quiere. El diablo quiere usurpar el lugar de Dios y reinar en su casa convirtiéndola en un infierno.

Es doloroso ver la tremenda desintegración que hay en las familias y el dolor y la angustia que se vive en muchas casas. Cuánto llanto y lágrimas continuas de madres que sufren el abandono de los hijos, que lloran porque no hay un marido, cuántos niños se acuestan a dormir sin haber comido, desnutrición galopante y falta de centros escolares en nuestros campos y aldeas y aún en nuestras ciudades; angustia permanente en las casas donde ya no existe la esperanza. 

Y ahí está la viejecita, cada vez más arruinada mental y físicamente, cargando con los hijos de una hija, con los hijos de otro hijo que se fue. La clásica abuelita, muchas veces motivo de burla, pero la auténtica heroína que mantiene el fuego en el hogar y reparte amor a caudales. 

Eso pasa en muchos hogares panameños y en muchos hogares latinoamericanos donde se recrudece el problema del machismo, la falta de responsabilidad a la palabra dada, el creer que se es más hombre entre más mujeres deja preñadas y olvidándose de reconocer a sus hijos. El hombre se cree más hombre mientras más maltrata y golpea a la mujer, mientras más la mantiene como esclava, mientras más la hace rostro en tierra, morder el polvo. Y ese es el hombre nuestro, ese es nuestro héroe y modelo... el ejemplo que tienen muchos niños panameños.

Satanás se ríe a carcajadas, le encanta ese infierno, y Cristo sufre... las llagas de Cristo siguen abiertas, manando sangre por el calvario que se vive en muchos hogares. A Dios le duele y llora al ver que el Calvario se perpetúa en la Historia. Cuando llegue su segunda venida El separará, como dice la Palabra, a los corderos y a las cabras, a los buenos y a los malos. Y malo es aquél que se gasta el dinero en una cantina, emborrachándose, dejando a los niños desnutridos, maldiciendo a su familia con ese asqueroso vicio del alcohol que tanto daño hace a la familia y a la sociedad.

Malo es aquel o aquella que no le da amor a los niños y se los deja a las "nanas" para que se los cuiden y no les dan el tiempo debido. Malo o mala es aquel o aquella que convierte su casa en un hotel, muy fino quizás, en donde no hay calor humano.

Y, ¿usted quién es? ¿De parte de quién se pone? Está de parte del Señor o está sirviendo a Satanás? No piense en su esposa o en su esposo, en su madre o en su hijo, piense en usted. ¿Qué calidad de persona demuestra usted ser en su hogar? ¿Cómo está su casa y cómo está su familia? ¿Qué piensan sus hijos de usted? ¿Qué piensa su esposo o su esposa de usted? ¿Cómo está su vida familiar?

La familia puede ser fuente de alegrías o puede ser fuente de desdichas; puede ser fuente de paz o puede ser fuente de conflictos. La familia es el lugar donde usted va a poder expresarse mejor, el lugar adecuado para que cada uno se desarrolle más plenamente.

Defienda su hogar, cuídelo, vigile para que en su casa no entren las tinieblas, defienda su casa contra la invasión del pecado, de la droga, del alcoholismo, películas perniciosas y telenovelas que hacen daño. Defienda su familia de la mentalidad reinante del consumismo orando. Ore por sus hijos, ore por su familia pídale al Señor que sea El quien reine en su hogar, si El está presente serán siempre felices porque ... ¡con El somos...INVENCIBLES!



¿Qué es la Familia?

Parte II

La casa es el lugar para que usted y los suyos se sientan a gusto. Su casa debe ser un oasis de paz, un lugar muy especial, es suyo, es para usted, para sus hijos, su esposo, su esposa. Entonces, mantenga su casa lo mejor posible, y no me refiero a los floreros, cuadros, ni a la mesa, ni al sofá, ni a la alfombra dichosa, ni a las paredes donde en más de una ocasión los niños han sido maltratados y golpeados porque a sus tres años han escrito o han dibujado en las paredes. Benditas paredes en las que un niño puede pintar o dibujar, expresar libremente algo interno, que pinten en esas paredes, si la casa es para los niños, no para las visitas.

Haga que sus hijos valoren más la alegría, la esperanza, la sana convivencia, el amor familiar que el andar por la calle matándose, creyendo que por tener un carro son mejores y más valiosos que los compañeros. No le dé a los hijos todo lo que pidan. Que aprendan a vivir en austeridad, que valoren los principios fundamentales y que no se dejen arrastrar en la vida buscando cosas y creyendo que con la marca de esos tenis o de esos pantalones o camisas, van a ser mejores.

La marca auténtica es el sello del Espíritu Santo, que lo tienen aquellos que aceptan a Jesús como el Salvador y el Mesías. No la marca del carro ni de la ropa, esas son tonterías, motivados por empresas que por las ansias de tener más dinero, le hacen a usted decir que este año debe vestirse de esta manera y el otro año de otra manera. Ese es del daño que nos hace Satanás cuando caemos en la trampa del qué dirán. Yo visto como a mí me dé la gana mientras sea decentemente, porque lo importante no es el vestido exterior sino el vestido del Espíritu y estar vestido de la Gracia de Dios. Ese es el vestido importante. Vestido de "hombre nuevo", que vive en Gracia. Hay que ser libres como el viento. Sólo me importa lo que Dios dirá de mi, lo demás sólo son juicios temerarios.

Recuerde que su familia debe ser un oasis de paz, una escuela donde se formen sus hijos con auténticos valores, un centro de formación auténtico en donde se enseñe a amar, a reír, a cantar, a rezar, a servirnos unos a otros, a querernos. Una escuela en donde se forma uno en la verdad, en el corazón, que es lo que vale. La más grande herencia que usted le puede dejar a un hijo es una buena formación cristiana y humana. No importa el dinero, lo que importa es lo que usted hizo en los primeros seis, ocho, diez años de la vida de los hijos. Por eso es que el Dios Padre fue buscando por el mundo quién podría ser la mamá y el papá de su hijo y escogió a los mejores, los escogió a ustedes. Tenía todo el derecho. 

De igual manera Dios tenía el derecho de escoger para Su Hijo, la mejor mamá del mundo, y escogió a María Santísima, inmaculada, limpia, pura para que formara bien a Jesús. Dios es eternamente sabio, infinitamente sabio y escogió a María por sus virtudes, por la profundidad en su alma, por su dulzura en el corazón. Esa mujer le enseñó a Jesús a ser humanamente sensible ante el dolor, le enseñó a llorar, le enseñó a vibrar ante el sufrimiento cuando veía a un leproso, a una mujer pidiendo limosna, a amar humanamente, porque aunque era Hijo de Dios, Verbo encarnado, humanamente tenía que crecer y asimilar una formación. María le enseña a su Hijo a comer, a gatear, a caminar, a rezar, a leer la Palabra y por supuesto que a amar.

Hagamos una oración pidiéndole al Señor por nuestras familias:

Señor, te pedimos que bendigas nuestra familia. Que bendigas nuestra casa, nuestros seres queridos para que en nuestro hogar reine un ambiente de paz y respeto. Te pedimos que el Espíritu Santo llene los corazones de quienes convivimos en la casa; que toque a los que más problemas tienen y que los que más sufren encuentren alivio en su alma y en su cuerpo. Te pedimos también Señor, que nos llenes de tu presencia, en especial a aquellos seres queridos que viven en conflicto personal permanente y que muchas veces no quieren saber de Tí. Señor, te suplico que tomes posesión de mi casa y que seas Tú el único rey y dueño del ese hogar para que nuestra casa sea un lugar en donde podamos convivir en paz. Amén.