Florezca en su ambiente

Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.

Sitio web: Un mensaje al corazón

 

¿No ha visto usted florecitas que brotan entre las piedras, entre la maleza? Florecitas que brotan en los lugares más inverosímiles y que uno dice: ¿Cómo es posible que una flor como esta haya nacido en semejante lugar? Sí, ¡qué hermoso es ver como una flor puede brotar en un ambiente adverso! Quiero decirle a usted que también usted puede florecer en cualquier ambiente. No es el lugar lo que hace a la persona, es la persona la que hace el lugar. 

San Pablo escribe en Filipenses 4,11: "He aprendido a contentarme con lo que tengo. Sé andar escaso y sobrado. Estoy avesado a todo y en todo. A la saciedad y al hambre; a la abundancia y a la privación. Todo lo puedo en aquél que me conforta" Pudiéramos decir, siguiendo a Pablo: "He aprendido cómo ser rico, cómo ser pobre, cómo estar cómodo, cómo vivir bajo persecución. He vivido y he andado con Dios y he aprendido que cualquiera que sea la circunstancia en las que me encuentre, no me quejaré, sacaré el mejor provecho que pueda de ellas con confianza y esperaré a que las cosas cambien para bien." Fue en la cárcel donde Pablo escribió algunas de sus cartas más hermosas. Puede ser que usted esté rodeado de circunstancias que quisiera que no existieran…pero allí están. Pues usted puede florecer en ese ambiente, como esa florecita que fue creciendo entre las piedras. 

Hay una historia muy interesante del Doctor Robert Schulzer. En Persia existe la famosa mina de Golcanda. De ella proviene el Diamante de Coginor que está engarzado en la corona de Inglaterra y el Diamante de Orloff que está en la corona de Rusia. Pues había una vez, en Persia, un hombre llamado Alí Hafeth. Era granjero y estaba satisfecho con su suerte. Tenía esposa e hijos. Se consideraba un hombre feliz hasta que un día llegó un sacerdote del Oriente y comenzó a hablarle acerca de algo extraño que aquel hombre llamaba diamante. "Brillan como millones de soles. Son la cosa más hermosa del mundo", le comentó el sacerdote. De pronto Alí Hafeth comenzó a sentirse descontento con lo que tenía. Le preguntó al sacerdote: ¿Dónde se pueden conseguir esos diamantes? El sacerdote le dijo: "Dicen que es posible encontrarlos en cualquier parte del mundo. Busca un arroyo claro que corra por entre arenas claras rodeadas de montañas y allí encontrarás diamantes". Viajó por toda Palestina, luego por el Valle del Nilo hasta que llegó a los Pilares de Hércules, la entrada a España. Buscó las arenas blancas, las altas montañas pero no encontró diamantes. Ya habían pasado años cuando llegó a España totalmente arruinado, e incapaz de comunicarse con su familia. En un arranque de desesperación y de total sentido de fracaso se tiró al mar y se mató. 

Mientras tanto, el hombre que había comprado su granja, descubrió una extraña roca negra mientras daba de beber a su camello. Llevó la piedra a su casa, la puso sobre la chimenea y no se acordó más de ella. Un día el sacerdote entró a su casa, vio la piedra, alcanzó a deslumbrar un rayo luminoso de color que partía por una hendidura de la piedra y le dijo al hombre. "Es un diamante. ¿Dónde lo hallaste? El granjero le contestó: "Lo hallé en las frescas arenas del arroyito de agua clara en donde doy a beber a mi camello". Juntos salieron corriendo tan rápido como le permitían sus pies; marcharon hacia el arroyo, cavaron y encontraron diamantes. Este descubrimiento dio pie a lo que luego se convirtió en la Mina de Diamantes de Golcanda, la mina de diamantes más grande del mundo. 

¡Qué curioso! Los diamantes había estado todo el tiempo allí en el fondo de la propiedad de Alí Hafeth. En no los había visto y perdió su vida en una búsqueda infructuosa. ¿No será ese el caso suyo? Usted puede perder su vida buscando y persiguiendo placeres, fama, riquezas, viajando por todas partes. Todo en un esfuerzo por hallar la felicidad, pero la felicidad puede estar a sus pies en el ambiente donde está. Florezca allí en donde le tocó estar porque allí hay una mina de diamantes debajo de sus pies. Porque donde quiera que usted esté, allí está Dios y donde quiera que esté Dios, hay planes hermosos. No es el lugar lo que hace a al persona, es la persona la que hace el lugar. 

¡Cuánta gente se queda de su matrimonio, de su familia, de sus hijos, de sus padres, de su ciudad, de su pueblo, de su trabajo! Y están siempre deseando otra cosa, añorando otros ambientes, otras personas, otras circunstancias. ¡Qué tristeza y qué dolor! Siempre quejándose de lo que tienen. No gana nada con eso. Usted puede florecer en el ambiente en que le tocó estar. No depende de las circunstancias, depende de USTED. ¡Usted está sentado en una mina da diamantes!. 

Yo he conocido personas que en circunstancias muy difíciles han florecido y son un auténtico jardín de Dios. Son alabanza de la gloria de Dios. Es la persona la que hace el éxito y construye un futuro maravilloso. 

¿Dónde nació Ghandi? ¿Dónde desarrolló su vida? En ambientes de ciudades y aldeas pobres de la India. ¿Dónde nació Jesús? En Belén, en una cueva y vivió parte de su infancia en los ghettos judíos de Egipto. Mucha gente grande ha nacido en lugares pequeños y han desarrollado su vida en ambientes pobres. No es donde estamos sino lo que somos. Si usted piensa en las posibilidades escondidas y latentes que están en su ambiente y hace un recuento de todo aquello positivo que está allí y de todo aquello que usted puede usar para superarse, se dará cuenta de cosas increíbles. Verá que allí usted puede florecer. Mire las posibilidades que tiene en este mismo instante a sus pies; hay hectáreas de diamantes esperando ser hallados por usted. Diamantes de gozo, de felicidad y de metas en su vida. Lo que necesita para descubrir todo eso es una actitud dinámica y positiva. 

Apóyese confiadamente en Dios y verá como florecerá, no importa donde. Todo depende de cómo usted se enfrente a la vida. Usted puede estar seguro que Dios quiere que cada flor florezca, que cada semilla brote, que cada persona experimente gozo y también usted está incluido en el programa de Dios. Florezca allí donde la ha tocado estar y no se olvide, ¡Con Dios usted es…INVENCIBLE!