Aprecie y ame su matrimonio

Autor: Mons. Rómulo Emiliani, c.m.f.

Sitio Web: Un mensaje al corazón

 

 

Si estudiamos un poco las causas de los problemas matrimoniales que sacuden a tantas familias, veremos que el desconocimiento del valor de la persona humana, la falta de un diálogo profundo, el no saber perdonar, el no tener tiempo para convivir, y el ambiente de inmoralidad reinante, resquebrajan trágicamente la vida matrimonial. 

Cuando se deja de apreciar, valorar y querer a la persona que Dios le dio; cuando uno se hace ciego ante las inmensas riquezas espirituales y humanas que tiene el cónyuge; cuando se desconoce, se olvida el por qué se enamoró uno del que después sería "carne de su carne", poco a poco, se entra en un terreno de tiera movediza y se hunde la estabilidad matrimonial. 

Mucha gente experimentando esta situación dramática, que muchas veces ocurre por descuido, desidia, se encuentra el día menos pensado con un vacío grande ... "desapareció el ser amado", se rompió la vinculación afectiva. No se dieron cuenta de que al no cultivar el jardín, al no cuidar las plantas de la ternura, la escucha, el respeto, el dedicar tiempo al encuentro personal; todo esto produjo un enfiramiento y un triste alejamiento de ambos. Todo esto ocurre gradualamente. Y el día menos pensado se levantan por la mañana y se dan cuenta de que "se les murió el amor". De que ya nada los une. Se fueron alejando, fabricando su muro de indiferencia, creyendo que el amor conyugal se mantenía simplemente porque hubo un tiempo en que sí se amaron intensamente. El descuido en este campo produjo un ambiente peligroso. Ya no había resonancia en las palabras, en los suspiros, en los anhelos ... un frío interno congelaba sus almas. Al final ... dos extraños viviendo juntos. 

¡Todo esto nos anuncia un drama! El divorcio, la soledad, los hijos sin papá o mamá, o en la vida en casa pero llena de tensiones, peleas, gritos ... un infierno. Para que esto no ocurra en su caso le decimos: APRECIE Y AME SU MATRIMONIO. Comience a sembrar una manera nueva de amarse, convivir, como en sus mejores tiempos. ¡Vamos!; a dialogar más, a estar más tiempo juntos, a escucharse más. A aplicar el gran remedio de la ternura y la comprensión. A olvidar los malos momentos del pasado, a perdonar y a querer más a su cónyuge. A valorar más las virtudes y cualidades que tiene. A no desperdiciar momentos para estar más cerca de su ser amado y convivir con él o con ella. A participar de sus sufrimientos e ideales, de sus preocupaciones y triunfos, de sus alegrías y de sus tristezas. A reir juntos, a llorar juntos. A en verdad vivir siendo "una sola carne". Aprecie y ame su matrimonio. 

Juntos arrodíllense, oren al Señor, las manos juntas, imploren al Señor que entre en sus vidas, que sea El quien conduzca su matrimonio, quien los mantenga unidos hasta el final ¡Hasta que la muerte los separe! Y no se olviden, con Dios todo se puede, porque ¡con El son INVENCIBLES!