Un ramo de rosas rojas

Autor: Roberth Phoenix  


Alguien me pregunto ¿qué es lo más maravilloso que te ha pasado? y después de pensarlo un poco, mi respuesta fue, mi vida con Dios

El pasado miércoles quince de mayo, un servidor cumplió años, lo cual ciertamente, me hizo pensar mucho en tantas cosas de mi vida, en cómo Dios ha actuado en mi forma de vivir, en cuantas veces le he fallado, en como duele fallarle a los demás, y sobre todo a mi mismo. Recordé también cuando los demás me han lastimado y en como Dios siempre en su espléndida misericordia, ha reconfortado una a una mis heridas.

En esta fecha tan especial, platicaba con Dios sobre nuevos proyectos de vida, sobre mis anhelos y sueños, sobre mis miedos, sobre todo lo que veo tan lejos, sobre la gente a la que amo, y de cómo han sido importantes para cada paso de mi vida.

Platicaba de que nunca le he pedido pruebas, y que nunca lo he de hacer, porque después de todo, con Dios no se negocia. Pero por vez primera le pedí una señal. Una señal, que desde el fondo de mi corazón, anhelaba para volver a empezar... Un ramo de rosas rojas, para simbolizar su amor acompañante.

Así que este cumpleaños 24 decidí celebrarlo junto con los cumpleaños de dos amigos más, de mi padre, celebrar la compañía de mi madre, y la despedida de una de mis mejores amigas... Una reunión inolvidable, llena de risas, de llanto, de canto, de nuestro tradicional mariachi, típico de nuestro México bendito. Pero sobre todo, una reunión llena de fraternidad, de amor, de gracia, en la que dar gloria a Dios, era tan fácil como respirar.

Fue entonces, que comprendí, que a lo largo de todos estos años, Dios siempre es una nueva revelación en mi vida y en la vida de los demás, porque, aunque está presente de diferentes formas en la vida de cada uno, es siempre Él, quien se interna en lo más profundo del corazón, y nos hace amar.

Compartir este tipo de experiencia con la gente que amo y que me ama, es uno de los grandes regalos que Dios me ha permitido experimentar en esta maravillosa aventura llamada vida. Y estar aquí sentado, frente al teclado, para compartir algo tan mío, también lo es.

A los seguidores de esta columna, tal vez se les haga un poco extraño el que esta vez, no escriba una critica o tal vez opinión sobre algún suceso público. Pero los autores católicos, nunca dejamos de ser humanos, tan reales, como todos nuestros hermanos lectores. Así que quiero agradecer a mis hermanos de la Iglesia, nuestra bendita y amada Iglesia, por sus oraciones, y por compartirme su experiencia de vida.

Este es un pedacito de lo que les puedo compartir. Pues, ser joven nunca ha sido fácil, desde los tiempos de Abel y Caín, hasta hoy. Pero Dios sigue estando presente a través de la familia, de los amigos, de los compadres, los vecinos, e incluso de los enemigos, esos que siempre nos hacen más fuertes, y nos hacen comprender que la misericordia y el consuelo están tan solo a dos rodillas del suelo.

En este cumpleaños, le doy gracias a mi Señor por todo, por mi libertad, para actuar bien o mal, por la gracia de equivocarme, de aprender, de compartir, de llorar, de hablar, de construir y destruir, de disfrutar, pero sobre todo por el don más grande de toda mi vida: amar.

Antes de este aniversario, alguien me preguntó ¿qué es lo más maravilloso que te ha pasado? y después de pensarlo un poco, mi respuesta fue, mi vida con Dios. Así que, muchas gracias por todo a nuestro Papito lindo. Ahhh! y gracias también por el ramo de rosas rojas que me regalo mi sobrina Michelle... 

Una historia más de nuestro Éxodo contemporáneo...