Un maravilloso instrumento de Dios

Autor: Roberth Phoenix 


Un retrato hablado del Padre Francisco Espino Godínez


Desearía que más sacerdotes fueran santos en vida como él, pero creo que más allá de eso, el sólo hecho de compartir una parte de nuestras vidas ha sido una gran muestra de la Providencia de Dios.

Si bien, el ser cristiano es lo más maravilloso que me ha pasado en la vida, no ha sido lo más fácil. De hecho hasta la fecha no lo es, pues siempre existe el lado humano, ese que no permite del todo abandonarse en el Señor o que por dudas, conflictos personales, situaciones familiares o cualquier otra razón se detiene.
Es en esta parte donde entra una buena orientación y guía espiritual. En mi caso, el sacerdote a quien llamó afectuosamente Padre Paquito, es quien realiza esta función maravillosa en mi vida. Verán, cuando tuve mi encuentro con Jesús era tal mi necesidad de entregarle mi vida que pensé en ser sacerdote. Así que acudí a la Pastoral vocacional para ser asistido en el discernimiento que necesitaba en mi vida. Ahí conocí a un hombre que me ayudó a cambiar por completo mi vida, el Padre Francisco Espino Godínez, quien era asesor de dicha pastoral.
Al principió era mi acompañante vocacional, teníamos entrevistas, me pedía que realizara algún tipo de actividades como ir a los retiros vocacionales para entender que es el discernimiento, y avanzar en mi búsqueda. La cual por cierto se resolvió una buena tarde de octubre, donde descubrí que mi vocación en definitiva no era sacerdotal.

Lógicamente me sentía decepcionado por aquel resultado, pero Padre Paquito, como lo llamo, comenzó entonces a trabajar conmigo en mi vocación laical. Fue ahí donde pude apreciar el gran trabajo y entrega de éste joven sacerdote. Observé maravillado sus actitudes de escucha, de análisis de la realidad y el gran don de consejo que Dios le ha dado.

Por supuesto el amor con el que realiza su labor sacerdotal y el respeto que tiene por su ministerio. Poco a poco he podido descubrir a un hombre sumergido en la oración, preocupado por tener, como el le llama, sus “lunas de miel con Dios”. Y además de eso a un gran confidente y guía espiritual.

Por supuesto al tratar de prepararme mejor en mi fe y mi servicio tuve la oportunidad de conocer otra faceta de éste polifacético sacerdote. Conocí al sacerdote que enseña y comparte su fe de una manera muy contemporánea, entendible y sin prejuicios. Gracias a lo cual también tuve la oportunidad de compartir con él algunas platicas en el programa de radio “un encuentro con Jesús”. Donde sus conocimientos y demostración de vida pudieron compartirse con los radioescuchas de la Arquidiócesis.

Los años han pasado y éste maravilloso hombre, que ahora se encuentra en la Parroquia de Nuestra Señora de la Esperanza, sigue como siempre con esa calidez que le caracteriza, y con ese testimonio vivo del amor de Dios que le sale por los poros. Y como siempre tiene esa extraordinaria disposición par cuando lo necesito, pues sigue siendo mi guía espiritual y le puedo compartir muchas cosas de mi vida para que me oriente, y lo más maravilloso es que siempre es la presencia de Jesús quien habita en él.

Desearía que más sacerdotes fueran santos en vida como él, pero creo que más allá de eso, el sólo hecho de compartir una parte de nuestras vidas ha sido una gran muestra de la Providencia de Dios. No puedo hacer más que agradecerle a Dios por ponerlo en mi vida y todos los días mis oraciones están con Padre Paquito.

Otra historia más de nuestro Éxodo contemporáneo...