Renovarse o morir

Autor: Roberth Phoenix  


Hace mucho no recordaba lo importante que es renovarnos con el Espíritu Santo, y permitirle convertir la piedra en carne

En días pasados tuve la oportunidad de asistir a un evento realizado por nuestros hermanos de la Renovación Católica Carismática en el Espíritu Santo, a quienes a decir verdad ya tengo un rato de conocer. Y una de las cosas que más me llamó la atención de este encuentro fue que el dicho es muy cierto "renovarse o morir".
El objetivo básico de este encuentro fue renovar el amor cristiano, llenarse de nuevo de esa presencia divina a través de la oración, del sacramento, la alabanza, y llenar nuestro templo vivo de Espíritu divino.

Tengo que reconocer que aunque ciertamente no es muy común orar, alabar y cantar a Dios en comunidad, al menos para la mayoría de los católicos, el vivir en carne propia la adoración; el reconocerse como una pequeña criatura que alaba al todopoderoso creador, alcanza horizontes inmensurables, y el experimentar a ese Dios abrazando en la oración y deleitándose con el hecho de tener a sus hijos con Él, es casi indescriptible.

Me recordó mucho a las primeras comunidades que se reunían para compartir el pan, para orar juntos, para amarse, para alabar y dar gracias. Y lo que más me llamó la atención fue ver a nuestros adorados adultos mayores cantando con el corazón pleno de dicha, sin temor al qué dirán, sin temor a los demás.

Hace un tiempo me tocó convivir con una familia, de la cual no mencionare nombres, pero que son como muchas de esas personas que nos encontramos en la vida, solo para complicarnos la existencia. Y que su único objetivo es "vacunarnos" contra la Iglesia. Pues bien, esta familia, se burlaba de este movimiento en particular, llamándolos despectivamente "los aeróbicos", alegando que solo hacían el ridículo y se dejaban llevar por el furor del momento.
Es una verdadera lástima saber que estas personas, jamás en su vida han experimentado el amor y la misericordia del Padre Dios que está siempre presente en su Iglesia, y que mandó a su Hijo Jesucristo para que todos seamos un solo cuerpo.

En fin, supongo que como siempre pasa con Dios, solo la experiencia propia puede cambiar la forma de ver, vivir y amar a los demás. Espero que algún día cuando todos nosotros, incluyéndote querido lector, logremos un encuentro verdadero con Cristo, nuestra forma de ver la vida sea otra y dejemos de burlarnos de aquello que no conocemos o que no entendemos.

Lo cierto es que hace mucho tiempo que no recordaba lo hermoso e importante que es renovarnos con el Espíritu Santo, que es Dios en la Tierra, y permitirle convertir la piedra en carne, el hielo en fuego, el desierto en mar, y sobretodo la vida en amor, para poderle dar Gloria a Dios.

Una historia más de nuestro Éxodo contemporáneo...