Queridos Reyes Magos

Autor: Roberth Phoenix  



Quiero pedirles, que siempre se manifieste la voluntad de Dios para hacerse en nosotros y que de esa manera encontremos la felicidad y la santidad en nuestras vidas

Queridos Reyes Magos:

Hace mucho que no les escribo, de hecho, desde que era un niño y deje de creer en ustedes. ¿Saben? Es difícil creer en ustedes, y más en esta época contemporánea donde el Internet se ha vuelto cosa de todos los días, al igual que el SIDA, la clonación y los secuestros. No me estoy quejando, simplemente expongo mi punto de vista.


Recuerdo que cuando era niño normalmente me traían juguetes o alguna cosa que nunca pedía, pero que al final me causaba un poco de alegría, aunque pasajera. Hoy, ya no soy un niño, y ya no los veo de la misma manera, pero entiendo que ustedes al representar a la humanidad. simbolizan nuestra adoración a Jesús.


Y también que al compartir ustedes su papel con la humanidad, nos dejan esa ilusión cuando somos niños, de hacer una carta y pedirles nuestros deseos. Y hoy, tal vez por lo difícil que se ha vuelto vivir en este mundo, y con la ilusión que solo un niño tiene, he aquí mis peticiones.


Quiero pedirles que así como en este principio de año nos hemos encontrado con el primer humano clonado, la humanidad tomemos conciencia de que no somos Dios, y que sólo Él puede decidir sobre la vida y la creación. Que ante lo inevitable, los cristianos afrontemos la situación y sepamos anunciar el Evangelio y la salvación, que no se pueden clonar, como una célula.


También quiero pedirles que nos enseñen a entender que sólo Dios puede decidir sobre la muerte, y que el aborto, la eutanasia, y la pena de muerte no son cuestiones de libertad, sino que por el contrario son cuestiones de esclavitud, de encadenarnos a las cadenas del pecado, de la culpabilidad, del odio, el rencor y la venganza. No importan cuales sean nuestros motivos, ese es el resultado final.


Que ante la amenaza de guerra entendamos que la paz esta en las manos de Dios, y que no hay arma más poderosa que la oración, y que nos unamos unos con otros para hacer un verdadero ecumenismo por la paz del mundo.


Que dejemos de buscar la solución a nuestros problemas en los amuletos, los cuarzos, el french sui, los horóscopos, la brujería, la superstición o la idolatría, y que nos preguntemos desde el fondo del corazón, “Señor ¿a quién iremos?, si sólo tu tienes palabras de vida eterna”, y decidamos correctamente en quien ponemos nuestra fe.


Que compartamos nuestra capacidad de amar con nuestros padres, con nuestros hijos, con nuestra pareja, con la familia y con los amigos. Que les compartamos nuestras alegrías, nuestras tristezas, nuestro dolor... Que nos dejemos amar, pues también es parte importante para los seres humanos.


Que entendamos que la enfermedad y la muerte no son un castigo de Dios, sino que por el contrario, pueden ser instrumentos para acercarnos a Él, y abandonarnos a su misericordia. Que la pobreza y la soledad no sean un impedimento para encontrarlo, sino el puente que nos haga dejar todo cuanto somos y tenemos en sus manos.


Que podamos escoger nuestras amistades, no por un interés vano y sin sentido, sino por amor, por compartir a Jesús vivo y resucitado. Que nuestra relación de pareja sea para darle gloria a Dios, y no para aparentar o solo para satisfacer nuestras pasiones.


Que descubramos que nuestro cuerpo no es instrumento de placer , o que nuestros impedimentos físicos no son cadenas para la felicidad, sino que, son templos vivos del Espíritu Santo, y que mientras estemos llenos de Él. Jesús también nos reconstruirá en cuerpo y espíritu y nos cambiará el corazón de piedra por uno de carne.


Quiero pedirles también que antes de pensar en mí, piense en los demás, que la autocompasión, las depresiones, las tristezas no sean quienes gobiernen mi vida; y que tampoco el egocentrismo, la vanidad y el orgullo que me hacen cegarme a la realidad, se apoderen de mi corazón y mis actos. Sino que sea María, con su humildad y su abandono quién me enseñe a abandonarme en las manos de Dios, plena y confiadamente.


Que en este año que comience me de a mi mismo la oportunidad de acercarme a la Iglesia Católica, y entender muchas cosas que no comprendo y que siempre he criticado y juzgado muy duramente. Que deje de ver a los sacerdotes y religiosos como explotadores y me de la oportunidad de verlos como humanos, compañeros de camino y tal vez amigos, que comparten el Evangelio de Jesús conmigo.


Que los sacerdotes entiendan que no son superiores a los laicos, y que su ministerio no es solo un privilegio, sino también un servicio y una responsabilidad, y que cuando hacen una mal gesto, o dan una mala respuesta, la gente no se aleja de ellos, sino de Cristo.


Les pido, queridos reyes magos, que entendamos que también nosotros somos parte de la Iglesia, y que los ataques que esta sufre, no afectan únicamente a los sacerdotes, religiosos, monjas o laicos comprometidos, sino también a los demás, pues todos los bautizados formamos el cuerpo de Cristo.


Que en este año, sea Jesús, junto con María Santísima y San José, quienes nos enseñen a ser una familia verdaderamente cristiana y dejemos atrás la violencia, la agresividad, la indiferencia de unos para con otros, para dar paso a la escucha, a la comprensión, al perdón... al amor.


Que a nuestros problemas de adicciones, alcoholismo, pornografía, hedonismo, materialismo, sectarismo y ateísmo, podamos enfrentarlos de una vez por todas, como lo que son, y que sea Jesús, el salvador, el hijo de Dios, quien abra nuestros ojos y corazones para darnos cuenta de nuestra realidad y nos ayude a resolverla.


Pero sobre todo, quiero pedirles, que no importa el lugar donde estemos, las personas que nos rodeen, o las actividades que realicemos, que ahí siempre se manifieste la voluntad de Dios, para hacerse en nosotros y que de esa manera encontremos la felicidad y la santidad en nuestras vidas, para darle gloria. Gracias queridos reyes magos...


Una historia más de nuestro Éxodo contemporáneo...