El beso en el anillo

Autor: Roberth Phoenix  


México, no solo le da la bienvenida al representante de Cristo, sino que, lo reconoce y respeta su Jerarquía, como todo pueblo debe hacer ante Dios

El Papa Juan Pablo II, vino a tierra mexicana, después de vivir la XVII Jornada de la Juventud, en Toronto, Canadá. Y una de las cosas que más sorprendió de su quinta visita pastoral, fue le hecho de que aún con sus edad (ochenta y dos años), su vitalidad y su celo por el Evangelio son más fuertes que nunca.

Entre una de las cosas que más me llamó la atención a su llegada, fue el hecho de que tanto el Estado anfitrión, y El Vaticano, estrecharon lazos como nunca antes, pues, en las visitas anteriores de su Santidad nuestro país no había tenido un presidente católico.

A través de los medios de comunicación, vimos al Presidente Vicente Fox, y a su Señora esposa Marta Sahún, en el hangar presidencial, en espera del Papa. Quien al aparecer por la puerta del avión, desató la ola de gritos que contagió a presentes y a espectadores de esa emoción que solo Juan Pablo sabe despertar.
Recuerdo que en visitas anteriores, este maravilloso hombre siempre se había caracterizado por demostrar su respeto a nuestro país arrodillándose y besando el suelo. Sin embargo, debido a su estado de salud, y a su edad, le fue imposible en esta quinta visita Papal. De hecho, bajo en un elevador preparado para él, y fue trasportado en un vehículo hacia el estrado.

Pero antes de llegar, hizo una parada, en donde se encontraban el Presidente y su esposa, y maravillosamente, Vicente Fox, hizo lo que todos los católicos habríamos querido hacer, besar el anillo del Papa. Acto seguido su esposa Marta se arrodillo para hacer lo mismo, demostrando así que el pueblo de México, no solo le da la bienvenida al representante de Cristo, sino que, lo reconoce y respeta su Jerarquía, como todo pueblo debe hacer ante Dios.

Me encontraba yo, maravillado pensando en todo lo que ese beso simboliza y maraca para nuestro país, y para nuestro futuro, cuando ya estando en el estrado, se escucho el himno nacional mexicano. Al instante el mandatario y su esposa se pusieron de pie, y para sorpresa de todos, Su Santidad, Juan Pablo Segundo, se levantó, para demostrar así, el respeto que siente por nuestro país, por nuestra gente.

Cierto es, que tal vez a su edad ya no se puede arrodillar par besar nuestro suelo, pero su amor por nuestro país sigue de pie. Basta recodar sus palabras en el discurso de llegada, donde ratifica lo importante y especial que es México para él por ser el inicio en su apostolado.

Creo que las palabras de ambos personajes, conmovieron y movieron corazones y mentes de los mexicanos. Fox, nos recordó que somos un país, que tuvo su independencia bajo la imagen de la Virgen de Guadalupe. Juan Pablo nos recordó, que la aparición de la virgen es un acto de misericordia, del mimo Dios.

Supongo, que para todos los que experimentamos la quinta visita de Su Santidad a México, serán momentos de nuestras vidas que no olvidaremos, no solo por lo que representa o por quien es, sino también porque recordamos quienes somos. Somos México, siempre fiel.

Una historia más de nuestro Éxodo contemporáneo...