¿Dios prefiere el jazz, el pop o el R&B?

Autor: Roberth Phoenix  

Alabanza, adoración y evangelización al ritmo del nuevo milenio

La música y la danza se han convertido en un instrumento más para la inculturación evangelizante, especialmente para los jóvenes, que se ven atraídos por éstas expresiones artísticas y fenómenos sociales, sin embargo aún no hemos entendido que no son motivos para dividirnos sino medios para alcanzar el ecumenismo tan buscado por Juan Pablo II

Desde siempre, Dios ha sido inspiración para la creación de incontables obras maestras en las bellas artes, como son la literatura, la arquitectura, la pintura, la cinematografía y por supuesto la escultura. Pero hoy nos enfocaremos específicamente en la música y en la danza.

Desde el inicio de las diferentes culturas de nuestro mundo, los asirios, babilonios, persas, griegos, nórdicos, egipcios, celtas, mayas, incas y otros pueblos prehispánicos, han desarrollado la música y la danza como formas de expresión, específicamente de adoración a sus deidades o ídolos. El pueblo hebreo no se queda a tras, en la Biblia existen numerosos casos en donde la música se hace presente al igual que la danza, ya sea como parte de una festividad o tributo a Dios.

A través de los siglos estas expresiones artísticas han ido de la mano con la religión, en muchos casos se han escrito obras maestras para alabanza del Señor, que van desde los cantos gregorianos hasta los grandes Réquiems de la historia, pasando por varios himnos, aleluyas y ofertorios. Pero la música clásica no es la única que ha dedicado un espacio para halagar al supremo creador, pues diferentes influencias musicales han desarrollado a través de la música y la danza una forma eficaz de llevar el mensaje de amor del Señor, es decir, se han convertido en un instrumento más para la evangelización, especialmente para los jóvenes, que se ven atraídos por éstas expresiones artísticas y fenómenos sociales.

Recordemos que durante la esclavitud de los negros en Estados Unidos, éstos realizaban cantos de esperanza y fe hacia el Señor, al igual que se hacía en el Antiguo Testamento. Otro claro ejemplo son las misiones a áfrica y América, en donde la música y la danza podían fusionarse como parte de la música y danza nativas del lugar para lograr una inculturación evangelizante.

Hasta la fecha son muchos los movimientos y géneros musicales que se dedican a la alabanza del Todopoderoso que sería casi imposible nombrarlos a todos. Aún así es importante hacer algunas acotaciones de vital importancia.

Algunos géneros como el gospel derivado del soul negro, ha sido el género principal para la alabanza de nuestro Señor. Éste género de gran popularidad en los países anglosajones, principalmente en USA, goza de apoyos totales de compañías disqueras y de reconocimientos de la industria musical. Sin embargo, no es muy bien aceptado en países latinos, por algunos prejuicios de educación, que han fomentado la errónea idea, de que es una “falta de respeto” cantar y mucho peor, bailar para el Señor.

Aún así, cada pueblo ha buscado la forma de transmitir su sentir y amor por Dios, en estas dos bellas artes. Baste con mencionar el caso de los sacerdotes del movimiento de Renovación Católica en Brasil, que logran llenar estadios en conciertos cristianos que van desde la zamba hasta el bosanova.

En los países orientales por ejemplo, el auge de la música electrónica ha permitido a los cristianos incursionar en estos géneros. En los países latinos dependiendo de los ritmos, podemos escuchar desde bachata, merengue, salsa, cumbia y todo tipo de ritmos caribeños que sirven como un medio de evangelización.

Algunos otros han optado por el R&B, el pop, la trova y sorpréndanse el blues y hasta el Jazz. Algo que en otros tiempos resultaría no solo sorprendente sino hasta ofensivo. Sin embargo no todo es miel sobre hojuelas. Pues como algunos otros movimientos no católicos también utilizan a la música como medio para alabanza, adoración y evangelización, algunos sectores de nuestra Iglesia Católica parecen estar “vacunados” contra todo tipo de música cristiana, a excepción tal vez de la música sacra que podemos escuchar en la misa cada domingo.

Y bueno, no podemos dejar de lado, el hecho de que también existen ciertos cantantes que se dedican a grabar discos y realizar conciertos en nombre de Dios, pero que en realidad solo buscan la propia fama y el secreto deseo del reconocimiento, además de enriquecer sus bolsillos, baste con mencionar a cierto cantautor mexicano que tiene muy bien montado su “show” en donde hasta el santísimo es parte del acto y además cuenta con su propia empresa para autopromocionarse y manejar a otros “artistas” cristianos. Razón válida para que otros tantos se “vacunen” contra este tipo de sujetos.

Pero si bien es cierto que existe quien rechace estas bellas artes, actualmente nuestra sociedad mundial contemporánea se está aceptando más la idea, de que la música y la danza pueden ser verdaderos medios para encontrarse con Dios. Muy a pesar nuestro, creo que aún no hemos entendido que la música y la danza no son motivos para dividirnos sino que por el contrario, son medios para alcanzar el ecumenismo tan buscado por Juan Pablo II. Así que la próxima vez que te inviten a un concierto cristiano, date la oportunidad de experimentar un encuentro con Jesús a través de las bellas artes.

Otra historia más de nuestro Éxodo contemporáneo...