Al pueblo pan y circo

Autor: Roberth Phoenix  

 


 “No solo de pan vive el hombre”; y yo podría agregar que tampoco de televisión

Uno de los fenómenos televisivos que ha sorprendido a todos en la industria del entretenimiento, es el de las familias disfuncionales. Y no estoy hablando de los “Talk shows”, que abordan a través de entrevistas, las vidas de los personajes más extraños que existen. Estoy hablando de los nuevos espacios televisivos que van desde “Reality shows”, hasta series melodramáticas y de humor negro.

En nuestra contemporaneidad abordar la situación de familias disfuncionales, es hablar de ganancias aseguradas, para productores, escritores, actores y por supuesto productoras de T.V. Basta ver la gran gama de “opciones de entretenimiento” que se nos presentan, para pasar el rato, reír, distraernos o en el peor de los casos “hacernos sentir identificados”.

Por ejemplo la exitosa “Six Feet Under (Seis pies abajo)”, aborda la vida de una familia que se dedica al negocio funerario, mientras que paradójicamente el padre muere, dejando a los inadaptados hijos a cargo del negocio y la familia. “Everybody loves Raymond (Todos aman a Raymond)”, trata sobre un matrimonio que vive en casa de los padres de él, y aborda directamente la enfermiza relación de Raymond con sus padres, el odio que existe entre suegra y nuera y el “divertido “ateismo” del protagonista.

Otra de las series de mayor popularidad en la actualidad es “Will & Grace (Will y Grace)”, donde se aborda directamente la relación de “amistad” entre una mujer con problemas de autoestima y se ex-novio gay, que ahora viven juntos. Añadiéndole a la trama los enredos causados por la mejor amiga de ella, una alcohólica frívola, y el mejor amigo de él, otro gay que además es padre de un adolescente, junto con una lesbiana.

“According to Jim (De acuerdo con Jim)”, “My wife and kids (Mi esposa y niños)” y “Reba” son otras muestras de familias disfuncionales, donde el padre irresponsable, la madre sobre-protectora, la adolescente embarazada, la amantes del marido y el muchacho promiscuo, son o pueden ser el nuevo “estandar” de una familia feliz.

Pero las serie televisivas no son las únicas en abordar este tipo de situaciones. Los nuevos dibujos animados para adultos, que son bastante populares entre los niños y los adolescentes, son e muchos casos, mucho más “explícitos” y crudos que os anteriores. Un ejemplo de esto es la aclamadísima serie de “Los Simpsons”, que va para su onceavo año al aire.

“King of the Hill (Los reyes de la colina)” muestra perfectamente como los traumas del padre y sus inseguridades son descargados en su hijo varón, mientras que el abuelo se enorgullece de ser un “héroe de guerra”, que puede gozar de su nueva esposa-juguete sexual, para humillarla y tratarla peor que a un animal. Mientras que la matriarca de la familia se esfuerza por ser una mejor educadora y ser la vecina modelo del vecindario.

“Family guy (Padre de familia)” es pero aún, el padre es un alcohólico que se burla abiertamente de la religión y se la dignidad de su esposa e hijos. Mientras la hija adolescente se preocupa por ser popular y perder su virginidad lo más pronto posible. La esposa por su parte tiene un amorío con e mejor amigo de su esposo: un perro. Y lo digo literalmente, el perro (mascota) de la familia. Para rematar tienen otros dos hijos, uno padece retraso mental y el otro es la “reencarnación” de Adolf Hitler, que planea asesinar a su propia madre. Además de contar con la aparición de Jesús que convierte el agua en una disco de los setentas.

Pero si pensamos que lo peor que puede pasar en la televisión son estos programas, que al fin y al cabo son creación de la mente humana, y no dejan de ser ficción. Los “reality shows” también han entrado a la modalidad de ser programas familiares. Muestra de ello es “The Osbornes”, que muestra la vida del alguna vez famoso Ozzie Osborne y su familia, dentro de su casa y sus grandes conflictos a la hora de comprar con sus tarjetas doradas en algún centro comercial de prestigio.

Lo más curioso de este tipo de programas de entretenimiento no es su contenido, la nula unión familiar, ni la desvaloración de la dignidad humana, sino el gran rating que asegura para las cadenas o canales productores. Pero todo esto es causado no por los patrocinadores, los actores o las tramas de dichos programas, sino por nosotros los espectadores que aceptamos cualquier porquería que nos de la televisión, y peor aún, dejamos a nuestros hijos “gozar” libremente de un entretenimiento “sano”, en vez de ayudarlos a tener un sentido crítico y cristiano.

Pero mientras nosotros mismos no pongamos un alto a todo este tipo de programas, shows como estos y peores seguirán invadiendo nuestras familias, nuestras casas, nuestras mentes y nuestras vidas. Después de todo esta en nuestras manos demostrar si el dicho de “Al pueblo pan y circo”, es cierto, o si también queremos dignidad, libertad, amor, felicidad y santidad. Pues ya lo dice la Sagrada Escritura, “No solo de pan vive el hombre”; y yo podría agregar que tampoco de televisión.

            Una historia más de nuestro éxodo contemporáneo...