¿Abogado del diablo?... Para nada

Autor: Roberth Phoenix 

   

Comunión entre valores cristianos y educación jurídica

Para mí la presencia de María Santísima, abogada de todos nosotros, siempre ha sido un punto clave para mi formación jurídica, pues ella es mi ejemplo y mi modelo a seguir.

            Es muy extraño pensar como fue que me decidí a ser abogado. Es decir, dentro de mi proyecto de vida, el ir a la universidad nunca estuvo en mis planes, sin embargo, fue una de las etapas que más satisfacciones me ha dado.

            Recuerdo que acababa de regresar de México, D. F., y tuve mi encuentro con Jesús, mi vida necesitaba urgentemente mucho trabajo de reparación, así como la relación familiar y la relación con mis amigos. Así que decidí quedarme a vivir en Puebla y mientras estudiar alguna carrera universitario, sin embargo jamás pensé que Dios me tenía preparado algo muy especial.

            Al tomar la decisión de estudiar derecho pensé que podría ayudar a muchas personas con mi profesión, sin embargo, el ámbito jurídico no es nada fácil. Primero que nada la prioridad no parece ser el derecho o la justicia, sino la capacidad de hacer dinero y por supuesto si eso implica pasar sobre los derechos de los demás, pues simplemente se hace.

            Segundo, no sólo la ambición es un factor cotidiano sino la necedad de apartar a Dios y por supuesto los valores cristianos de la aplicación del derecho. Por supuesto prueba de ello es que nuestro sistema jurídico aplica el derecho positivista, donde la ley es creada por el hombre y para el hombre, y donde Dios no tiene papel alguno.

            Por último parece que el declararse católico en un ambiente como éste, es uno de los mayores errores que podemos cometer, puesto que es como si tuviéramos “lepra”, la discriminación y por supuesto la burla no se hacen esperar, eso sin contar, por supuesto los prejuicios y los ataques constantes hacia la iglesia, los sacerdotes y los sacramentos, que parecen ser el pan de cada día en el ámbito universitario de derecho.

            Aún así, la misma profesión va ofreciendo muchas armas y herramientas par poder anunciar la presencia de Jesús vivo y justo en nuestra realidad. Y además se llegan a dar los casos en donde uno mismo puede aportar alguna acción cristiana para con los demás.

            Muestra de ello fue para mi la Asamblea Nacional de derecho del trabajo y previsión social en donde tuve la oportunidad de ser orador para dos propuestas de ley, una que respaldara los derechos de las personas infectadas con VIH y otra a favor de los niños menores de edad que trabajan. Maravillosamente la primera fue aceptada, y tristemente la segunda no.

            Otro claro ejemplo ha sido el litigio en donde directamente trabajamos con familias que necesitan ayuda legal en situaciones civiles, familiares, laborales o penales, y en donde sobra decir, la inminente necesidad de anunciar a Dios misericordiosos y proveedor de amor siempre es básica.

            En el ámbito personal es difícil afrontar el título de “abogado del diablo” y la mala reputación, ciertamente bien ganada, de los abogados. Sin embargo, para mí la presencia de María santísima, abogada de todos nosotros, siempre ha sido un punto clave para mi formación jurídica, pues ella es mi ejemplo y mi modelo a seguir. Y ha sido por intercesión de ésta santísima mujer que he conocido colegas a los que he podido compartir el amor de Dios y su experiencia de salvación, y a los que hoy puedo llamar amigos.

            Por supuesto para poder cambiar un poco éste ambiente jurídico en crisis por la falta de valores cristianos, creo que el primer punto es empezar por la educación jurídica, la religiosa y la moral. Seguida inmediatamente por el refuerzo de los valores y en especial de los valores cristianos para que de ésta manera podamos ver el derecho a la luz de la revelación y transitar por el camino del derecho hacia el Reino de Dios.

Pero todo esto solo será posible cuando los cristianos nos involucremos de lleno en la aplicación de los derechos cristianos a la inteligencia de algunos sectores del derecho y nos de cómo resultado una verdadera cosmovisión comprometedora.

             Por último quisiera exhortar a todos aquellos universitarios de esta maravillosa profesión así como a los juristas de la misma a consagrarse a María Santísima y tomarla como modelo de la abogacía, para que podamos proclamar a Jesús vivo no con palabras sino con hechos.

            Otra historia más de nuestro Éxodo contemporáneo...