Pequeñas, pero enormes

Autor: Ricardo Serna G.

 

 

           

¡Es cierto!, como los rayos de luz que emborrachan los ojos,
como las olas del mar que golpean el cuerpo suavemente,
como los sueños que cubren las desamparadas ilusiones,
las desoladas caricias y tristes tumbos de adioses;
¡es cierto!, hay muchas cosas pequeñas pero enormes
que son como bálsamo misterio gran diamante de salvación
contra el dolor del cuerpo y alma.

¡Es cierto!, escapamos un momento
de ese sufrimiento de hospitales y muros vacíos,
de enfermedades y tormentos,
cuando la mirada de amistad
cubre el tiempo un instante,
cuando la bondad erguida ante la adversidad
tiende la mano fuerza desinteresada pero firme:
amores pequeños pero enormes.

¡Es cierto!, si fueran diferentes ahora,
que las palabras fueran el refugio seguro,
que expresaran cada sílaba de los pensamientos
el arte de la comprensión y apoyo,
serían la magia, la belleza del espíritu;
¡es cierto!, no existiría el ayuno
del sollozante blanco amor 
y cálida ternura.

¡Es cierto!, la oración a Dios
florece el alma,
convierte espiritualmente 
la brisa de las tribulaciones
en vientos cantos de esperanza,
en brillo, campanas delirantes
de fe, aromas de eternidad;
¡es cierto!, muchas cosas pequeñas son enormes.

Brincamos por todas las muertes,
quebrando, maldiciendo el cuerpo y alma,
repartiendo cadáveres de intenciones y buenos deseos,
doblegando los tiempos, las virtudes,
en lugar de tomar de la superficie
el aire fresco
de las cosas pequeñas pero enormes.

Porque desde siempre cerramos los ojos,
el corazón, las manos,
peleamos sin razón;
cuando luchamos, arrasamos jardines de flores,
transformamos la paz en eterna guerra,
cuando no queremos comprender
las arenas suaves de la vida y la existencia.

¡En fin! ¡Es cierto!,
hay muchas cosas pequeñas pero enormes.
¡Tú lo sabes!