El Amor, la Vida y la Muerte...

Autor: Fundación Nueva Cristiandad

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En el término de una semana murieron dos mujeres muy populares en todo el mundo, aunque distintas fueron sus vidas y sus muertes. Lady Di y la Madre Teresa de Calcuta. La primera, conocida por su casamiento real; la segunda, por su entrega total a Dios y a los hombres. La princesa tuvo todo lo que este mundo puede darle a una persona: títulos, honores, pompa, poder, dinero y belleza física. La religiosa, nada tuvo de las cosas de la tierra. Lady Di sufrió mucho antes de morir y murió a los 36 años, en un accidente de automóvil. La Madre Teresa vivió en “la alegría de vivir en el amor de Dios”, y con ese espíritu murió a los 87 años. Las dos fueron muy queridas por su condición humana, y ambas desbordaban simpatía –natural la primera y sobrenatural la segunda–. 

la madre teresa de Calcuta

La Madre Teresa nació en Albania el 10 de agosto de 1910. Desde pequeña tuvo la inclinación de amar a los necesitados. A los 18 años siendo novicia en el convento de Loreto, Irlanda, comunica a la madre superiora sus deseos de ir como misionera a la India. A los 19 años llega  a Calcuta donde termina su noviciado. Más tarde enseña geografía en una escuela de la misma ciudad. 

no nací en 1910 como dicen mis documentos, nacI en 1946,

Cuando en una calle de Calcuta, tropecé con el cuerpo de una mujer moribunda –nos dice la Madre Teresa–. Ratas y hormigas subían por las llagas. La alcé, caminé hasta un hospital y pedí una cama para ella. La mujer murió ahí, en la que tal vez fuera la primera cama que tuvo durante toda su vida”. Esta experiencia fue el llamado de Dios para dedicar su vida al servicio de los más pobres de la tierra, "de los que nunca fueron amados”.

En 1949 funda la orden de las “Hermanas Misioneras de la Caridad”. Sus miembros, además de los votos de obediencia, pobreza y castidad, hacen el voto de ocuparse de los más necesitados: los huérfanos, los moribundos, los desamparados y los enfermos de lepra y de sida. 

Paulo VI, el premio Nobel y la Madre Teresa

En el Congreso Eucarístico realizado en 1964 en Bombay, la India, Paulo VI reveló al mundo occidental la labor –hasta entonces desconocida– de la Madre Teresa de Calcuta. Cuando el Sumo Pontífice estaba a punto de tomar el avión de regreso, manifestó el reconocimiento público de la Iglesia al anunciar el ofrecimiento de su coche blanco a la Madre Teresa “para ayudarla en su misión universal de amor”. En ese momento muchas personas conocieron la existencia de la religiosa.

Culmina la popularidad de la Madre Teresa cuando en 1979 recibe el “Premio Nobel de la Paz” por su trabajo con los desamparados y moribundos. 

Lady Di recibe el llamado del amor

La amistad entre Lady Di y la Madre Teresa de Calcuta comenzó en Roma en 1992. Posteriormente se vieron en varias ocasiones, la última en junio de 1997 en New York. Desde el primer momento se estableció un fuerte lazo de unión entre ambas. La princesa sintió un gran afecto y admiración por la religiosa: siempre apoyó su obra por los desamparados y en varias ocasiones destinó fondos para hacer posible su obra. Conocer a la Madre Teresa fue para Lady Di la ocasión de recibir el llamado del Amor

testimonios sobre lady di aceptando el llamado del amor

Pocos días antes de la Navidad de 1995, Sor Bridie –responsable del refugio católico para los “sin techo” londinenses–, anunció a sus pordioseros la visita de Diana Spencer. “La princesa acompañada por sus dos hijos entró en el refugio –nos revela Sor Bridie–. Mientras caminaban, Diana les susurraba que prestaran atención, que miraran. Luego, levantando la mirada, me dijo que William tenía que aprender: el futuro rey de Inglaterra debe conocer el sufrimiento para ser justo. Y William miraba al viejo con la barba manchada de tabaco; al muchacho con un diente sí y tres no, carcomido por la droga; a la señora cubierta de harapos y con los ojos estrujados por el alcohol y la desesperación.

Fue un día muy especial para esa mujer que tenía de todo pero buscaba otra cosa –continúa Sor Bridie–. Era una mujer muy humana. Sabía escuchar y su presencia daba calor. Ciertamente, Diana tenía una fe fuerte y antes de irse de aquí se unió a nuestro recogimiento”.

El Padre Ronan Murphy, sacerdote carmelita de una iglesia católica de Kensington, nos revela que la princesa Diana iba a una pequeña iglesia católica de Londres a rezar el rosario ante una imagen de Santa Teresita del Niño Jesús. Lady Di fue sepultada con el rosario que le había regalado la Madre Teresa. En varias ocasiones la princesa había manifestado su cariño por ese regalo de la religiosa. 

“el amor sopla donde El quiere”

Lady Di y la Madre Teresa se parecen en que ambas supieron responder con un sí a la invitación del Amor. Difieren en cuanto al momento en que fueron llamadas. Es el caso de la parábola de los trabajadores que fueron llamados a trabajar a distintas horas del día. Unos al comienzo de la jornada, otros a medio día y los últimos faltando una hora. Y todos recibieron la misma paga convenida, un denario.

En la novela “A cada uno un denario”, el autor narra el caso de un sacerdote que durante toda su vida había ayudado a los hombres, y que nunca había podido comprender lo que él consideraba una injusticia: que todos tuvieran la misma recompensa habiendo trabajado algunos apenas una hora. Llegado a la vejez comprendió la verdad que encerraba tal parábola, porque los que fueron llamados a difundir el mensaje del Amor desde el comienzo de la jornada, amando, fueron felices desde el principio; y los que fueron llamados por el Amor a la última hora, durante todo ese tiempo, en el que no amaron, estuvieron angustiados y sufriendo: “el hombre ha sido creado para amar y solamente amando es feliz”. 

La Madre Teresa de Calcuta fue feliz porque desde su infancia supo aceptar el llamado de Dios. Lady Di sufrió hasta el momento que Dios la llamó y supo responder con un sí a su llamado.

La primera amó mucho, y bien podía haber dicho: “Si la luz del Amor ilumina tu interior, todo lo verás con claridad y en todo verás a Dios”. La segunda sufrió tanto antes de morir, que también pudo decir: “Sólo existe una tristeza, la tristeza de no haber amado”.