Profesión: ser niño

Autor: Lic. Norma Mendoza Alexandry de Fuentes

 

Qué difícil profesión es “ser niño” ya que los adultos son complicados y no descifran claramente qué es lo que está pasando y por qué los niños tienen que dejar de serlo y retomar su propia vida sin ayuda, para poder sobrevivir.

Aunque en esta sociedad se trabaja sobre las inequidades en planos como el acceso al trabajo, la distribución de ingresos, las oportunidades educativas, el acceso a la cobertura de salud, son limitados los análisis sobre qué está pasando con una cuestión vital: las posibilidades que tienen los diversos estratos sociales en cuanto a la conformación de una unidad familiar sólida y estable. Las cifras indican que son muy diferenciadas, que allí se está produciendo un silencioso drama de vastas proporciones. La mayor participación de las mujeres en el mundo del trabajo incrementa a su vez el número de menores que crecen al margen del cuidado y la vigilancia de ambos padres, así como aquellos que ingresan de manera temprana a los circuitos informales del mercado de trabajo.

En un artículo recientemente publicado (1) se informa que la Dirección de Equidad y Género de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) se ha encargado de emprender iniciativas a favor de la erradicación del trabajo infantil y sus peores formas de explotación que obstaculizan el desarrollo requerido por los infantes al tiempo que lesionan su dignidad humana; la autora nos explica que se le llama “trabajo infantil o explotación laboral infantil a cualquier actividad laboral en que participa un niño o adolescente –sin importar si recibe un salario, un ingreso o si se trata de una labor no remunerada- que es física, mental, social o moralmente perjudicial para el niño o la niña e interfiere en su escolarización ya sea privándole de la oportunidad de ir a la escuela, obligándole a abandonar prematuramente las aulas o exigiendo que intente combinar la asistencia a la escuela con largas jornadas de trabajo pesado”, también aclara que de este concepto se excluyen “aquellas actividades o tareas formativas que realiza el niño o la niña en el hogar que no interfieren con su asistencia escolar y que son benéficas para su evolución o desarrollo..”

Según un estudio de la CEPAL , el 60% de las diferencias en el rendimiento educativo, en el desarrollo de la inteligencia emocional, en las formas de pensar, en la salud y en la prevención de la criminalidad de las personas estarían vinculados al clima educativo del hogar, su nivel socioeconómico, la infraestructura de vivienda (hacinadas y no hacinadas) y el tipo de familia. Aspectos básicos de la estructura de la familia tendrían, por tanto, fuerte influencia en los resultados educativos. Estarían entre ellos, elementos como el grado de organicidad del núcleo familiar, el capital cultural que traen consigo los padres, su nivel de dedicación a seguir los estudios de los hijos, su apoyo y estímulo permanente a los mismos.

Múltiples estudios corroboran esa tendencia y el papel clave de la fortaleza del núcleo familiar. El Ministerio de Salud y Servicios Humanos de E. U. A. realizó un estudio sobre 60,000 niños. Wilson informa sobre sus conclusiones:

“En todos los niveles de ingreso, salvo el muy alto, en el caso de los dos sexos y para los blancos, negros e hispanos por igual, los niños que vivían con una madre divorciada o que nunca se había casado, estaban claramente peor que los pertenecientes a familias que vivían con los dos progenitores. En comparación con los niños que vivían con sus dos padres biológicos, los niños de familia con un solo progenitor eran dos veces más propensos a ser explotados o suspendidos en la escuela, a sufrir problemas emocionales o de conducta y a tener dificultades con sus compañeros. También eran mucho más proclives a tener una conducta antisocial”.  

Una preocupación central de nuestro tiempo es el aumento de la criminalidad en diversos países. La familia aparece a la luz de las investigaciones al respecto como uno de los recursos fundamentales con que cuenta la sociedad para prevenir la criminalidad. Los valores inculcados a los niños en la familia en esta materia en los años tempranos y los ejemplos de conducta observados, van a incidir considerablemente en sus decisiones y conductas futuras. Un estudio en E. U. A. (Dafne Whitehead, 1993), identificó que examinando la situación familiar de los jóvenes en centros de detención juvenil en el país, se verificaba que más del 70% provenían de familias con padre ausente.

La pobreza e inequidad colocan a numerosas familias en serias dificultades para poder dar a sus hijos la infancia que desearían y que correspondería. Se abren ante la presión de las carencias un cúmulo de situaciones que afectan duramente a los niños, crean todo orden de conflictos en la unidad familiar e impiden que la familia cumpla muchas de sus funciones.

Una de las expresiones principales de la problemática que se plantea es la figura del niño que trabaja desde edades tempranas. Obedece en muchísimos casos a razones esencialmente económicas. Es enviado a trabajar o se procura trabajos para poder realizar algún aporte al hogar del que proviene con carencias y poder subsistir personalmente. Como lo ha señalado reiteradamente la O.I .T. (Organización Internacional del Trabajo), la situación del niño trabajador es muy dura y contradice los convenios internacionales vigentes de protección del niño y los objetivos básicos de cualquier sociedad. Esto constituye una circunstancia de violencia contra uno de los miembros de la familia, el hijo; asimismo, implica en muchos casos el retraso escolar o la deserción del sistema educativo. Ello lo colocará en condiciones de inferioridad para ingresar al mercado de trabajo en el futuro. Además la vinculación entre pobreza y trabajo infantil es muy estrecha.

En el artículo de la Srita. Narváez se hace alusión a un crítico de cine M. Medved quien propone que “para que las niñas y los niños se puedan desarrollar de manera armónica requieren, entre otras cosas, que cultivemos en ellos tres cualidades: optimismo, seguridad y capacidad de asombro. Esto les posibilitará una infancia feliz, así como confianza en el ser humano y en el futuro”, yo me permito agregar que estas cualidades no se adquieren en ninguna parte más que en el seno familiar.  Además deseo referirme a un personaje docto en el rubro del humanismo (2), quien considera de primordial importancia la formación de la persona, ésta se refiere a lo que el hombre y la mujer deben contener en sí mismos para aprestarse a actuar mejor y para recoger en su provecho, en su expansión, las acciones de los demás y de sí mismos.

El Dr. C. Llano  nos dice muy acertadamente: “La inteligencia y la voluntad, facultades paradigmáticas del hombre han resentido el encierro: necesitamos un pensar claro y un querer firme. Esta es la verdadera formación de la persona; formación que debe adquirir un enfoque nuevo, porque la comprobada perennidad del ser humano se despliega de manera diversa –y aun muy diversa- en sus distintas encrucijadas culturales. La formación de la inteligencia y la voluntad han de enfrentarse con la actual conducta de los individuos, para aprovechar lo que ésta contiene de positivo, y lo que, al revés, desvía al hombre del ideal del ‘panaristós’ (su ser lo mejor en todo) humano. Este ideal, consciente o ignorado, pervive aún en el hombre contemporáneo, como en el de todos los tiempos: pero hay maneras de llegar a él que se alejan asintóticamente –lo estamos viendo- de aquello mismo que compulsivamente persiguen.”  

¡Ayudemos a los niños a ser mejores niños! …y punto.  

 

1)       Narváez Soto, Leticia. Art:.: Proteger a la infancia de la explotación laboral. En Yo Influyo, Abril 2004.

2)       Llano C. Carlos, La Formación de la Inteligencia , la Voluntad y el Carácter. Editorial Trillas,  1999.