Nuevas formas de agrupación social.

Autor: Lic. Norma Mendoza Alexandry de Fuentes

 

En esta gran ciudad -nos dice un artículo periodístico (1)-, en la colonia Buenavista, un estrafalario desfile de jóvenes se dirige al tianguis del Chopo, ataviados con gabardinas negras de terciopelo, crestas de varios colores por cabello, sobre sus patinetas. Son las tribus urbanas, formas de congregación de muchachos que han desplazado a la banda de la ciudad. Esto jóvenes -continúa más adelante- han optado por buscar su identidad en símbolos culturales como son el lenguaje, la música y la actitud ante la vida a través de bien definidos movimientos urbanos…” En esta última expresión es en donde el articulista no parece saber el sentido de lo que dice, ya que la persona no “busca” su identidad en “símbolos culturales”, sino que la identidad significa más bien: ser yo mismo, esto es, en qué soy diferente a todos los demás seres humanos vivientes y en qué me encuentro ligado a los que considero más cercanos. Estas llamadas tribus urbanas (punks, darketos, punketos, etc.) olvidan su ‘yo mismo’ y prefieren seguir al conunto que marca y condiciona ese ‘yo’. Esto es, para ser miembro de tal o cual grupo es necesario usar una determinada vestimenta, peinado, zapatos, oír ciertas bandas musicales, tatuajes y comportamiento específico. La conducta de estos grupos humanos es marcada por una voluntad que sigue solamente el sentimiento de quienes los integran, esto es, en la medida en que yo me comporte como me dictan las normas de mi grupo, entonces ‘soy aceptado’, lo cual me satisface sentimentalmente. Esta costumbre de que la voluntad siga al sentimiento, en este caso “del grupo”, tiene como consecuencia una atrofia de la inteligencia, pues constituye en estos casos y muchos otros, el centro de los malos hábitos y de las conductas desacertadas y por tanto, estos individuos poseen una marginación intelectual de grandes proporciones.
Su origen se encuentra en una equivocada educación desde su infancia, ya que a temprana edad el comportamiento depende fundamentalmente de los sentimientos, de allí la importante función de los padres, esto es de la familia, ya que cualquier formación correcta debe hacer que el ser humano siga su intelecto y no sus disposiciones afectivas, aunque fueran buenas. “El hombre debe habituarse a obrar de acuerdo con lo que intelectualmente conviene y no de acuerdo con lo que sentimentalmente se inclina”, nos explica el investigador Dr. C. Llano, y continúa explicando que si nuestra conducta se acostumbra a seguir los impulsos de nuestros sentimientos, no seremos nunca dueños de nuestra conducta propia.
En la Ciudad de México, el ambiente “dark” , producen música, literatura, teatro y performance a través de una docena de agrupaciones y la ‘esquina’ constituye el punto de encuentro: de los “tarzanes” en los años 30 y 40; de los “pachuchos” en los 50; de los “rebeldes sin causa” en los 60; de las “flotas” en los 70; de las “bandas” en los 80 y de las “tribus urbanas” a finales de los 90. Una de las pandillas más conocidas fue la de los “panchitos” en el área de Observatorio que significaron, de acuerdo con el sociólogo Héctor Castillo (UNAM), un problema de pandillerismo real con acciones violentas, delincuencia colectiva, drogadicción y alcoholismo. Los sentimientos perversos pueden surgir, aún si los suscitan ocasiones externas ya que el hombre y la mujer están cargados de concupiscencias, de apetencias irracionales y no puede huir de sí mismo.
El sociólogo J. Pérez Adán (2) nos explica que hoy en día el consumo de drogas es uno de los principales problemas de la juventud pero sería inútil comprender su importancia sin introducirlo en la realidad más amplia de la cual es consecuencia. En una sociedad que ha eliminado el factor tiempo y pretende reducir la experiencia humana al instante inmediato, el aislamiento individualista recurre a la búsqueda de satisfacciones con prisa. Precisamente en este marco es donde la droga toma protagonismo entre los jóvenes y se convierte en un problema social. En la adicción estimulante se conjuntan el placer inmediato y al mismo tiempo la vía de escape de la soledad y las exigencias de la competitividad entre los individuos. Es en la juventud, cuando una de las maneras de afirmación del yo es la identificación grupal.
Para entender toda esta problemática deberemos referirnos al hecho de que los humanos vivimos en contextos que cambian en el tiempo y en el espacio y que están catalogados culturalmente, sin embargo, ya que este espacio no es suficiente para profundizar en las causas de tan amplia y confusa problemática, tan sólo diremos que hemos de luchar contra el imperio de los sentimientos, más bien dicho del sentimentalismo, y por supuesto de la masificación. Estos grupos, hoy denominados tribus urbanas, nos hacen pensar en la palabra que los latinos tenían para indicar el estado en que el ser humano se encontraba desguarnecido: “intemperies”, esto es, a la intemperie. Su actuar está dominado a la vez, por el hábito de la “intemperancia” ya que carecen de mesura y dominio, son impulsivos y sentimentales. Por tanto, se encuentran a merced de factores que ellos no dominan.
Acudiendo a la sabiduría bíblica, desearíamos que cada uno de los miembros de estos grupos producto de nuestra sociedad contemporánea y nosotros mismos reflexionáramos en un pasaje:
“ Estamos pues, de acuerdo en que la ley pertenece a la esfera del espíritu; pero yo soy un hombre de apetitos desordenados y vendido al poder del pecado, y no acabo de comprender mi conducta, pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que aborrezco. Pero si hago lo que aborrezco, estoy reconociendo que la ley es buena, y que no soy yo quien lo hace, sino la fuerza del pecado que actúa en mi. Y yo sé bien que no hay cosa buena en mí, en lo que respecta a mis apetitos desordenados. En efecto, el querer el bien está a mi alcance, pero el hacerlo no. Pues no hago el bien que quiero sino el mal que aborrezco..” (Rom. 7, 14-20).

En sus simbolismos estos grupos “dark” esconden el contenido de su existencia y parecen exclamar: ------¡INFELIZ DE MI!------
Pero, a diferencia de San Pablo, quien sí descubrió la presencia gloriosa de Dios, ellos terminan viviendo en su infelicidad, tristeza y anarquía.
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1) Padgett, Humberto. Art: Desaparecen la banda y afloran los punketos…En: Periódico REFORMA, 18 Enero, 04, pp. 2B.
2) Pérez Adán, J. Ros Codoñer, J. Sociología de la Familia y la Sexualidad. EDICEP.