El cambio

Autor: Lic. Norma Mendoza Alexandry de Fuentes

 

Algunos periódicos nos quieren hacer creer que “ser gay no es fácil para un hombre en una sociedad que no termina por aceptarlos, pero ser lesbiana es probablemente peor…”(1)  Esto querría decir en sentido opuesto que, si la sociedad aceptara su decisión de serlo, si pudiesen “compartir lo que sienten”, si pudieran tener independencia, un trabajo, una novia y hasta casarse, entonces sí tendrían una alta autoestima. El grupo de ayuda a lesbianas a que se refiere el periódico de referencia, convence a jovencitas inmaduras de que lo anterior es cierto y por tanto, deben luchar por “sus derechos”. ¡Es increíble que se manipule a jovencitas inmaduras de este modo!

En la época presente, con toda la información que nos llega de E.U.A., en donde ha suscitado un escándalo el otorgamiento de “licencias de matrimonio” a homosexuales, parece que cuando el gigante estornuda, México lo imita sin pensar en las consecuencias.

Quiero declarar en primer lugar un absoluto respeto hacia las personas que toman la decisión de seguir su inclinación homosexual, pero desgraciadamente, lo único que enseñan en algunas organizaciones es a no creer en el destino y a no tener una esperanza. Gerard van der Aardwerg, doctor en psicología por la Universidad de Ámsterdam, especialista en terapia de la homosexualidad declara que: “Para los que saben que la esperanza es también vida; para quienes son rebeldes y tienen la valentía de asomarse a sus miedos, éste es el mensaje de un psicoterapeuta que cree en la realidad: el cambio sí es posible.”

He aquí la respuesta: si en un grupo de mujeres u hombres con tendencia homosexual se les diera una esperanza en lugar de “informarles sobre relaciones de pareja”, qué distinto sería el resultado, pues ya no habría tanta “baja autoestima” ni las cifras que, según el artículo (y el I.M.J.) “señalan que entre el 30 y 40% de la comunidad homosexual ha intentado suicidarse”, ¿por qué? Porque los convencen de que su problema radica en que  -así nacieron-, que es una ‘condición constitutiva de sí mismos’, de que ya no pueden cambiar y que por eso son discriminados y sufren, lo cual es una concepción totalmente errónea ya que estas personas nacen con las mismas características físicas y psíquicas que cualquier otra, no hay pruebas de que exista una ‘naturaleza innata diferente’ que haga que, por ejemplo, un porcentaje de hombres con tendencias homosexuales aparezcan poco viriles o incluso afeminados en su conducta o intereses; esto es un efecto de la educación o de una visión aprendida de sí mismos.  El Dr. Aardwerg afirma que las mujeres hombrunas con tendencias lésbicas no lo son por disposición natural, sino por hábito o por un específico complejo de inferioridad. También se afirma en estudios serios al respecto que los sentimientos homosexuales que puedan aparecer durante la pubertad y adolescencia, por lo general son transitorios y deben ser contemplados como una etapa más del desarrollo psicosexual, desaparecen sin dejar huella cuando, en la siguiente fase, despiertan los sentimientos heterosexuales. He allí el peligro de que jovencitas desorientadas entren en organizaciones de lesbianas en donde, en lugar de sacarlas de su problema y darles una esperanza de cambio, las atrapan en la cárcel de sus sentimientos, que de otro modo podrían ser pasajeros y sin embargo las convencen de que –tú eres lesbiana, y punto--  enseñándolas y fomentando en ellas el “uso del condón femenino” en “prevención” de múltiples enfermedades.

Por otra parte nos quieren convencer de que “la incidencia de homosexualidad femenina es similar a la masculina, unas 3 personas de cada 10” . Esto es pura propaganda ya que creen que demostrando que hay una alta incidencia en la población, se conseguirá normalizar la condición, pero no hay ninguna lógica en ello; la desmesurada atención que se presta al tema, sobre todo hoy que se debate la ley en E.U.A., contribuye de forma considerable a la impresión de la omnipresencia de la homosexualidad. Esto es lo que buscan quienes abogan a favor de la normalidad del fenómeno gay, quienes aducen que es una medida progresista.

Veamos esto desde el ejemplo que señala un profesor, Juan Luis Lorda de la Universidad de Navarra:  Si dos amigos se quieren mucho  y no hay sexo por medio, no hay derechos ni beneficios fiscales en herencia y pensiones. Pero si declaran que hay sexo, entonces demandan nuevos derechos y beneficios fiscales. Si cuatro amigos se reúnen durante toda la vida para jugar al pócker, no hay derechos ni beneficios fiscales. Pero si declaran que se reúnen de dos en dos para practicar el sexo, entonces sí que reclaman sus ‘derechos’. Francamente esto es un absurdo jurídico y una discriminación por razón de sexo. Por otra parte, la unión de dos, tres o más personas para otorgarse favores sexuales no tiene nada qué ver con el matrimonio, ya que la palabra matrimonio viene del Lat. matri munus, es decir literalmente, el oficio de madre: engendrar, dar a luz, amamantar, cuidar del recién nacido y educarlo en su crecimiento.

Y si nos vamos más al fondo del asunto (2), es sabido que la creación del hombre, varón y mujer, es narrada en el libro del Génesis en dos relatos: en uno de ellos se describe la creación del varón y la mujer en un solo acto (Gén 1,27) y en la otra (Gén. 2, 7-25) se procede a describir la creación por separado, de este modo:  “cada uno de ellos, varón y mujer, no es sólo un objeto pasivo, definido por el propio cuerpo y sexo, y de este modo determinado por la ‘naturaleza’. Al contrario, precisamente por el hecho de ser varón y mujer, cada uno de ellos es ‘dado’ al otro como sujeto único e irrepetible, como ‘yo’, como persona. El sexo decide no sólo la individualidad somática del hombre, sino que define al mismo tiempo su personal identidad y ser concreto. Y precisamente en esta personal identidad y ser concreto, como irrepetible ‘yo’ femenino-masculino, el hombre es ‘conocido’ cuando se verifican las palabras de Génesis 2, 24 : El varón…se unirá con mujer y los dos vendrán a ser una sola carne.  En pocas palabras: el cuerpo humano, con su masculinidad y feminidad, manifiesta la comunión de personas mediante una elección que establece el pacto conyugal entre personas: “tomada del hombre” como “tomada de su carne”, la mujer se convierte a continuación como “esposa” y a través de su maternidad, en madre de los vivientes (cfr. Génesis 3,20)”. Esto demuestra simplemente que la unidad del varón y de la mujer, inherente al misterio de la creación, se da también como un compromiso en la perspectiva de todos los tiempos siguientes.

Un periodista de la Organización Heritage , Joseph Loconte nos amplía lo anterior diciendo que el debate sobre el matrimonio de homosexuales tiene un trasfondo religioso. Gene Robinson, el primer arzobispo gay de la Iglesia Episcopal dice que “el gran regalo del amor de Dios no debería ser negado a los homosexuales”, sin embargo el contenido de las religiones Protestante, Católica, Judía o Islámica reconocen todas el matrimonio de un hombre y una mujer como el único lugar legítimo para la intimidad sexual y espiritual. Es en esta institución en donde niños y niñas nacen y crecen. Todo lo demás, se aduce, es una falsedad al designio Divino.

Primero, si el matrimonio tiene su origen en la mente del Creador y segundo, si el proceso de cambio, ayudado por algún tipo de psicoterapia puede conducir a resultados bastante satisfactorios, aunque el resultado final dependa de muchos factores (por ejemplo: motivación del paciente para el cambio, su constancia, su auto-sinceridad, influencias sociales, etc.), el cambio real es en principio, posible.

“La defensa de acéptate a ti mismo, es con frecuencia, un alegato del infantilismo. La alternativa supérate a ti mismo es más difícil, pero es la única forma de lograr la felicidad interior y la paz del espíritu.”                G. Van Der Aardwerg  

---------------------------

1)       García E., David. Tienden la mano a jóvenes lesbianas. En: Periód. REFORMA, 21 Feb. 2004, Secc. Vida, pp. 7C .

2)       Juan Pablo II, Varón y Mujer. Editorial Palabra. 1996.