"Los hizo varón y mujer"

Autor: Padre Miguel Ángel Fuentes I.V.E

Libro: "Los hizo varón y mujer"

 

 

1. EL VARÓN EN EL MATRIMONIO

Teniendo en cuenta estas particularidades, ¿qué decir del varón cuando se convierte en esposo?

1) Esposo y padre.

El varón desempeña dos funciones: ser esposo y ser padre.

Ser esposo significa ser “cabeza” de un hogar. Lo dice San Pablo: El marido es cabeza de la mujer como Cristo es cabeza de la Iglesia y salvador de su cuerpo (Ef 5,23). En este sentido, su función consiste más en organizar las cosas generales; trabajar para la familia; su parte es el trabajo duro, pero no los detalles. Normalmente es quien debe tomar las últimas decisiones. Por eso hay un dicho: “donde la mujer domina y gobierna, allí a menudo la paz no inverna”.

De modo equivalente, su mayor dignidad consiste en ser padre, en imitar a Dios Padre. Esto quiere decir que a imitación de Dios, debe ejercer sobre su familia la tarea de gobernar, de ser providente y previsor, de guiar amorosamente a los suyos, de vigilar la educación de sus hijos. El padre de familia es un artista que debe esculpir en el alma de sus hijos la imagen de Dios. Debe conducirlos a la madurez psicológica y afectiva.

2) El machismo

La deformación del varón es lo que se denomina “machismo”. ¿Qué es el machismo? El machismo es la pretensión de ejercer el dominio sobre la esposa y los hijos por la fuerza y la violencia, e incluso por la crueldad. Implica el renunciar a ser cabeza, porque ésta ejerce su dominio no por los músculos sino por la razón.

El machismo es una forma de bestialismo. Mata el amor verdadero y degrada no sólo a la mujer sino al mismo hombre. Degrada al hombre porque nadie puede negar que el uso de la violencia se hace necesario sólo cuando uno no sabe imponerse a través de la razón y de la verdad. Los violentos son los que no tienen recursos racionales y espirituales. El machismo no es signo de virilidad sino de animalidad irracional. Además es signo de inferioridad porque necesita hacerse respetar por los gritos y los golpes; en el fondo tiene miedo a que su esposa lo considere inferior e incapaz. El machismo introduce, por eso, una gran injusticia en el hogar; y muchas veces termina empeorado con vicios como el alcohol, el adulterio, la despreocupación por los hijos.

Pero sobre todo degrada a la mujer que es rebajada a una cosa, es esclavizada, maltratada y obligada a numerosas injusticias y sufrimientos. No nos damos suficiente idea de cuántos matrimonios son llevados al fracaso por esta deformación: algunos terminan en la separación, pero casi todos se separen o no desconocen la auténtica felicidad matrimonial.

3) Jesús, ideal del varón

En este sentido, el modelo de todo varón es Jesucristo. Él fue “hombre y varón ejemplar”. Todo varón debe mirarlo a Él para saber cómo tiene que ser y obrar. ¿Cómo eran las actitudes de Jesús?

Con Dios Padre. Para Jesús, Dios Padre es el valor supremo de su vida. Por eso recuerda a menudo a sus contemporáneos: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas (Mc 12,29-30). Jesús confía ilimitadamente en la Providencia divina; se enfurece cuando profanan el Templo de Dios; se llena de ternura y oración cuando habla con Él.

Jesús ante sus enemigos. Jesús tuvo muchos enemigos; fue perseguido, calumniado, traicionado y odiado; muchas veces intentaron matarlo y finalmente lo llevaron a la cruz. Por eso Jesús en la Ultima Cena dice: me odiaron sin motivo (Jn 15,25). Sin embargo, no retrocedió ante las amenazas ni tuvo deseos de venganza. No temió las persecuciones, ni se calló cuando tenía que decir la verdad. Pero, en lugar de vengarse, de tomar revancha, rezó y murió rezando para que Dios perdonara a quienes le hacían mal. Si en esto un hombre muestra su grandeza de alma, Jesús mostró tener el alma más grande del mundo.

Con la mujer. Nuestro Señor vivió la castidad perfecta y la virginidad más pura. Pero al mismo tiempo tuvo el mayor aprecio y respeto por la mujer. Por todas las mujeres: las buenas y las malas. Amó como nadie a su madre, María Santísima. Pero no tuvo reparo en acercarse a las pecadoras para invitarlas a la conversión, como hizo con la samaritana. Las defendió de sus enemigos, como hizo con la adúltera que los fariseos querían condenar a muerte y con María de Betania de quien Judas murmuraba injustamente; las perdonó cuando se acercaban arrepentidas de sus pecados, como hizo con María Magdalena. Un hombre verdadero siempre respeta la dignidad de la mujer.

Jesús ante el dolor. Nadie sufrió como Él. Isaías lo llama “varón de dolores”. Azotado, coronado de espinas, traicionado, escupido, cargado con la cruz, crucificado con clavos, odiado y calumniado... Nunca se quejó ni se rindió ante el sufrimiento. Nunca cayó en la desesperación, ni se echó atrás de su misión aunque nuestra salvación le costaba la vida...

Cuando un hombre cuando un esposo quiere ver si es suficientemente hombre tiene que mirar siempre a Jesús. Él es el modelo con quien debe compararse.

2. LA MUJER EN EL MATRIMONIO

1) Esposa y madre.

La mujer en el matrimonio es fundamentalmente esposa y madre. Y en esto imita a la Iglesia.

Ser esposa significa aportar al matrimonio todas esas enormes cualidades que a una mujer da la auténtica femineidad. Ella debe amar a su esposo como la Iglesia ama a Cristo. La mujer es la “señora” de la casa. Es la que hace que el hogar sea “hogar”, es decir, algo cálido, agradable y acogedor al esposo y a los hijos. Ella sabe cómo hacerlo; el esposo generalmente no. La mujer es la que está en los detalles y puede poner la cuota de afectividad que es necesaria para la felicidad. Si el esposo es la cabeza, la esposa es el “corazón”. Si la cabeza anda mal, una familia está loca; pero si el corazón anda mal, una familia muere infartada. Cada uno aporta lo suyo, porque son dos partes complementarias.

Madre. La más alta misión de la mujer casada es la maternidad. Es el don más grande que Dios le ha dado. Sólo ella puede gestar en su seno un nuevo ser. Y entre la madre y el hijo la naturaleza entreteje lazos únicos, por el silencioso diálogo que se establece entre ambos durante los 9 meses que están físicamente unidos. A ella tocará dar los detalles psicológicos y afectivos del hijo. En el hogar ella representa la imagen de la fecundidad, y por tanto de la vida, de la alegría, del gozo, que son las ideas que con la fecundidad se relacionan.

2) El “feminismo”

La deformación de la mujer es el “feminismo” mal entendido. El feminismo es lo contrario de femineidad. Es la manifestación de un complejo de inferioridad. La mujer tiene una dignidad singular; una dignidad indeclinable. Es la dignidad que le viene de su capacidad de dar la vida y de su capacidad de amar; de su capacidad de conocer a Dios y de alcanzarlo; de su capacidad de ser madre y de su capacidad de ser virgen; de su capacidad de ser distinta del varón pero tan digna y libre como él. El feminismo desconoce esto, por eso busca imponer a la mujer haciendo de ella una especie de “varón”: un varón frustrado. El hombre pierde su dignidad afeminándose; y la mujer pierde la suya “avaronándose”. Jesucristo no hizo sacerdote a ninguna mujer, pero tampoco tomó carne de ningún varón sino sólo de una mujer, y sólo a una mujer llamó “madre” en el sentido más verdadero y pleno de la palabra. El falso feminismo no es una exaltación sino una degradación de la mujer.

3) La Virgen María y la mujer

El modelo de toda mujer es también Cristo, en cuanto es el Hijo de Dios hecho carne. Pero toda mujer puede mirar a una mujer singular para ver cómo una mujer debe imitar a Dios. Esa mujer es la Virgen María.

En ella se concretan todas las virtudes y especialmente las virtudes más femeninas. Jesús la llamó desde la Cruz “Mujer” (Jn 19,26: “Mujer, he ahí a tu hijo”), para que nos demos cuenta que Ella no es sólo una mujer, sino “La” mujer; el modelo. ¿En qué?

En su entrega a Dios. Es la mujer consagrada a Dios; la mujer que entrega a Dios todo su ser, su alma y su cuerpo; la mujer que sabe dar a Dios su castidad y su virginidad. Por eso era la única creatura digna de ser “madre” de Dios. Ella es el “alma” de la Sagrada Familia. “La mujer que de castidad es digna/ gran honra merece; aun el ser reina”, dice un adagio.

En su misericordia. Es la mujer preocupada por los pequeños detalles de caridad. La vemos correr pronto a la casa de su prima Isabel para ayudarla durante su embarazo. La vemos ayudar a preparar una boda en Caná de Galilea. La vemos preocupada por la felicidad de unos pobres novios y es capaz incluso de arrancar un milagro, el primero, y de adelantar la hora de su Hijo para que los novios no arruinen su fiesta por falta de vino.
En su compasión. María no abandona a su Hijo en la hora del dolor. Jesús va camino a la Cruz: María le sale al encuentro para confortarlo y consolarlo. Jesús agoniza en la Cruz: María está al pie de la Ella, acompañándolo en silencio. Por eso es Corredentora nuestra.

A ella debe elevar los ojos toda mujer toda esposa que quiera alcanzar las cimas de su femineidad.

Concluyendo: el hombre y la mujer son distintos pero complementarios. Juntos complementan la imagen de Dios. El hombre es más perfecto mientras más hombre es. La mujer es más perfecta mientras más mujer es. Y sólo serán más hombre y más mujer mientras más se atrevan a mirar e imitar a Jesús y a María.