¡Nietecito mío!

Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla

Libro: Pinceladas

 

Mi nieto querido:

Seguramente te preguntarás algun día: “¿Cómo era mi abuelita cuando yo nací?”

Y eso nadie podrá contestártelo. Sólo podré hacerlo yo, y a medias, porque tengo que valerme de torpes palabras. Ni tu madre podrá contarte nada porque es incalculable la profundidad de un ser humano, lo que lleva escondido su corazón, la dimensión de su amor y las tonalidades de sus sueños.

Cuanto tú naciste, tu abuelita estaba cansada. Algún día entenderás que vivir cansa, que afanarse demasiado es un agobio, y que sufrir desgasta. Pero eso no impidió que te abrazara con ternura. Y que en ese corazón cansado y desgastado se fuera abriendo un surco tibio, palpitante de vida y de emociones. Lo abrió su corazón a fuerza de latir y de soñar… de rezar, llorar y esperar.

Pero no fue cálido ni fecundo, ni sintió el sacudimiento prolongado del resurgimiento, ni la dilatación y el ensanche de lo que brota y florece, hasta que decidiste dejar caer la semilla y ver la luz del sol.

Me sacudió tu nacimiento. Hasta llegué a pensar que era un peso demasiado grande para el ramaje que ya tenía que soportar mi tronco… Pero crecí, y me fui haciendo fuerte contigo.

Quiero decite que en la vida hay que subir algunas veces. Si no miras alto, no abarcas. Sólo en la cima divisas las dos partes del paisaje de la vida, las dos grandes dimensiones del hombre, su imagen completa, de sueños y de realidades.

A los demás podrías parecerle ajeno… A mi no, prolongación de mi sangre, carne de mi carne, aliento y vida de mi corazón y de mi espiritu.
Tu abuelita está cansada. Pero no para tí, que llenas de amor el barro con que te voy moldeando, la ilusión con que te estoy cuidando y la belleza con que te estás reflejando. No para tí, a quien conoce bien mi corazón…

Tu abuelita está cansada. Pero te puedo regalar mis lágrimas, que lejos de haber enturbiado mis pupilas, las han hecho transparentes para divisarte. Te puedo regalar mi amor, que lejos de haberse hecho duro e insensible, es tierno, blando, comunicativo y generoso… Es el amor inventado para ti, el que corre de un modo natural por el cauce de tu vida: agua para tu sed, luz para tu sombtra, caricia para tu pequeñez y sostén para tu fragilidad…

Te puedo regalar esta partecita recóndita y selecta del espíritu, donde sin raíz se aprieta, sin música se canta y sin alas se vuela…

Te puedo regalar una mirada que compendie muchas palabras. Y unas palabras que compendien mucho amor:

“¡Nietecito mío!”