¿Mucha o poca libertad

Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla

Libro: Pinceladas

 

La mucha libertad lleva tan lejos… que luego no podemos regresar. 

La mucha sujeción nos mantiene tan a corta distancia, que perdemos de vista la dimensión de las cosas y los avances del mundo. 

La mucha libertad puede ser un vuelo en un espacio peligroso, ilimitado. 

La mucha sujeción puede ser un intento fallido de vuelo que apenas nos permite abrir las alas. 

La mucha libertad es un riesgo, puede degradar al hombre. 

Los muchos prejuicios son una coacción y pueden encadenarlo. 

La mucha libertad cambia a veces los conceptos, los desvirtúa… y el bien y el mal se confunden. 

Las muchas trabas limitan; el hombre se cohíbe, se repliega. 

La mucha libertad puede ser un río desbocado. 

Los muchos diques pueden dejar el agua en inercia, estancada. 

Soltar las riendas parece ser un goce supremo, pero a menudo es también desgracia irreparable. 

Apretar la brida puede ahogar nuestras ansias y malograr nuestras realizaciones. 

La libertad es un gran don… el mismo Dios quiso respetarla.  Sin embargo, necesita un gran freno. 

Tenemos que encontrar el camino justo, el equilibrio razonable, la línea de conducta que guarde un contrapeso entre estas dos tendencias tan radicales.  Una voluntad bien orientada, unos principios fundamentales muy seguros y gran firmeza de carácter. 

Pues el mundo moderno abre senderos cada vez más amplios a la libertad… ¿pero se está preparando el hombre para esta gran responsabilidad? 

La juventud quiere vivir su vida, ¿pero conoce cuál es su puesto en el mundo?  Los niños se educan con otros métodos, ¿pero son a fin de cuentas más integros, más capaces, más dueños de sí mismos? 

El mundo progresa, cambia, pero ignora una moral y unas verdades inmutables. 

La tarea es armonizar estas dos tendencias, acoplar estos dos sistemas de vida, amasar el pasado y el presente en una nueva combinación que resulte más humana y más justa. 

Busquemos una adaptación social equilibrada, un justo medio entres dos extremos opuestos. 

¡El mismo grano de mostaza, pero en un campo nuevo y en una tierra más elaborada. 

La misma vid, pero germinando para saciar las apetencias del hombre. 

Las mismas ovejas, pero en un campo fértil… ¡donde reine el amor!