Libros

Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla

Libro: Pinceladas

 

 

No todos los libros son para todos los momentos. Cada estado de ánimo necesita un especial contenido. Y cada contenido necesita su preparación emocional para ser asimilado.

Hay libros de selva, tan tupidos, que amedrentan; tan intrincados, que imponen; tan solitarios que aíslan. Son parajes húmedos, que calan enfriando, estrujando el corazón. Todo está lleno de vigor, pero es tan huraño, tan desaliñado, tan abrumador, que nos empequeñece… Para entrar en ellos, hay que hacerlo con una coraza protectora y un machete en la mano, para no correr el riesgo de perder el sendero, o dejar de ver el rayito de sol que nos ayude a discernir y a situarnos.

Hay libros de montaña. Son muy altos, pero vamos subiendo con ellos desde la base, no sin antes pararnos muchas veces… El aire es tan limpio, el canto tan suave, la soledad está llena de vida. Sentimos que reina la armonía y domina el amor. La conciencia se siente como un amigo con quien podemos dialogar, como un compañero de la vida y de los actos a quien no tenemos interés en deformar. Por sentirnos tan pequeños, nos hacemos grandes. Y por querer ser grandes y mejores, amamos más a Dios. Y con amor nos agigantamos para abrir los brazos y dar un doble abrazo ¡a la tierra, como hijos; a los hombres, como hermanos!

Hay libros de mar, que sumergen el alma humana en unas profundidades con dimensión desconocida hasta entonces… Son estremecimientos de entraña, que parecen remolinos para subir a la superficie. Palpa uno la parte contradictoria del ser humano, en lo que tiene de turbio y de luz, de grandeza y de pequeñez. Calman la sed, ponen sal a la vida y no limitan al pensamiento humano. Son libros de fuerza, de corriente, de ola, de lágrimas, de caricia, de suavidad y de ternura.

Estos libros de mar dejan un gran horizonte, no lleno de uno mismo, sino un horizonte abierto a los demás… que puede tener sus brumas, sus sombras, pero siempre nos lleva a un final de luz.

¡Libros de mar! Que parecen haber nacido con un soplo de la gracia de Dios sobre el espíritu del hombre, así com nació el mar, por un soplo de a palabra divina sobre la materia.

Hay libros de arena, su terreno es tan movedizo, que te hundes. Su sol es tan recalcitrante, que te ciega. El viento corta y la ola muerde. Son libros que desfiguran los conceptos. Los desvirtúan. Exaltan los sentimientos, pero sepultan lo mejor que hay en ellos. Se escriben en la superficie, pero para que vayan calando en lo profundo. Son libros que atraen, porque brillan…pero ya dentro, manchan. Son libros que despiertan curiosidad, pero en el fondo son como un veneno invisible, como una droga para el alma, como un silenciador de la conciencia, como un adormecer de los impulsos generosos y nobles.

Estos libros de arena contaminan, pierden a la juventud… socavan todo aquello que puede frenar, regir y dar consistencia a la vida.

Son libros peligrosos… y el peligro siempre atrae. Cuando buscamos claridad, se nos queman las alas. Cuando buscamos caminos firmes, desaparecen nuestras huellas en la arena. Cuando queremos salvar el alma, ¡muchas veces es demasiado tarde!

De esta etapa de lecturas peligrosas datan las confusiones y las cicatrices que llevan muchos hombres toda su vida.

¡Tengamos cuidado!