Te está faltando Dios

Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla

Libro: Corazón revelador

 

 

La falta de estímulo, de aliciente, de renovación, es más perjudicial en las relaciones matrimoniales que esas desavenencias, discusiones o pequeños altercados que se tienen a veces, siempre y cuando no sean verdaderas heridas, ni demasiado frecuentes.

Porque el matrimonio es una relación activa, viva, intima, es una corriente que envuelve todos los aspectos de nuestro ser, no un lago sin olas, sin orillas, sin reflejos. Lo contrario del amor no son las diferencias, sino las “indiferencias”. Lo contrario del deseo no es el rechazo, es la apatía, la inercia, el desgano. Lo contrario de la felicidad no es la alteración, sino caer en eso que parece un plomo, una cadena irremediable contra la que ya ni siquiera intentamos sacudirnos, ni rebelarnos, ni mostrar agresividad. Vivir y estar como muertos. Movernos, pero sin que nada nos importe. En una palabra, sentirnos impotentes, indiferentes; no dar un solo paso hacia la comunicación, la comprensión, ni a la necesidad de volcarnos para sentirnos vivir.

Es peligroso ese estado de ánimo. Porque cuando queramos incorporarnos de nuevo a las emociones, quizá éstas no respondan. Y cuando queramos reintegrarnos al amor, a lo mejor ya se ha ido.

No des leyes, reglamentos, sometimientos voluntarios, al amor. Es como sujetarle la alas, ponerle un freno, doblegarlo, dejarlo sin luz. Y sin luz no ve, no arde, no siente.

Estás en una depresión y no sabes salir de ella. Puedes aún luchar, y te cruzas de brazos.

Es que te falta temple. Te falta fuerza. Te falta convicción. Te falta fe.

Te está faltando Dios.