No pierdes la patria si la llevas contigo

Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla

Libro: Corazón revelador

 

 

¡Cuánto dolor y cuántas lágrimas para aprender que nada de lo que teníamos era indispensable!

Hay que llevar el exilio con sobriedad, con serenidad, con elegancia. Aunque nos parezca una neblina de nostalgia con la que regresamos a la casa todos los días.

Muchos hay que no son libres en la patria, y lo resisten. Tú que eres libre aquí, aprende a mirar con fe y a llevar la patria donde nadie alcance a quitártela.

Ellos, además de faltarles la libertad, también deben sentirse desterrados. Viven solos, temerosos, amenazados, sin amigos, rodeados de extranjeros y déspotas, ¿eso es patria?

Tu voz es de lucha; la de ellos, de martirio.

Tú sueñas con esperanza, a ellos les están aplastando los sueños, como párpados que se pegaran con terror y con sombra.

Aunque cambies de lugar, no has cambiado de patria. Desterrado es el que emprende el vuelo olvidando el nido; quien lo lleva en el corazón, nunca lo pierde.

Las montañas deben parecerles impasibles. El mar debe oírse ronco. La brisa debe sonarles melancólica. Tú, sin embargo, puedes levantar la voz y que se la lleve el viento por el cauce el mundo. Y tu mar, aunque triste, puede ser espumoso y romper por todas las playas y todas las costas. ¿Qué pueden importarte las grandes capitales, si tu corazón vive anhelando y sufriendo por su pequeña isla?

Si te vacías de inquietudes, entonces sí serás un desterrado, no sólo de tu tierra sino también del resto del mundo. Si te despojas de toda responsabilidad, acabarás oscuro por dentro, como hueco, como frío, como mecha consumida y luz que parpadea, como si de un soplo te dejaran sin la única brasa que puede ayudarte a vivir. No te apagues, ni te desprendas de tu lucha, y la patria irá contigo dondequiera.

Yo sé que llevar a cuestas nuestra patria es una tarea titánica. Hay que llenar el corazón con lo que se puede, quedando siempre el vacío de lo que nos falta. Hay que rezar comprendiendo que se nos ha dado mucho, y sintiendo a la vez que poseemos muy poco.

No es prosperar, y enriquecer, y adquirir. Es el aguijón constante de una conciencia despierta y lastimada, la sensación de querer sobrepasar esta soledad colectiva y sentirnos a veces impotentes. No es conocer lugares, cambiar de actividades, sino clavarnos en la tierra de donde vinimos sin claudicar. Y sembrarnos en el esfuerzo de sobrepasar la realidad, y atrevernos a soñar sin que puedan convencernos.

Lleva la tierra con orgullo, con fuerza, con pasión. No seas tú mismo el que te desprendas a fuerza de llevar el corazón vacío.

Hazte sensible, y vibra siempre con la misma palabra: “Cuba”.