Las penas

Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla

Libro: Corazón revelador

 

 

Las penas hay que reposarlas, para que pueda cernirlas la mano de Dios y puedan bajar de lo indómito de la cumbre, a lo reposado y dulce de la ladera de la montaña, donde se sienta uno a reflexionar y adquirir sabiduría.

Caminas, hablas, quisieras revolver el mundo. Y a lo mejor todo lo que buscas se encuentra en tu propia entraña de cristiano.

El dolor que llega y ofusca la mente es como un guante aprisionando, enfundando la fe, que nos parece ineficaz y perdida. Entonces, aférrate sin pensar. Es el único remedio.

El dolor ciega. No sé si es una niebla que fabrica el mundo, o la fabricamos nosotros, pero el corazón pierde el rumbo y los ojos la luz.

Entonces cuela el amor que te quede, y poco a poco se abrirá el camino.

Cuando de tu corazón no salga una nota, no vibre una cuerda y parezcas no reaccionar ante nada, quédate recogida.

Dale a Dios el instrumento. ¡Y déjalo tocar!