La envidia

Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla

Libro: Corazón revelador

 

 

La amistad es el más bello sentimiento de la vida. Foco de luz y de calor sin el cual no podríamos subsistir. Pero su gran enemiga es la envidia.

A veces sembramos una semilla con raíz de entraña amiga. Soñamos con su fruto y con su pulpa.

Cuando una circunstancia, un motivo, nos hace penetrar, vemos que está hueca. Era cáscara. Dentro: ventajas, vanidad, vacío. Porque no todos los amigos son de buena tierra. Muchos despiden polvo y ciegan. No los conocerás hasta que llegue la lluvia del dolor o del éxito y te des cuenta de que aquel polvo era lodo.

Cuando la personalidad va ensanchando su cauce, a los que antes no se ocupaban de ella empieza a pesarles la fuerza de su caudal humano, y sienten la envidiosa necesidad de reducirlo a un afluente, a un riachuelo, a una corriente quebradiza, como un hilo de agua que apenas se siente.

La envidia entra por las rendijas y los recodos del corazón. No con alas de amor, ni plumas de sacrificios, sino con un pico duro y punzante cuyo veneno es sutil y habilidoso.

Hay cañas huecas que parecen trigo maduro. Y girasoles que se levantan vistosos pero sólo en la dirección que sale el sol.

La envidia es dificil de reconocer, lleva el aguijón tan recubierto, la ponzoña con tantas mieles encima, que uno a veces no se atreve ni a dudar.

Porque recuerda que si algo no resiste la pequeñez, es que le pongan al lado la grandeza.