¿De qué quieres liberarte?

Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla

Libro: Corazón revelador

 

 

Recibí la invitación para tu próxima graduación. Y la cartita donde me dices que ese será el momento culminante para tu libertad, para obtener un trabajo que te permita vivir y ser la dueña absoluta de tu vida.

Y yo te pregunto: ¿De qué quieres liberarte?

Los padres de hoy no son incompatibles con la vida moderna.

También ellos han evolucionado mucho, en parte porque han perdido autoridad, y saben atenuar, sobrellevar, esperar. Se miden y se contienen para enfrentarse a un hijo. Llegan a transigir con un montón de cosas pero tienen que ponerte un freno, un aviso a los peligros de la realidad que quieres enfrentar. Tus excesos trajeron situaciones intolerables en el hogar. Reflexiónalo.

No pueden claudicar ante su conciencia; de su propio amor tienen que sacar el valor para decirles que no pueden admitir y hacerse cómplices de una conducta que saben va a traerles desastres tanto sociales como emocionales y sentimentales.

¿Aspiras a ser una mujer liberada por ese camino? De los deberes para con los padres y con los hijos no podrás liberarte nunca. De los hombres, por más liberada que te quieras sentir, siempre desearás en el fondo ser para ellos femenina, débil, tierna, dulce… tu propio “yo” te lo estará pidiendo.

¿Liberarte de las barreras y los prejuicios? Si por naturaleza necesitas un hogar, una solidez, un compañero completo, que sepa darte tu lugar. Entonces, ¿de qué quieres liberarte?

Te vas de la casa pintando en tu imaginación un cuadro amoroso que no funciona con la realidad y del que vas a despertar. Es un proceso pasional de la niña a la mujer que te lleva al desenfreno. Y para que no te hagan oír, reflexionar, martillar argumentos que te vas a repetir luego muchas veces, prefieres escapar.

Es verdad que han nacido en dos épocas que marcan mundos diferentes, otras costumbres, otros puntos de vista, otros elementos en su personalidad… Pero los principios, la moral cierta rectitud de carácter serán válidos en todos los tiempos, tendrán vigencia en todas las circunstancias, definirán siempre la calidad y la formación de las personas.

Hay estilos de vida que los padres no pueden tolerar… aunque darían su vida por amparar y proteger a sus hijos, por llevarlos a su intimidad, cerca de su corazón.

Tu vida sola será triste, aunque no lo aceptes. Conocerás el desasosiego, los desengaños. Eres tú la que se opone a todo lo bueno que puede darte el destino… Puedes limpiar tu mente de muchos prejuicios, puedes llevar una vida independiente y activa, de superación, de vocación, de estudio. Eso es liberarse. Pero no puedes sobrepasar los mandamientos de Dios, no puedes marchitar el alma de tus padres y dejarlos atrás, como una sombra, solos, como si nunca hubieran cuidado, sufrido, sacrificado, velado por tu bien. No puedes dejar que se acuesten todas las noches con los ojos mojados y la misma pregunta: ”¿Dónde andará mi hija?”

Buscas nuevas experiencias arrasando con la moral, y para eso cierras los ojos con excusas, con disfraces a la verdad, y lanzas sobre ellos todos esos adjetivos que repiten las jovencitas de las discotecas y los carros sport: intransigentes, fuera de onda, desconocedores de la nueva forma de gozar la vida...

Pero vuelve sobre tus pasos. Dale cabida a tiempo a la sensatez y los razonamientos. Dale la vuelta al llavín y abre de nuevo esa parte de los padres que te adoran. Tiéntate el corazón y verás que no necesitas engañarte ni aturdirte. Y que también el mundo de hoy es generador interno de grandes energías, de bien, de provecho y de orgullo para ti y para los que por ti han llorado y han sufrido.
Quita todo lo dañino que se está enredando en tu corazón. Dale sangre nueva, y deja que florezca.

La destrucción moral no conducirá jamás a la felicidad.

La llave de tu departamento será una tentación y un tormento, yo lo sé. Nunca se pierde del todo lo que hemos sido y lo que hemos aprendido. Las ovejas extraviadas siempre acaban buscando la voz del pastor y la mano de Dios.

Al menos espera… Madura dentro de tu hogar un poco más esos conceptos incompletos que son como espejismos de liberación, y necesitan todavía una concepción más plena, un último desarrollo.

Vives una generación más que mala, ligera; más que ávida, atormentada; más que rebelde, tensa. El tiempo puede ser un factor, un buen aliado a tu edad para evaluar las relaciones con tus padres y esperar una felicidad real, positiva, y no un sustituto de felicidad que va a sumirte en un mundo de confusión y de complejos.

Moderniza tu imagen, pero siempre sobre el patrón que te dieron tus padres. No pierdas ese llavín de la puerta dondre siempre encontrarás amor, ayuda y compañía. No lo pierdas, que a veces el tiempo es más positivo y puede hacerte lanzar otra pregunta: “¿Bajo qué prismas miré la vida cuando los dejé con la puerta cerrada?”

El barro con que nacimos no se quita del todo. Pero podemos mejorarlo, pulirlo, trabajarlo. Que la sacudida de los sentidos y la libertad mal entendida no eliminen a tus padres ni manchen tu nombre. O serás una rosa llamada a morir en labios que comentan, manos que señalan y alma que no encuentra reposo.

¿De qué vas a liberarte?

Si esa vida sola, a tus anchas, desmoronando principios, no será más que un nuevo paso a otras ataduras y otra esclavitud.

¿De qué quieres liberarte?

Si esta forma de vida, ocultando lo que todos ven y aparentando lo que nadie cree, te mantendrá insegura y presa de ti misma.

¿De qué quieres liberarte?

Si esa cadena que quieres romper para sentirte dueña del mundo dejará con tus padres unas huellas siempre pendientes. Dejará eslabones diseminados que serán siempre, para ti, como voces acusadoras. Y esa maravillosa libertad, esa apasionante aventura, acabará dejando un nudo tan apretado que a lo mejor no deja pasar jamás la felicidad a tu corazón ni la paz a tu alma.

Por eso, reflexiona bien primero y contesta tu pregunta: “¿De qué es en realidad de lo que voy a liberarme?”