Plegaria de una abuela

Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla

Libro: Brotes 

Abuela… ¡la que lleva tantas cicatrices sin descubrir! 

Abuela… la que va detrás de todos, como el vuelo de una mariposa que no sabe dónde posarse, ¡porque todos andan tan de prisa! 

Señor, será la hora en que el corazón tendrá que ser recio y fuerte, el llanto triste y silencioso. 

Hay que sostenerse con una raíz que va perdiendo fuerza, hay que encender el corazón con una mecha muy gastada, hay que esperar el regalo de una caricia y un recuerdo… aunque por un tiempo nos parezca que somos un cántaro vacío. 

Señor, no me niegues en esos años difíciles de la vida, la virtud de la discreción y la dulzura, ¡y un poco de temple para resistir! 

Debes tener para la vejez un designio muy alto.  Le vas quitando los apegos de la tierra, la vas haciendo libre… y mientras más pesado se hace el camino, más la vas desprendiendo y le vas grabando, insistente y fija, la idea del encuentro contigo. 

Entonces, Señor,  ¡entonces confío en que tus ojos amorosos estén puestos en mí!