A mi hija Diana

Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla

Libro: Brotes  

Te veo partir como cuando se regala una parte del corazón… Tú sientes que llegas a la culminación de un deseo; yo, que llego   la culminación de una obra.

 

Es el día de las grades realizaciones, pero también el de las grandes responsabilidades.

 

Un matrimonio no es sólo la unión de una pareja, sino también la formación de una familia.

 

Exígete mucho, para que le imprimas una luz muy clara, unos rasgos muy precisos, una moral muy arraigada, unas normas de conducta siempre firmes.  Coloca tu hogar a la altura del ejemplo que has tenido.

 

No sueñes con lo que te falte:  realízate con aquello que tengas.

 

Trata de dar todas esas cosas recónditas del alma sin que te las reclamen… y trata de recibir con amor lo que te den, aunque no sea lo que hubieras deseado que te dieran.

 

Acompáñalo por todos los caminos de su vida, y sé fuerza, impulso, arrullo, remanso… cualquier cosa, menos inercia, indiferencia, silencio.

 

El hogar es desgaste.

 

El amor es entrega.

 

La vida en común es renunciación.

 

Conocerás el dolor, porque este camino tiene muchos.  Serán lágrimas nuevas: recógelas con valentía, ofrécelas con fe, no te dejes destruir.  Amasa las mieles del amor y la sal del llanto en una corola cuyo perfume lo atraiga siempre.

 

Vete configurando como la nueva rosa del nuevo jardín.  Porque sales de un huerto apenas sin espinas, y eres botón recién abierto.  Pon sabiduría en la ternura, y no te marchites en vanidad y cosas inútiles.

 

Que estés presente siempre pero sin prodigarte demasiado.  Que estés siempre bajo su protección, pero sin que emplee la fuerza.  Que tu corazón esté abierto siempre a todas las razones, pero sin mostrar debilidad.

 

Que cuando salgan al mundo, vuelvan con placer a su intimidad.  ésta no es únicamente soledad :  es comunicación, intercambio, planes, metas… todo trazado entre ustedes y para ustedes.  Esa intimidad debes cuidarla y defenderla, porque el mundo moderno tiende a destruirla.

 

Y siempre encontrarás una mano dispuesta a abrir la primera hendidura… Vigila, aunque sin exageración, porque esa hendidura que parecía sin importancia ha resquebrajado muchos matrimonios.

 

Aprende a callar, y aprende a dominarte.

 

Cuando debas perdonar, hazlo sin medida, sin reserva. Cuando debas pedir que te perdonen, hazlo siempre hablando con la verdad.

 

Vive intensamente, como corresponde a tu temperamento… pero la pasión tiene también su calidad y su refinamiento, y debe ser siempre consecuencia del amor.

 

Eres la última rosa cortada de nuestro jardín… ¡y parecía tan florido!

 

Ve a tu propia tierra.  Nútrete de nueva savia.  Te deseo los más lindos colores, los más tiernos retoños, los más aterciopelados follajes…

 

Nosotros quedaremos arriba, como el sol, para que tengas un huequito de luz cada mañana.

 

                                                                        Tú Mamá