Se ha perdido la armonía
Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla
Libro: Ramillete de Estrellas
El mundo está rodando sobre una pendiente,
y nadie ha encontrado el punto exacto para
detenerlo.
Hay que hacer antes, lo que va a llegar des-
pués. Las crisis se vislumbran o te aplastan.
Los acontecimientos se previenen o te arrasan.
El hombre transforma su destino y lo refrena, o
luego lo lamenta y lo llora.
Tratemos de no hacer incontenible, lo que
hoy es controlable... y lo que ya se vislumbra, que
no resulte una catástrofe.
Los cambios están dentro, porque lo que
mueve la vida son los sentimientos... y ahí no ha
llegado todavía el adelanto y la ciencia.
Para el corazón hay experimentos portentosos
tratando de hacerlo latir con más precisión, pero
nada para hacerlo sentir con mas anchura y
profundidad.
El hombre, único capaz de hacer lo nuevo, ha
quedado fuera de todas las novedades.
Al hombre, que es el mayor impulso creativo
ligado a la maquinaria del mundo, lo tratan como
si sólo fuera una pieza necesaria para que rinda
y produzca esta gigantesca mole del universo...
esta gigantesca mole que pesa mucho para la
base que le quieren poner.
El universo, máquina. El hombre, tuerca. Como
base, las ganancias. Con fin, los beneficios.
Como centro de la vida, el provecho propio
y el placer. Se ha perdido la armonía entre el
mundo, el hombre y Dios. Y ahí tenemos el
desequilibrio en que vivimos.
Funcionamos en ciencia y tecnología... cuan-
do somos mente, espíritu y creencia. Funciona-
mos en pesos... cuando somos sentimientos,
imaginación, arte. Funcionamos en materia...
cuando somos alma. Funcionamos en cálculo...
cuando somos corazón.
Andamos desajustados, y vienen los vicios,
las rarezas, las extravagancias buscando un
hueco por donde escapar, un boquete de luz por
donde salir a respirar.
Ese es el peligro del mundo. No acaban de
entender que su salvación... no esta en las leyes
mecánicas, sino en el potencial humano y espi-
ritual... dejado por Dios en el fondo de todos los
hombres, en la altura de los ideales y las aspira-
ciones en la hermandad de todos los corazones
y todas las manos... y en la infinita sabiduría de
una doctrina completa, dejada por Cristo preci-
samente para que se iluminara la tierra, se nu-
triera la vida y se renovara el hombre.
Pero hemos perdido el eje de sustentación.
El punto de apoyo... El equilibrio que nivela la
fuerza interior... Los propósitos que redimen.
Hemos degenerado en todo, porque se ha
perdido la armonía entre el mundo, el hombre y
Dios.