¿Que cómo está el mundo?

Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla

Libro: Con las Alas Abiertas

 

 

¡En crisis! 

Yo diría que muy avanzado, muy inventivo.  Ha logrado llegar hasta la Luna, aunque se ha quedado fuera de sí mismo. 

Muy especializado en muchas ramas de la ciencia, pero atrasado en materia de espíritu y dones de Dios. 

Muy estudiado en planteamientos y teorías, pero muy hundido en la práctica y en las creencias. 

Muy previsor para que no seamos muchos en la tierra, pero muy insensible para eliminar a los más débiles y más indefensos. 

El hombre proclama ser el rey del universo, pero en muchos lugares los súbditos se mueren de hambre.  Se cree el astro del mundo, pero la tierra se oscurece; el motor del universo, pero bajando una pendiente que no sabe frenar.  Afirma a veces ser hijo de Dios… pero como los hijos modernos, que no conocen, no obedecen y no aman a sus padres. 

El mundo está en crisis: 

Tiene granos de sobra, pero muchos sienten hambre. 

Tiene colmados los ríos, pero muchos sufren sed. 

El mundo tiene amor, pero muchos nunca lo han visto. 

Todavía la palabra es una ilusión, la plegaria es un dolor y la vida es un temor y una interrogante. 

¿Que cómo está el mundo? 

En crisis… perdiendo humanidad, belleza, altura; girando como un casco sin eje de fuerza ni ley moral; sin abundancia por dentro, sin control de principios y con valores en decadencia. 

No se vive con norma segura, sino rondando entre la rectitud y el abismo. 

No se vive en línea recta, sino en titubeo permanente. 

No se tiene criterio: las cosas se rechazan o se aceptan según las modas del momento. 

No se sostiene de sus convicciones, sino de lo que sale a relucir como novedad. 

Por eso, a pesar de tanto producir, este mundo en decadencia tiene frío; a pesar de tanto estudiar, sigue ignorante y recomido, sin dar con la clave de su felicidad; a pesar de tanto moverse, está vacío, como si buscara un imposible. 

Quiere amor, pero no sabe encontrarlo.  Tiene alas, pero no sabe abrirlas.  Abriga sueños, pero no sabe remontarse con ellos. 

A este mundo en crisis ha llegado el miedo, pero la gente lo esconde.  Ha llegado el dinero, pero la gente lo atesora.  Ha llegado el poder, pero la gente lo disimula.  Ha llegado el crimen, pero la gente lo acepta porque son niños por nacer que no pueden defenderse. 

A este mundo en crisis le hace falta que los que sientan el alma sepan enseñarla, los que sientan amor sepan darlo y los que conozcan la fe sepan vivirla. 

¿Que cómo está el mundo? 

En crisis.  Es un enredijo que ni los mismos que lo enredan saben desatarlo.  Anda como de cabeza por las regiones de lo irrazonable… y nadie sabe ponerse contra él. 

Andamos por el camino de las contradicciones, las sorpresas, los imprevistos y la misericordia de Dios. 

La mujer estás más preparada, pero también más “recargada”, más endurecida, más independiente y menos femenina. 

El hombre está más relegado, más irresponsable, más blando de carácter, más recostado en la mujer y más indefinido en el obrar, en el vestir y en el actuar. 

El viejo vive aislado, solitario, cargando con sus limitaciones, esquivando las indifirencias, calentando sus recuerdos ¡y amando a Dios! 

El joven no es malo, pero es vulnerable, “esponjoso”, inseguro de sí mismo. 

La epidemia moderna está vertiendo su veneno en los tallos más frescos, más curiosos, más incautos, marchitando las rosas al despuntar.  Está tocando las raíces de la moral… y por ahí se pierde la juventud. 

Al niño le quitan la inocencia antes de tiempo y lo incitan al sexo.  Le quitan los juguetes de la mano y le encienden la televisión.  Le quitan los libros del estudio y le dan las armas de fuego. 

El gran progreso y la imponderable modernidad no dan equilibrio, ni felicidad, ni llenan el corazón, ni hacen fecunda la vida. 

Estamos en constante estrés porque es muy tensa la cuerda en que vivimos, es muy tirante la prisa de la horas y son muy inestables la madurez, el sosiego y la fe. 

Pero no habrá hijo bien formado sin equilibrio, si paz y sin creencias. 

Somos en esta vorágine del progreso una confusión, un desajuste ¡y una infelicidad! 

¿Cómo está el mundo? 

En crisis.  Atorado entre lo duro de la vida y la pequeñez de nosotros.  Aturdido entre tantas pasiones y tantos desconciertos.  Nadando sin saber por dónde sacar la cabeza. 

El abandono de Dios está tomando la misma medida que la crisis.  Nuestra única esperanza es hacer equipo con Cristo, dejarlo tomar parte en la historia, oír lo que dice, hacer lo que manda y confiar en lo que promete. 

Pues el Señor está esperando con el libro de la felicidad entre las manos.  Mientras no decidamos escribirlo, ¡habrá crisis!