No habrá reproches

Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla

Libro: Con las Alas Abiertas

 

 

 

Mi carta para ti, el día del amor

       Dedicada a una amiga que la necesita.

Esta carta te la dedico a ti, porque hoy es el día del amor, “el día nuestro”.  Te parecerá extraña, sorpresiva, inesperada, porque no habrá reproches.  Nada de reproches, mi amor. 

Lo que necesitas es acercarte y que yo sea tu nido de paz, tu mano de caricias, tu mariposa de sueños, tu remanso, tu arrullo, tu suavidad. 

No sé desde qué mundo vuelves a mi lado, pero si sé que estás lleno de fatigas, de tormentas… ¡vuelves desplomado! 

Yo seré una fortaleza para refugiarnos.  Si cuando vuelves desaparecen los recuerdos y se te olvida la calle, y todo te parece una pesadilla, una travesía de barco que se hunde sin dejar huella, una noche que pasa como flecha disparada en el vacío, como eslabones de horas interminables junto a una mesa, como desperdicio fugaz de una noche que ni siquiera vale la pena tener en tu recuerdo… 

Si todo se te olvida y traspasas ese mundo para meterte en mí ¿qué más puede desear mi corazón? 

Nada de reproches, mi amor.  No te entristeceré la llegada.  No te echaré llaves, ni cadenas, ni reclamaciones, ni lágrimas. 

Lo único que sabrás es que te esperaba, que te espero siempre desde mi jaula con puertas abiertas.  Te espero sin herida, sin rencor, sin duda.  Te espero para colgarme de tu cuello y que tú me ilumines y me siembres, y no quede ni un huequito vacío para que tú regreses a otra parte, o para que yo vuelva a la ansiedad y la angustia. 

Tráeme flores en el pico a cualquier hora, que yo te esperaré amor mío. 

Tráeme flores para sembrarlas en mi corazón, flores de ésas que rompes con tus besos y el perfume se derrama. 

No te reprocharé, amor mío.  Porque al verte llegar, mi corazón se aquieta y tu galopar se adormece dulcemente. 

No te reprocharé, mi amor,  por abrir las alas fuera de casa, si, total, no puedes remontarlas. 

No te reprocharé por abrir los ojos sabe Dios dónde, si nada valioso queda en tu pupila… y sólo tristeza pesa sobre tus párpados. 

No te reprocharé, mi amor, porque de tan dulce, no parecería reproche lo que pueda decirte. 

Yo sé que a veces te gusta ser libre como el viento, ¿y quién puede evitar que el viento empuje tus velas hacia cualquier parte?  Pero cuando comprendes que tu barco no tiene calado, no tiene brújula, no tiene ancla, vuelves a la playa de donde saliste y encallas ahí para siempre. 

Yo seré gaviota, para abrirte un huequito caliente bajo mis alas, como se defiende a un pichón indefenso… tú que eres tan grande y tan importante para los amigos. 

Parecen mariposas estas manos que se buscan atraídas por sus caricias. 

Parecen sol estas miradas que se juntan para hacer un nuevo amanecer. 

Parecen redes estos brazos tuyos que se aprietan para decirme:  mientras tú seas mi paz, yo seré un pescador de tu amor. 

Acércate sin miedo.  Mis labios tienen mucho que darte y que decirte. 

Pero no habrá reproches.